Sexo furtivo 24 horas en un Aquopolis destruido y atestado de basura
Decenas de hombres acuden al antiguo parque de San Fernando de Henares para mantener relaciones con desconocidos
Tras la retirada de los toboganes en 2019, el ayuntamiento, dueño del terreno, prometió levantar un espacio verde
Madrid
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Iniciar sesiónDe día y de noche, al sol y a la sombra, escondidos entre los arbustos o visibles desde la carretera. La práctica del 'cruising' en la parte trasera del Carrefour de San Fernando de Henares, donde hasta el verano de 2019 se elevaban los ... toboganes de un viejo Aquopolis, no descansa ni en plena ola de calor. Martes 27 de junio, 13.30 horas, 36 grados en el teléfono móvil. Dos hombres salen de entre de la nada y se introducen en un coche, otro aparca su turismo y se pierde tras el quitamiedos, al tiempo que un tercero observa tranquilamente parapetado en sus gafas de sol. La vuelta al perímetro anticipa lo evidente: toallitas, preservativos usados y hasta una jeringuilla asoman en mitad del camino, fiel aperitivo de lo que está por venir.
Miércoles 28 de junio, 19.30 horas, 33 grados en el teléfono móvil. En la cara opuesta al río Jarama, una hilera de vehículos permanecen 'varados' ajenos a la actividad comercial que allí acontece. Todos miran a la antigua carretera de salida del parque acuático, despejada de vegetación, sin posibilidad de paso salvo a pie y teñida por la presencia de residuos pesados: ruedas de camión, puertas apiladas, colchones corroídos… En definitiva, un crisol de basura en el que nadie, ni siquiera los rateros que han robado todas las tapas de alcantarilla, repara.
Basta un vistazo al fondo de estos agujeros, algunos de hasta cinco o seis metros de profundidad, para entender el riesgo de un trasiego que no cesa. Ya sea en solitario o de dos en dos, lo cierto es que la afluencia de varones es discreta. La ruta se dirige al antiguo aparcamiento del Aquopolis, una explanada a un nivel inferior de la citada carretera desde la que divisar cualquier acceso a los terrenos abandonados del parque. A un lado de esta, un hombre entrado fácilmente en los cincuenta recibe a los primeros visitantes. La única prenda que viste es un tanga rosa, pero ninguna de las personas con las que se cruza parece extrañarse. Otro individuo, gorra calada, camiseta de tirantes, da vueltas de aquí para allá sin rumbo aparente. No será el único.
En imágenes: 'cruising' y vertidos ilegales en los terrenos abandonados del Aquopolis de San Fernando de Henares
ABCLas prácticas sexuales entre hombres, extendidas también ahora por el recinto del desaparecido parque acuático, convergen en un espacio marcado por la degradación
La clave del 'cruising' es el silencio: nadie conoce a nadie y a nadie parece importarle. Superado el parking, los árboles marcan la entrada a lo desconocido. Dentro, una decena de hombres prosigue con su particular peregrinación, sin articular palabra, solo el cruce de miradas y en el caso de que la atracción fluya (al menos de una parte), los gestos es la única forma de interacción. Un golpe de cabeza hacia los matorrales marca la primera invitación, llevarse las manos a los genitales, la segunda, y así, sucesivamente, hasta que dos de los asistentes deciden acercarse y mantener ocultos un encuentro sexual esporádico.
«De toda la vida»
En abril de 2019, el grupo Parques Reunidos anunciaba que el 'hermano pequeño' del Aquopolis de Villanueva de la Cañada no reabriría en verano. Lo hacía después de comunicar meses antes al Ayuntamiento de San Fernando de Henares su intención de cerrar el parque tras varios años de pérdidas, por lo que la propia corporación, propietaria de los terrenos, prepararía después un convenio de clausura para poner fin a la concesión; a cambio, eso sí, de que el citado gestor se hiciera cargo del desmantelamiento de los toboganes. El objetivo entonces del consistorio era levantar un nuevo espacio verde abierto al público, una promesa que visto lo acontecido cobra hoy tintes surrealistas.
Sin ir más lejos, en enero de este año, el pleno rechazó una propuesta del partido de extrema derecha Hacer Nación para impulsar la seguridad y la higiene de la finca, cuestión que fue rechazada por todos los grupos (PP, PSOE, Cs, Podemos, Más Madrid e IU), dentro de la tolerancia cero a este grupo de corte neonazi. Pero más allá del veto, lo cierto es que el asunto continúa aún en la casilla de salida. «Esto del 'cruising' es algo que lleva toda la vida», resume un trabajador del polígono, consciente del renombre que tiene este punto entre el público que lo practica.
De hecho, en una de las principales páginas web de este movimiento se define así a este 'paraje natural': «El tema está alrededor del centro comercial. Sobre todo aparcan a cualquier hora en la calle de la parada del autobús y esperan en los coches. O en verano se bajan por unos terraplenes hacia la orilla del río (Jarama). Gente de toda la zona del Corredor del Henares va allí. Mucha actividad y bastante discreto». Tras ello, un localizador interactivo sitúa el área en cuestión, antes de aparecer en pantalla más de cien comentarios de los usuarios.
La mayoría buscan conocer los días «más animados de la semana» (viernes, sábado y domingo), la hora (al caer el sol), la edad o el rol adoptado. Hace un mes, en cambio, una plaga era lo más comentado: «Hay garrapatas a cientos, hay que ir con un insecticida bien rociado por los pantalones y el calzado. Y antes de meteros en el coche, registraron bien. Pueden contagiar enfermedades graves. Si alguna te engancha, mejor que te la quiten en un centro médico».
La insalubridad del lugar se resume en los innumerables condones tirados, tubos de lubricante, toallitas de limpieza, jeringuillas y botes de 'popper' (un vasodilatador utilizado para mantener relaciones sexuales). La falta de mantenimiento se aprecia también en el crecimiento descontrolado de la vegetación y la presencia de varios árboles de gran tamaño caídos. Desde lo alto de lo que antaño era la subida a los toboganes, un hombre desnudo toma el sol en una silla de playa, el último 'bañista' de lo que un día fue parada clave para muchos madrileños y turistas.
Sin embargo, el descenso de usuarios y el progresivo abandono de sus atracciones terminaron por sepultar a un parque que en su último verano de actividad registró el peor de los sucesos: un niño de cinco años fallecía en el hospital días después de sufrir un ahogamiento. «Que muestren los vídeos para ver qué es lo que pudo pasar, para saberlo y poner medidas», señalaría la familia, después de denunciar al centro al entender que el menor no recibió la asistencia necesaria.
Cerradas sus puertas y borrados del mapa sus deslizaderos, los únicos ajenos al 'cruising' que acuden de vez en cuando son, precisamente, los amigos de lo ajeno. «Pero no es habitual que haya problemas. Ellos van, hacen sus cosas y no molestan a nadie».
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