Rocío, la lotera que enviudó hace tres meses y ha repartido 200 millones del Gordo en Madrid: «Mi marido ha movido hilos desde el Cielo»

En septiembre del año pasado su marido falleció, y a ella, no le quedó más remedio que tomar las riendas en solitario de un negocio que fundaron sus suegros

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A la izquierda, Rocío Arias, dueña de la administración agraciada con el Gordo en Madrid. Junto a ella, Rocío Gutiérrez, su única empleada

Rocío Arias, 50 años, menos de tres meses como lotera. Ayer mismo vendía los últimos 22 números del 88008, «alguno, incluso, lo compró casi a la hora del cierre», después de que otros rechazaran el décimo «por ser demasiado feo». Rocío era hasta septiembre ... ama de casa, hoy también, pero ahora lleva un negocio. En concreto, el de la Administración 205 de Madrid, la misma que regentaba su marido, Jorge Gutiérrez, hasta que un tumor cerebral se cruzó en su camino. «Falleció y me tuve que poner al frente», relata, emocionada, la mujer que este viernes, 22 de diciembre, ha repartido 200 millones del Sorteo de Navidad.

Han tenido que pasar más de 4 horas, la espera más larga de la historia, para que el tintineo del Gordo se escuchase en la tele de casa, en la radio del coche... y en el engalanado salón del Teatro Real. Desde allí ha salido un festival de ochos (y de ceros) con más suspense que nunca, y que a la postre ha terminado por salpicar a media España. Ahora bien, lo gordo del Gordo se lo ha llevado la administración de la avenida de Monforte de Lemos, 119, la que nunca habría querido heredar Rocío, con 50 series del número más codiciado.

Han tenido que pasar más de 4 horas, la espera más larga de la historia, para que el tintineo del Gordo se escuchase en la tele de casa, en la radio del coche... y en el engalanado salón del Teatro Real. Desde allí ha salido un festival de ochos, y de ceros, con más suspense que nunca y que ha repartido una lluvia de millones a lo largo de media España. Ahora bien, lo gordo del Gordo se lo ha llevado la administración de la avenida de Monforte de Lemos, 119, la que heredó sin querer Rocío, con 50 series del número más codiciado dispensadas frente al longevo centro comercial de La Vaguada.

Su felicidad, por tanto, no podía estar más que justificada; y eso que a ella no le ha tocado. El 88008, el patito feo que mucha gente no quería, «ha caído en un barrio obrero». Los décimos han ido a parar a vecinos, «habituales del lugar»; y a compradores de paso. También a dos restaurantes de Montecarmelo, que compraron varias series; y a la tienda de alimentación Risueño, ubicada a unas calles de la propia administración.

Pasadas las 13 horas, Rocío estaba tranquila, quizás demasiado. «Pensaba que no me iba a tocar, pero cuando lo he escuchado por la tele, me he empezado a poner nerviosa», resume, convencida de que nada ocurre por casualidad: «Hombre, eso seguro, mi marido ha movido hilos desde el Cielo». Entre una marabunta de cámaras de televisiones y micrófonos, Rocío Arias respiraba hora y media más tarde. ¿El motivo? Rodrigo.

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Rodrigo, burgalés, 39 años, ha sido el primer ganador en acercarse a Monforte de Lemos. Había comprado el 88008 «porque era horrible», a compartir, eso sí, con sus amigos Edu, Daniel y Javier. «Aunque con Hacienda somos cinco en realidad», apunta con ironía. A sus 56 años, Alejandrina ha tomado el relevo de Rodrigo. «Compré el número al azar», recuerda. Otros, en cambio, lo rechazaron. La alegría siempre va por barrios.

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