Una treintena de lobos rondan la sierra y causan 175 ataques al año

Los últimos sustos reconocidos a causa del lobo lo han sufrido varios ganaderos de Guadarrama y El Escorial en los últimos meses del año. Ataques de madrugada que causaron 17 muertes. Sólo son los últimos registrados, de un total de 877 en los últimos 5 años, una media de 175 por ejercicio.

Desde la Consejería de Medio Ambiente, que dirige Carlos Novillo, observan que el número de ataques a cabezas de ganado ha variado considerablemente: su punto más alto lo tuvo en el año 2018, y no sólo eran de lobos, sino también de perros asilvestrados y buitres. Desde 2012, más o menos cuando se detectó la llegada del lobo a la región, los ataques han afectado a más de 3.000 cabezas de ganado, sobre todo ovejas y cabras (1.692 cabezas), seguido de vacas (1.429) y caballos (34). Los datos marcaron una caída en los últimos años, aunque en estos últimos haya remontado. En 2024 se contabilizaron 191 ataques por lobos y cánidos asilvestrados.

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Las comarcas donde más se aprecian estas agresiones son la Sierra Norte, la zona de Miraflores-Bustarviejo, Guadalix de la Sierra, y Guadarrama-San Lorenzo de El Escorial. Las dos últimas se están viendo afectadas, afirman los expertos, por el asentamiento de una nueva manada de lobos que «como es lógico, al principio ataca bastante a la presa más fácil, el ganado, sobre todo en explotaciones que no tienen medidas preventivas». Una vez asentados, lo más habitual es que se dediquen a cazar ciervos y jabalíes.

Los responsables de Medio Ambiente calculan que el lobo volvió a Madrid hace poco más de una década, y actualmente existen entre 5 y 7 manadas, formada cada una por entre 4 y 6 individuos. Unos datos que varían a lo largo del año por la movilidad de estos animales. Su resumen es que puede haber una treintena de lobos en la región. Los agentes forestales cuentan con 24 cámaras de fototrampeo instaladas en las zonas de paso de estos animales para su seguimiento y control.

En años anteriores, algunos de estos ejemplares que recorren las sierras del Rincón y Guadarrama estuvieron controlados mediante un collar con un radioemisor. Esto permitió a los expertos conocer sus hábitos y su dieta, y comprobar cómo ésta se apoyaba muchas veces en carne de animales muertos. En concreto, se hizo seguimiento de una hembra y dos machos, y se pudo detectar que se movían en un radio de 450 kilómetros, con recorridos que podían alcanzar hasta 40 kilómetros diarios.

No es extraño que se esté replanteando, desde las administraciones, el papel de la protección del lobo como especie. Es algo que ha sucedido ya en Europa, donde a partir del 7 de marzo, el lobo pasará de ser una «especie salvaje estrictamente protegida» a ser «especie salvaje protegida», según ha aceptado el Comité Permanente del Convenio de Berna, adoptando la propuesta de la Comisión Europea en este sentido. A partir de esa fecha, la Comisión ha anunciado que propondrá modificar la legislación europea para adaptarla a esta nueva situación.

En España, desde el Ministerio para la Transición Ecológica no se ha realizado manifestación sobre el asunto cuando ha sido tratado en el Senado, pero miembros de distintas comunidades autónomas que sí asistieron, como los de Castilla y León, Galicia, Cantabria, La Rioja, Aragón, Murcia, Extremadura y Madrid, anunciaron el inicio de un procedimiento de descatalogación del lobo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, el Lespre. La idea es instar a que se permita su caza al norte del río Duero, como estaba hace unos años. Además, se pide adaptar la estrategia de su control a los censos actuales y aprobar una nueva estrategia para su gestión.

El consejero de Medio Ambiente, Carlos Novillo, pedía recientemente al Gobierno central, durante un desayuno informativo, que estudiara con «sensatez» el problema del aumento de poblaciones de lobo ibérico y lo controle. La política del Gobierno madrileño en este sentido pasa, explicó, por hacer compatible y viable la presencia del lobo con las actividades ganaderas. «Hay que hacer un cambio importante porque si ya es difícil la actividad ganadera, ahora ha habido un repunte importante de casos en España. Si no haces control de esta especie, habrá problemas», apuntó.

En el Gobierno regional están convencidos de que la presencia del lobo en Madrid «aporta un gran valor en términos de conservación de la biodiversidad y control de especies tan abundantes y dañinas como el jabalí». Pero también saben que puede suponer un problema para los ganaderos, y por eso es necesaria una gestión de «su actividad como carnívoro». Por eso, se toman medidas para hacer compatible su presencia con la de la ganadería extensiva, que es una forma de vida para muchas familias y una manera de conservar también el entorno natural.

Desde 2023 existe una línea de ayudas económicas para prevenir ataques de lobos, de manera que los ganaderos puedan sufragar con ellas la compra y mantenimiento de mastines, la colocación de vallados, pastores eléctricos o la instalación de collares GPS en las redes para tenerlas localizadas. Para estas medidas 'antilobos' se han invertido en 2024 un total de 100.000 euros, que han recibido 43 titulares de explotaciones agrarias. Este año, la cuantía destinada a las ayudas aumentará un 25 por ciento.

Pero además, también se sufragan los daños sobre el ganado, mediante otra línea de ayudas que indemnizan por cada res muerta o herida. Para esto se han destinado 127.246 euros en 2024. Los ganaderos reciben hasta 1.500 euros por cada vaca de 1 a 10 años afectada por ataques. Las cantidades varían en función de la raza y de la especie, y se incrementan en un 10 por ciento si se trata de ejemplares de razas autóctonas en peligro de extinción.

El ganadero que ha sufrido un ataque debe llamar en un plazo máximo de 72 horas a los Agentes Forestales, que activan una patrulla que inspecciona la zona del ataque para realizar el peritaje de la res.