Sensores e imágenes por satélite para vigilar 18.000 kilómetros de tuberías en Madrid
El Canal de Isabel II recibe cada mes cerca de 14.000 avisos por incidencias
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Madrid cuenta en su región con tantos kilómetros de tuberías (18.000) como para llegar, si se unieran en línea recta, hasta Australia. Con esas dimensiones, las averías y roturas se convierten en algo cotidiano, pero no por ello menos incómodo para los vecinos que ... las sufren. Y eso que en muchos casos, ni siquiera se enteran de que su suministro ha sido suspendido temporalmente mientras se solucionaba algún problema. Cada día hay en torno a medio millar de llamadas que alertan de posibles anomalías. Cada mes, unos 14.000 avisos. En el Canal de Isabel II, cuentan con un auténtico ejército perfectamente coordinado que se encarga de las reparaciones.
«Esto es una cadena», explica César Martín, jefe del área de operaciones y centro de control del Canal. La información les llega por tres vías principales: la primera son los usuarios, que «o bien por los ciudadanos que nos llaman o escriben a la web» porque no tienen agua, hay una tapa de alcantarilla que suena al pasar por el coche, al abrir el grifo el líquido sale turbio, o cualquier otra anomalía.
La segunda es la información directa que reciben de Cuerpos como los Bomberos, Policía o el 112, «todos ellos con vías telefónicas directas con Canal». Hay una tercera vía: «Que detectemos el problema nosotros mismos antes de que llegue al ciudadano». Algo que puede ocurrir gracias a los 40.000 aparatos que tienen instalados, a lo largo de la red, para medir la presión, el nivel del agua, su calidad… «Si un caudal aumenta y no sabemos por qué, es seguro que hay una rotura en esa tubería», indica.
Para afrontar un problema en ese maremagnum de conducciones y canalizaciones, lo primero es, como en casi todo, el orden: los 18.000 kilómetros de tuberías han sido divididos en partes más pequeñas, en más de 700 sectores, más fáciles de controlar en caudales mínimos o presiones. Para que no se les escapen posibles fugas ocultas, la empresa pública del agua tiene monitorizadas tanto la presión como el ruido dentro de los sectores, y también utiliza imágenes de satélite o fibra óptica para sus revisiones.
Renovación
Otro camino para evitar la obsolescencia de las instalaciones es su renovación periódica: desde que se puso en marcha el Plan Red, en 2018, hasta la fecha ha cambiado casi 1.200 kilómetros de tuberías. No obstante, siguen produciéndose averías. Y en esos casos, la premisa es actuar rápido.
La sala que atiende los avisos de incidencias funciona 24 horas al día y 365 días al año. Y las brigadas de mantenimiento, también. Una vez enterados de la avería, señala César Martín, «hay que ver si el problema ya existe o es nuevo». Por ejemplo, si un problema deja sin agua a toda una localidad, se reciben decenas o cientos de llamadas por la misma causa, pero el problema es único. Si el aviso informa de un incidente del que no se tenía noticia, se abre una nueva orden de trabajo.
El primer paso es «ir a ver», la inspección de la zona afectada. Y al llegar, «lo primero que hacemos es un 'torniquete'; se corta el suministro, de manera que afecte al menor número posible de viviendas». Desde el centro de control se tiene noticia en todo momento de cuándo sale la brigada, cuándo llega, si ha podido reparar el daño o si necesita apoyo por la envergadura de la avería. «Este es un trabajo transversal; el centro de control son las neuronas que van conectando todos los músculos necesarios para la reparación», aclara.

Si se descubre un incremento brusco de caudal entre dos puntos, «se sabe que ahí está la rotura». Si el agua no ha dado la cara –surgiendo en el suelo o, como ha ocurrido en algunas ocasiones, como un géiser–, utilizan técnicas como la auscultación de las tuberías, para saber dónde está exactamente la rotura. «Gracias a estos sistemas, tenemos tiempos muy buenos de arreglos». De hecho, afirma, «sabemos estadísticamente cuándo vamos a terminar de reparar; la información se actualiza continuamente, y más de un 95 por ciento de las veces acertamos en las horas precisas que va a durar la reparación. Eso es algo que tranquiliza mucho al usuario», explica el responsable del Canal de Isabel II.
En todo caso, mientras duran los trabajos y el suministro está cortado, Canal suele mandar camiones con garrafas de agua a los puntos afectados, en función del número de habitantes. Al terminar, retiran las que hayan sobrado, aunque confiesa que en esto, los vecinos suelen ayudar y se las llevan prácticamente todas.
Clientes sensibles
Canal de Isabel II cuenta con un servicio para clientes sensibles, que son los hospitales (en el nivel 1) y los colegios o residencias de mayores (en el nivel 2). «Todos ellos tienen un tratamiento especial, porque no se pueden quedar sin agua», afirma Martín. De ahí que, en estos casos, incluso se ofrezca ayuda de su personal para solucionar averías internas aunque no sean responsabilidad de Canal: «La premisa es darles agua como sea».
Cuando se soluciona el problema y el cliente vuelve a tener agua, la incidencia se considera resuelta. Pero no cerrada; esto no ocurre hasta que no se deja la calle sin agujeros ni vallas, como antes del incidente.
La empresa pública del agua cuenta con un sistema de información geográfico que tiene localizadas todas las tuberías: «Están cien por cien cartografiadas. Ahí está todo, su diámetro, su trazado; es como la biblia», apunta Martín. «Cuando abrimos un agujero por una avería, verificamos además que lo que está en el sistema descrito se corresponde con la realidad». De no ser así, se corrige. Hay además sistemas de mantenimiento preventivo de tuberías, limpieza, y últimamente se están comenzando a utilizar drones en las de mayor tamaño, para poder revisarlas sin presencia humana.
Todo un mundo bajo nuestros pies
4 de marzo de 2025
El día del partido de ida de Champions del Real Madrid contra el Atlético, el 4 de marzo, el consumo de agua bajó estrepitosamente en Madrid durante el encuentro, y en el descanso y la final, subió mucho, por el uso de cisternas. El día de menos consumo de agua del año es el Jueves Santo.
1,86 por ciento
Es el porcentaje de pérdidas de agua en la red del Canal por fugas y roturas, una cifra que se ha reducido sensiblemente en los últimos años. La media nacional de estas pérdidas ronda el 15,36%.
2.500 kilómetros
Hay 2.500 kilómetros de conducciones con suficiente tamaño para ser revisadas por personas son ahora vigiladas por drones, que graban imágenes en alta resolución y permiten medir fisuras con una precisión de milímetros.
En ocasiones, los avisos que se reciben no son por averías exactamente, sino por lo que se conoce como incidencias de saneamiento: «Nos dicen que en un punto huele mal, o hay una rama que impide que el agua circule y se estanca en una zona…». Las predicciones de puntos sensibles intentan adelantarse a las roturas, pero no siempre es posible. Los periodos nocturnos, por ejemplo, son propicios a ellas porque «hay menos consumo, sube la presión y se producen roturas que vemos y detectamos con instrumentación, y las reparamos antes de que amanezca; a veces, el ciudadano ni se entera».
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