Última bala para el renacer del Johnny tras una década de abandono

El rector de la Complutense quiere recuperar en este mandato el colegio mayor con una inversión de 12 millones

El centro fue la meca cultural de los jóvenes desde su apertura en 1966, pero echó el cierre y fue okupado en 2014

El Johnny, un templo cultural y canalla donde un Camarón ya muy enfermo dio su último concierto

Exterior del colegio mayor San Juan Evangelista, 'El Johnny', abandonado desde 2014 Tania Sieira

Nada es lo que era en la universitaria avenida de Gregorio del Amo. Hubo un tiempo en que el flamenco y el jazz traspasaban las cuatro paredes –desde un cotizado auditorio– y penetraban en cada rincón de los vecinos edificios. Incluso se abrían hueco más ... allá de Ciudad Universitaria. Era la meca cultural de jóvenes –y no tan jóvenes–, un punto de encuentro y refugio en el franquismo y la Transición, el centro que luchó por la democratización de la enseñanza, el último escenario que albergó la voz de un enfermo Camarón. El colegio mayor San Juan Evangelista, 'el Johnny', fue mucho más que un colegio mayor. Fue un corral de comedias, un café de tertulias, un cine... y la casa, cada curso, desde 1966 hasta el 2014, de cuatrocientos alumnos.

Nueve años después de su cierre y abandono, es un halo de nostalgia el que impregna la avenida de Gregorio del Amo. El Johnny se mantiene en pie, pero convertido en su peor versión. Ya no hay estudiantes que atraviesen sus puertas, artistas que se suban a las tablas o instrumentos que suenen en su reconocido club de música. El único inquilino del Johnny es un vigilante de seguridad que da vueltas –una y otra vez– por un terreno vallado que acumula kilos de malas hierbas. La Universidad Complutense de Madrid (UCM), propietaria del inmueble, quiere poner fin a la década de deterioro y trabaja en un plan de rehabilitación para que el Johnny vuelva a ser lo que un día fue.

Ventanas tapiadas con ladrillos y otras con cristales rotos; e interior del colegio mayor (fotos de 2014) con imágenes de los baños y lavadoras en el momento del cierre Tania Sieria / Rafa Albarrán

«Es una de las acciones más importantes en cuanto a obras a ejecutar en el mandato», afirma a ABC el recientemente reelegido rector de la UCM, Joaquín Goyache. «Se quiere recuperar un colegio mayor tan emblemático para la Complutense y para la sociedad madrileña y española, restableciendo su actividad y sus valores, pero adaptados al siglo XXI y a las necesidades de la sociedad«, continúa el responsable de la mayor universidad presencial de España, de la que estará al frente otros cuatro años después de que el 54,98% de la comunidad educativa le brindase su apoyo en las urnas hace una semana.

Para llevar a cabo el proyecto de acondicionamiento y reapertura en un futuro –se confía que no muy lejano–, el rector calcula que se destinarán entre 10 y 12 millones de euros de inversión para hacer «un edificio moderno y sostenible».

Encima de la mesa ya hay varios proyectos; entre ellos, el de la Fundación San Juan Evangelista, que congrega a antiguos residentes, y que presentaron a los responsables de la UCM en febrero. Ellos abogan, como no podía ser de otra forma, por recuperar la gran seña de identidad del Johnny, su club de jazz, e implantar novedosas iniciativas como la creación de un vivero de 'start-ups'; esto sería un espacio dentro del colegio mayor que quedaría a disposición de empresas emergentes en las primeras para desarrollar sus productos. Crear una escuela de música y teatro es otra de las medidas que no descarta la fundación.

«Nada de lo que dejamos atrás se pierde de todo en el presente, porque cuando perdemos un trozo de memoria cerramos la puerta al futuro», dicen los impulsores de la reapertura, en un vídeo dirigido por el exalumno Alberto Cruz. De estar en blanco y negro, el Johnny recobra el color y la vida, con las risas de los nuevos estudiantes, los partidos en el campo de fútbol y las comidas en el autoservicio de la cafetería. Eso aspiran conseguir, un renacer, en la que puede tratarse de la última bala que le quede a este casi amasijo de hierros.

Promesas incumplidas

Esa utopía lleva siendo los últimos años (desde 2016) una promesa incumplida por los rectores. Unicaja fue quien gestionó, a través de una concesión, el medio siglo de actividad del Johnny pero en 2014 por desavenencias con la UCM comunicó que no seguiría al frente. Los estudiantes tuvieron que hacer las maletas a la carrera y buscar un nuevo techo. Fue en julio de 2014 cuando las luces se apagaron. El curso no se inauguró con universitarios en los pasillos de este templo, sino con los okupas que lo tomaron. El declive de El Johnny no había hecho más que comenzar.

Allí estuvieron durante casi un año, hasta que en noviembre de 2015 agentes de la Policía Nacional desalojaron a los 310 residentes que campaban a sus anchas: 84 de ellos fueron detenidos, en la mayoría de los casos, por vulnerar la Ley de Extranjería. Las puertas correderas se tapiaron con ladrillos para no volver a abrirse. Así continúan en la actualidad.

El rector de entonces, Carlos Andradas, predecesor de Joaquín Goyache ya garantizó su reapertura tras hacerse con la plena propiedad del colegio mayor en un acuerdo extrajudicial con Unicaja. La falta de financiación dio al traste con los planes. Lo mismo le ocurrió a Joaquín Goyache durante su primer mandato.

Cronología de un templo abandonado

1966

Apertura

El Johnny llegó para democratizar la enseñanza, pero consiguió hacer la cultura accesible a todo el público en la época del franquismo y Transición. Un logro que todavía muchos recuerdan. Con capacidad para 400 alumnos, albergó conciertos, cine y tertulias.

2014

El fin de la concesión

Unicaja era el encargado de gestionar el colegio mayor. Así lo hizo durante medio siglo, hasta que en 2014, por desencuentros con la UCM, comunicó que no seguiría al frente. Los alumnos tuvieron que hacer las maletas en julio, pero en octubre entraron los okupas.

2015

Inicio del declive

Los nuevos moradores ahondaron en el declive del Johnny por su falta de mantenimiento. Allí estuvieron un año los okupas hasta noviembre de 2015, cuando la Policía Nacional procedió al desalojo: identificaron a 310 residentes y detuvieron a 84. Nadie ha vuelto a vivir en el Johnny.

2020

El interés

En febrero de 2020, antes de la pandemia, el Consejo de Gobierno de la UCM aprobó convertirlo en centro propio. El coronavirus frustró y paralizó la búsqueda de financiación.

El Consejo de Gobierno de la UCM aprobó, en febrero de 2020, convertirlo en centro propio y que fuese la propia universidad la que se encargase de su gestión. Goyache ya lo había llevado en su campaña electoral. Pero no iba a ser todo tan sencillo después de los años de decadencia: necesitaba, de nuevo, viabilidad económica. Un mes después, el coronavirus frustró los planes y la intención de conseguir la inversión. Atender los requisitos del alumnado en plena pandemia, apostando por las clases telemáticas, fue la principal necesidad a la que hacer frente.

El Johnny lucha por resurgir, por emprender esa segunda vida, y lo hace asolado por grafitis, cristales rotos y una piscina vacía. El telefonillo de la conserjería hace una década que no suena. «Solo entran jóvenes a hacer pintadas. Que estemos aquí impide a los okupas volver», cuenta el vigilante de seguridad, presente las 24 horas en el enclave. Su jornada se hace eterna, marcada por el silencio. Tal vez, el renacimiento esté más cerca y sean centenares de pies los que pisen unas instalaciones ahora vacías.

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