METRO DE MADRID
Sin huelga y sin diálogo en Metro
La asamblea de trabajadores aprueba trabajar con normalidad esta semana para avanzar en las negociaciones. El día 12 la plantilla decidirá si retoma los paros
M. I. SERRANO
Una tregua. Otro respiro para los 2,1 millones de sufridos usuarios del Metro. Ayer, en dos asambleas, matutina y vespertina, los trabajadores —esta vez no llegaban a 2.000—, aprobaron por mayoría la propuesta de su comité de huelga: no más paros hasta el ... martes 13 de julio. Un día antes, el 12, nuevas asambleas para decidir qué hacer a partir de ahí. Según lo vivido ayer se difumina el fantasma de la huelga indefinida y salvaje, aunque los sindicalistas insistían, por activa y por pasiva, que «esto no es un paso atrás. Aquí no estamos reculando».
Desde hoy hasta el lunes 12 de julio Metro funcionará con normalidad. Los trenes circularán a toda máquina. Pero se puede torcer. En esta tregua, el comité de huelga exige dos condiciones para que no haya huelga: sentarse a negociar con la empresa en este paréntesis y, en principio, respetando su convenio colectivo vigente hasta el 31 de diciembre de 2012 y, además, retirada de todos los expedientes disciplinarios abiertos por la empresa a los trabajadores que no han cumplido los servicios mínimos ya que eso, según ley, es un delito.
Metro insiste en que los expedientes enviados son unos 900; el comité de huelga elevaba ayer la cifra a cerca de 2.000. Alguno, incluso, podría acabar en despido. De cualquier forma, los afectados tienen un plazo de 72 horas a partir de la recepción de la notificación del expediente sancionador para alegar los motivos por los que no acudieron a prestar el servicio. Recordar, en este punto, que sólo el primer día de paro sin servicios mínimos se presentaron 490 partes de baja por enfermedad, el 40 por ciento más que un día normal. Según parece, de los 7.500 trabajadores de Metro, una media de 350 se ponen enfermos cada día del año.
La amenaza continúa
La empresa, Metro, recogió ayer el guante lanzado por los trabajadores. Fuentes oficiales insisten en que están dispuestos al diálogo para solucionar este conflicto antes de que se enquiste. Pero exigen una condición innegociable: primero, que se desconvoquen los paros previstos entre el 13 y el 16 de julio y entre el 20 al 23 también de este mes que están solicitados pero que ayer no fueron desconvocados en ninguna de las asambleas. Conclusión, con la amenaza de huelga sin desconvocar, la empresa no negocia. Cuando los sindicatos den este paso, deberán pedir la reunión para reconducir la negociación. Las espadas, por tanto, siguen en alto por ambas partes.
Las mismas fuentes oficiales han señalado que Metro está estudiando enviar una carta a los trabajadores. En la misiva se les informaría de que en la nómina de julio ya se reduce, a cuenta, el 5 por ciento del salario, una rebaja que, si hay diálogo y acuerdo, podría incluso no tocar los sueldos y reducir la masa salarial de otros capítulos retributivos y sociales. Antes de los paros que se iniciaron el pasado 28 de junio, se ofrecía una cláusula legal —exclusiva para Metro— de bajar los salarios un 2,15 por ciento y el resto, hasta el 5 por ciento, aplicarlo a otros conceptos como, por ejemplo, reducir los cursos de formación.
«Estamos abiertos al diálogo. Siempre lo hemos estado.Venimos de una huelga salvaje, sin servicios mínimos. No olvidemos que los paros del 13 de julio y posteriores, no se han desconvocado», insistía ayer José Manuel Pradillo, gerente del Consorcio Regional de Transportes.
El ambiente de ayer en las dos asambleas fue tibio. Adiós, de momento, a la huelga indefinida que se planteaba cuatro días atrás. Un síntoma extraño: se prohibió la entrada a los medios de comunicación. Menos mal que, desde la calle, se escuchaba todo lo que ocurría en la nave-sauna y que incluso los trabajadores que estaban en el exterior porque el aforo, dentro, estaba lleno, votaban a mano alzada a la intemperie.
Aplausos y agradecimientos a Vicente Rodríguez, el líder del Sindicato de Conductores y portavoz, hasta el pasado fin de semana, del comité de huelga. «Había que relevarle para que no se quemara, pero le llevamos en el corazón», dijeron. En su lugar, Antonio Asensio, de CC.OO., curtido en el sindicalismo de clase y mucho mejor asesorado para la lucha «de salón»; para no quemarse.
«No ceder a las exigencias» «Los políticos corruptos no viajan en Metro. Nosotros, en esta empresa, pagamos a cien de ellos», se escuchaba en la calle gracias a los altavoces situados en varios puntos de la nave donde se llevan a cabo las asambleas.
«Si Metro no pacta con nosotros, esto no hay quien lo pare», dijo otro sindicalista. O eso de «el 40 por ciento de la plantilla está ya de vacaciones. Es muy fácil y cómodo apoyar una huelga cuando nada más votar te vas a la playa y al chiringuito. Ahí se quedan los demás», se lamentaba Ramón, en el exterior de la asamblea.
La presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, blanco de muchas críticas ayer en las asambleas, aseguró ante la dirección del PP que no tiene intención de ceder a las exigencias de los sindicatos, según fuentes consultadas.
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