La tercera edad vuelve al parvulario en Madrid: «Ayuda a los mayores con depresión, se sienten útiles»
Tras el éxito de un plan pionero que integra una residencia de ancianos con la escuela infantil en el mismo edificio para combatir el deterioro cognitivo y fomentar la empatía en los más pequeños, la Comunidad lo llevará también a sus centros
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Meco
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Iniciar sesiónCon sus bastones y andadores entran lentamente y en orden los mayores del centro de día y residencia de Bouco Meco, situada en la localidad que da nombre a este espacio, a una sala repleta de color. Les aguardan dentro casi una decena de niños ... a los que les separa cerca de un siglo, que esperan con ansia saludar y jugar con sus nuevos amigos que han conocido este curso. «Me pone muy feliz venir aquí a pasar rato con los peques», afirma, ilusionada, Paquita, una de las residentes de 85 años que cada martes y jueves asiste a las sesiones intergeneracionales que se desarrollan lugar en este centro.
De septiembre a junio de cada año una relación única y especial florece en este edificio y en la que niños de 2 y 3 años y los mayores que viven en él se dan la mano, juegan, dibujan y se divierten. Este proyecto ha abierto las puertas para que el Gobierno de la Comunidad de Madrid, que se ha interesado en este modelo de éxito, extienda este proyecto a más espacios de la región.
El origen de esta actividad se remonta hasta hace más de dos décadas, cuando se habilitó un espacio para la conciliación de los empleados de esta residencia, un lugar donde poder dejar a sus hijos mientras trabajaban. «La cristalera de la sala de terapia comunica con el patio en el que los niños salen a descansar. Entonces, los trabajadores que estaban en ese momento empezaron a ver las relaciones que se creaban entre los niños y los mayores cuando se encontraban», relata a este periódico Cristina Pérez, terapeuta ocupacional de la residencia Bouco Meco, donde residen actualmente 140 personas.
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Así, se les ocurrió realizar una prueba y organizar una actividad que involucrara a ambos grupos para empezar a plantearse la viabilidad de hacer cosas en conjunto. Ahí, descubrieron que los beneficios que generaba esta interacción eran «muy grandes».
«Elegimos a los mayores con depresión, que sean más reacios a hacer actividades del día a día»
Cristina Pérez
Terapeuta ocupacional
Durante media hora y cada martes y jueves, Paquita, junto a casi otra decena de residentes de este centro se encuentran con los niños de esta escuela infantil, que ahora está abierta no solo a trabajadores sino a todo residente de Meco que quiera dejar ahí a sus hijos. Tras una bien recibida llegada a la sala, se colocan en unas sillas en círculo, intercalando niños y abuelos, y donde tienen lugar los ejercicios del día. En esta ocasión se pasan un muñeco en orden, sacuden un paracaídas y cantan y giran al son del 'corro de la patata'. Los niños saltan, los mayores practican también su movilidad y todo el mundo ríe.
«Me encanta pasar tiempo con ellos. Me lo paso muy bien enseñando a dibujar a los más pequeños»
Paquita
Residente en el centro de mayores
Sin embargo, esto no es lo único que se trabaja. También hay días de gimnasio, de pintura e incluso algunos hasta de paseo por el entorno de la residencia. «Cuando dejan esta escuela infantil en junio siempre hacen una fiesta de despedida porque ya se marchan al colegio. Yo siempre me apunto a bajar para estar con ellos. Me gustan mucho los niños», relata Paquita a este periódico. El rato que pasa junto a estos niños para ella significa mucho: «Me encanta pasar tiempo con ellos y como yo leo, escribo y dibujo, me lo paso muy bien enseñándoselo a los más pequeños». Eso sí, su momento favorito, que este año aún no han empezado a hacer, es ir al gimnasio: «Se ponen como locos y nos los pasamos siempre muy bien».
La elección de los mayores que acompañarán a los inscritos en esta escuela infantil durante estas actividades corre a cuenta de los trabajadores de la residencia. «Elegimos a los mayores que tengan algún tipo de deterioro cognitivo, con problemas emocionales, depresión, que sean más reacios a hacer las actividades del día a día en la residencia», explica Pérez.
Los beneficios que adquieren ambos grupos con estas actividades, en las que se trabaja a nivel cognitivo pero también físico, son muy positivos. Mientras que los niños trabajan la empatía y la relación con otras personas, los mayores «se sienten útiles, como si fueran sus cuidadores».
Trabajo previo
Esta unión supone también un la labor previa en la que los cuidadores de la escuela infantil muestran fotos de los residentes para que los niños comiencen a familiarizarse con ellos. Además de esto, existe un mes de adaptación con reuniones más cortas de unos 10 o 15 minutos para que se vayan conociendo entre ellos. «Los niños a veces lloran o se asustan, pero al hacer estas pequeñas asambleas entre ellos ya se van reconociendo», asegura la terapeuta ocupacional. Pero al final, se convierten en unos amigos más, sobre todo los mayores, de 3 años. «Ya gritan mi nombre cada vez que me ven», apunta Paquita.
El éxito de este modelo intergeneracional ha llamado la atención de la Comunidad de Madrid, que ha decidido extender la idea de este proyecto en el Plan 40 40 de residencias, englobado en la estrategia regional de Envejecimiento Activo y Prevención de la Dependencia. Este documento incluye más de 100 medidas con un presupuesto de 400 millones de euros anuales.
La consejera de Familia, Juventud y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, Ana Dávila, explicó durante su visita a estas instalaciones del municipio de Meco, que esta iniciativa «además de prevenir la soledad, permite que los mayores recuperen la ilusión y las ganas de comunicarse, mientras que los más pequeños aprenden valores como la empatía, el respeto y la convivencia».
«Mientras unos recuperan la ilusión, los más pequeños aprenden valores como la empatía»
Ana Dávila
Consejera de Asuntos Sociales
El Gobierno de Ayuso ha incrementado cerca de 400 nuevas plazas públicas que se incorporan este mes de noviembre a la red autonómica, distribuidas en 168 residenciales y 231 de atención diurna. En concreto, la residencia Bouco Meco ha visto ampliadas sus plazas financiadas por la Administración regional, pasando de 85 a 90
La Comunidad de Madrid ha impulsado durante esta legislatura la creación de más de 2.000 nuevas plazas para la atención y cuidado de personas mayores en situación de dependencia, de las cuales 1.106 son residenciales y 1.022 de centro de día.
Con este incremento la red pública de atención social financiada por el Gobierno regional cuenta con más de 63.000 plazas, de las que más de 36.600 están dedicadas a mayores.
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