Los Reyes Magos traen un mensaje de paz en tiempos de guerra en la cabalgata de Madrid
La cabalgata regresa sin restricciones y con asistencia masiva de las familias, que llenaron las calles
Las acrobacias del ángel sorprendieron al público en un desfile en el que participaron 1.000 pajes y voluntarios
Anocheció en Madrid, pero el cielo –por raro que parezca– se iluminó gracias a la presencia de un ángel de la paz que sobrevoló, en una suerte de nube blanca, las calles del centro de la ciudad. Eran las 18.30 horas de este ... jueves –puntual, como solo los grandes acontecimientos saben dar el pistoletazo de salida– y todas las cabezas se giraron hacia la parte alta del paseo de la Castellana, con las torres Kio al fondo. Faltaban minutos para que la noche más mágica del año se empezase a desarrollar, pero antes debía tener lugar ese peregrinaje que cada año, desde 1953 ininterrumpidamente, empieza en Oriente y termina en la plaza de Cibeles.
La ilusión invadió la ciudad a la hora marcada. Aunque también los nervios, como los de Sofía, de 7 años, que ya aseguraba que sería incapaz de dormir en cuanto regresase a su casa, en Fuenlabrada. «Si no te duermes, los Reyes no dejarán ningún regalo. Acuérdate de que son magos, van a saber si estás despierta«, trataba de convencerla su madre, María, tras las vallas que separaban la Castellana del recorrido de la cabalgata, sabiendo que sería una tarea complicada.
El ángel desplegó sus alas, con un vuelo de acrobacias, que sorprendió a todos los presentes, aunque su misión era otra: trasladar hasta el escenario situado frente a la sede del ayuntamiento un mensaje de paz, el concepto en el que se basó el desfile de este año, el primero sin restricciones tras el coronavirus. Eso se notó en las calles, con una afluencia masiva.
Tantas eran las ganas de ver a Melchor, Gaspar y Baltasar sin mascarilla que los 10.500 asientos habilitados por el consistorio a lo largo del recorrido se llenaron casi antes de que se abriese el plazo para ocuparlos. Por eso muchos iban ya equipados con escaleras de metal que se desplegaron en todo el paseo y ni intentaron acercarse a esas gradas. Cayetana compartió taburete con su primo Sergio; a su lado, Álvaro, se subió a otro. «Ir a las gradas sería como misión imposible. Están todas las calles colapsadas. Nos hemos plantado donde hemos visto un sitio«, resumió el padre de la niña, de Valdemoro. Ella, que aseguró haber sido muy buena este año, solo quiere que cuando despierte Sus Majestades de Oriente le hayan dejado un juego de mesa que tanto anhela.
Fue necesario presentarse a las 15.30 horas en la plaza de San Juan de la Cruz, de la que partió la comitiva, para poder hacerse hueco en primera fila de la valla. Más de tres horas esperó paciente Rubén a poder ver a Baltasar, su rey favorito. «Aguantamos lo que haga falta», resumió. No le decepcionó. El gesto de sorpresa no se borró de su rostro en cuanto los once jinetes del escuadrón de Caballería de la Policía Municipal partieron tras el ángel. Luego, llegaron las carrozas de los patrocinadores, repartiendo caramelos –hasta 2.400 kilogramos en toda la comitiva– y la locura se desató: las bolsas de plástico y los paraguas se sacaron de los bolsos y se colocaron lo más cerca posible de los pajes y voluntarios que acompañaban el pasacalles, formado por más de 1.000 personas. Todas las golosinas que se pudieran coger parecían pocas, en esa competición que se desencadena todos los años y que hacía tanto tiempo que no se veía de forma tan multitudinaria.
El ángel de la paz, que sobrevoló la ciudad para guiar a los Reyes Magos
Melchor, Gaspar y Baltasar se hicieron esperar. Antes de ellos, desfilaron un gigante carbonero, la banda de clarines del escuadrón de Caballería de la Guardia Civil y la precomitiva real que formaba la estrella de Oriente. Ella, como foco, los guiaba hasta Cibeles, seguida por unos sabios astrólogos y cuarenta estrellas plateadas. «No hay nada más emocionante que hacer sonreír a los niños. Esa es la única misión que tenemos este noche, además de orientar a los Reyes Magos, aunque se conocen ya muy bien el camino», explicó uno de esos cuerpos celestes crepitantes.
Pasadas las 19.15 horas llegaron los protagonistas, portando los tres valiosos presentes para el niño Jesús: oro, incienso y mirra. Escoltado por 146 músicos de la escuela secundaria de Pittsburg (California) apareció Melchor, en su trono azul que simulaba un camino de paz siguiendo a la estrella de Belén. Fue con cinco abanderados y más de setenta pajes rodeando su carroza, diseñada por Ricardo Sánchez.
La Dama de la Noche a su paso por el paseo de la Castellana
Este año no hubo camellos, como sí en 2022, pero no faltaron los animales articulados. A Gaspar lo anunció una gran bandada de aves procedentes de la lejana Asia. «¡Gaspar, Gaspar!», gritó entusiasmado Pedro desde la glorieta de Emilio Castelar. Su carta de este año se la dedicó a este Mago, su predilecto: unas deportivas con luces y figuras de construcción fue todo lo que deseó el niño, «de casi 6 años ya».
Reverencias
De verde, los pajes de Baltasar hicieron reverencias a lo largo del paseo de la Castellana a todos los niños que lo aplaudían y vitoreaban. Tras él, procedentes de África, una manada de elefantes manejada por la compañía Oposito puso el colofón a este desfile de paz e ilusión, con bengalas de humo y luces rojas.
La parada final, antes de colarse en todos los hogares, fue como siempre, la plaza de Cibeles. El ángel de la paz hacía tiempo que había llegado, recibido por el coro de niños ucranianos Peredzvin. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y representantes municipales de todos los partidos (José Manuel Calvo, Recupera Madrid; Javier Ortega Smith, Vox; Mar Espinar, PSOE; Rita Mastre, Más Madrid; Silvia Saavedra, Cs; y Andrea Levy, concejal de Cultura y Deportes) acogieron a los Magos de Oriente.
Niños y padres durante el recorrido de la cabalgata de Madrid
La espera mereció la pena para todos los que se concentraron allí a primera hora de la tarde, que no dejaron de aplaudir. «Les pido que lleguen hasta el último rincón de la ciudad, que la estrella de amor y esperanza que los guió hasta el portal en el que nació el niño Dios los guíe hasta el último domicilio«, reclamó el alcalde. »Los niños han sido muy buenos y todos se merecen despertar con regalos. Son Magos y toda la ciudad les pide que dediquen especial trabajo a los niños de Ucrania«, concluyó su discurso el regidor, reclamando esa paz que era el hilo conductor del desfile.
«Si soñáis con un mundo mejor y creéis en el poder de la magia, esta es vuestra noche«, dijo Melchor a todos los niños de la ciudad, a los que pidió que cuidasen de todos los que lo estén pasando mal: »Esta noche cualquier cosa puede suceder«.
Las luces se apagaron, se lanzaron los fuegos artificiales y Melchor, Gaspar y Baltasar se fueron en taxi a continuar con su trabajo. La noche fue larga para ellos. En los rostros de Adrián y Clara dejaron sonrisas perennes. «Es lo más bonito que hemos visto», le dijo él. «Yo quiero volar como el ángel», le pidió ella a su madre. Y así, con esa magia, la noche más feliz del año comenzó en los hogares de la capital.
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