La 'suite' madrileña que ha salvado el Teatro Albéniz
BIEN DE INTERÉS PATRIMONIAL DE MADRID
La fachada del edificio, muchos años desaparecida, recupera el esplendor de su inauguración en 1945
El emblemático espacio cultural junto a la Puerta del Sol reabre esta semana con un musical de Antonio Banderas
Madrid
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Iniciar sesiónTeatro Albéniz, traseras del Edificio de Correos, calle de de la Paz, 11; esa zona de Madrid donde la arquitectura, por abigarrada, pasa desapercibida. Donde se venden objetos sacros y hay un repartidor que pedalea por delante de un Sagrado Corazón de Jesús. La historia ... del teatro Albéniz, inaugurado en el 45, exhibió durante un tiempo en sus balconadas las figuras que talló Ángel Ferrant y que eran inspiraciones del artista surgidas de otro artista: de la 'Suite Iberia' de Isaac Albéniz.
Pasan los años, llega la década de los setenta y el edificio se consagra al cine. Y a la fiesta más loca, que aún se conservan imágenes de la sala de fiestas de abajo, Xairo, con fotos de ese tiempo feliz, psicodélico, con Bambino con la camisa rasgada junto a Marisa Medina. Un tiempo, un país, una ciudad y la necesidad de juergas.
Y, lógicamente en esos años setenta, las efigies de Ferrant se van al interior para dar espacio al cartelón de los estrenos cinematográficos. Como recuerdan de la plataforma Salvemos el Albéniz, este local vio el duende en directo de María Pagés, de Enrique Meneses, y hasta una representación de Mozart. Eso en el año de gracia de 1985, cuando el inmueble vuelve a convertirse en un teatro que alquiló la Comunidad de Madrid de Joaquín Leguina y pasó a ser el teatro oficial de la región bajo la dirección de Teresa Vico que, no se olvide, cursó Arte Dramático y fue además un prodigio de la cartelería de los espectáculos en España. Porque el teatro siempre ha sido muy de guisarlo y comerlo todo. Desde la venta de entradas hasta la recogida de la vestimenta.
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En la plataforma recuerdan que cuando empieza a andar el siglo XXI, «el propietario del inmueble obtiene un ventajoso alquiler para veinte años». Es entonces cuando, según Salvemos el Albéniz, dicho propietario litiga para que el edificio pierda su condición de patrimonio arquitectónico y cultural, pueda vender la finca y lucrarse con ella. El Gobierno regional, entonces, llega a defender jurídicamente el teatro hasta que, en 2003, dicen los activistas, se retira de la protección del edificio. Y se construyen los teatros del Canal, muere Teresa Vico, y dos años después se anuncia que el teatro va a ser demolido.
Por esa época entra en escena el abogado argentino Beltrán Gambier, que mantuvo una lucha análoga en defensa del mítico Teatro Odeón de Buenos Aires, Corrientes, 780. Gambier se vuelca «pro Bono para impedir su demolición». Intenta otorgarle la figura de Bien de Interés Cultural (BIC), que es denegada pese a una campaña de firmas de renombre, desde Chavela Vargas a Vargas Llosa.
Gambier rememora aquellos momentos: «Me entero de que el teatro Albéniz corría peligro de demolición para dedicar el solar a una finalidad puramente comercial. Yo venía de una lucha similar en Buenos Aires (por el Teatro Odeón) y me volqué de lleno, de manera voluntaria a la labor de impedir la demolición. ¿Cómo? Pidiendo para el Albéniz la protección BIC. Almeida -hoy alcalde- tenía la competencia administrativa para concederla, pero pese a miles de firmas y apoyos, la denegó. Me dije que ganaría aunque fuese en los tribunales. Así fue: recurrí su decisión, pero Santiago Fisas -entonces consejero de Cultura- la confirmó rechazando nuestro recurso de alzada. Inicié juicio y lo ganamos en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid luego de varios años. La sentencia no suponía la protección, solo ordenó abrir el expediente. Ignacio González lo abrió, pero lo cerró muy pronto considerando que no había un interés cultural protegible. Y ello afirmado de manera dogmática, cuando dos academias -la de Historia y la de Bellas Artes- decían que había que protegerlo. Tuve que interponer un nuevo recurso administrativo y fue entonces cuando Cristina Cifuentes lo declaró Bien de Interés Patrimonial».
Soledad y empecinamiento
Gambier también rememora la soledad de la plataforma, cuando «hubo momentos en los que los miembros estuvimos muy solos». El fervor que se deshace de los miembros de la vida cultural cuando existen otras luchas, o todo se olvida. «Nosotros, unos locos, nunca claudicamos y ganamos una batalla para todos los madrileños. Ahora Universal Music hará negocios allí, pero nosotros estamos felices de que no se vendan zapatillas». Y en la memoria, una manifestación masiva en la Puerta del Sol con la 'crema de la intelectualidad' de la época y, lo que es más importante, el logro de «que se unieran los ciudadanos de la región en defensa de su teatro». La hemeroteca muestra las pancartas de la manifestación de 2005, donde detrás de Pedro Almodóvar en la pancarta se lee «Una ciudad, un teatro».
Bien de Interés Patrimonial
Pero aun así, habría más hitos en todo este relato. Como cuando Gambier y sus compañeros acudieron a la última función en el lugar, un 21 de diciembre de 2018, y la policía les apercibió de que ni se les ocurriera encerrarse esa noche en el edificio, para lo cual «les pidieron documentación». Una anécdota, una más, de una larguísima historia que tiene un previo feliz a la situación actual cuando, después de burocracias y recursos miles, en 2016, y bajo la presidencia de Cristina Cifuentes, se consigue finalmente la anhelada categoría de Bien de Interés Patrimonial, con lo que se logra la protección jurídica del escenario, la sala, el vestíbulo, las tres plantas y el nombre del edificio junto a las escaleras.
Es ya una victoria moral de la plataforma, la construcción pasa a las manos de los inversores Mazabi que son quienes encargan la restauración del inmueble al arquitecto navarro Antonio Ruiz Barbarín, que en declaraciones a ABC relata que su trabajo, básicamente, ha consistido «en un compromiso por desvelar lo autentico de lo antiguo, y devolver a este espacio la atmósfera que en sus mejores días debió tener. Y así las esculturas de madera de Ángel Ferránt vuelven a su fachada, donde estuvieron desde su origen». Y su sensación personal y profesional: la de experimentar «una gran responsabilidad como arquitecto, así como una gran oportunidad para devolver a la ciudad un ejemplo de patrimonio cultural que estuvo a punto de desaparecer».
Más allá de lo puramente arquitectónico, de la larga y batallada historia de un espacio capital, se logra un método mixto, y la propiedad lo alquila a la empresa U-Music Hotel, que es la que va a desarrollar un sistema híbrido: el de hotel y teatro. Para la consejera de Cultura de la Comunidad, Marta Rivera de la Cruz, «siempre es interesante y siempre es de celebrar que se abra un teatro, más si se trata de recuperar un clásico de la escena madrileña como es el Albéniz. Un modelo inédito en Madrid». Un teatro asociado a un hotel.
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