El rey del cachopo confiesa su crimen para lograr beneficios penitenciarios

Teniendo en cuenta que el suyo es caso juzgado y que el Tribunal Supremo confirmó su pena de 15 años de cárcel, esta nueva estratagema de Román no puede lograr un nuevo juicio ni tampoco una rebaja de condena. De lo que sí viene quejándose desde hace tiempo es de que no ha tenido ningún permiso (fue apresado en noviembre de 2018) y de lo mal que lo está pasando entre rejas, hasta haber tenido intentos autoelíticos.

Esta jugada desesperada del rey del cachopo, por tanto, obedece más a una maniobra para conseguir beneficios penitenciarios. Es más, hasta el momento no solo es que hubiese negado los hechos, sino que nunca ha desvelado dónde está la parte del cuerpo que falta de Heidi (la descuartizó y metió el torso en una maleta dentro de una nave a la que le prendió fuego) ni ha mostrado el menor arrepentimiento.

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Hasta que esta mañana Telecinco desveló el contenido de la carta: «Pido perdón a la familia de la víctima, así como a todos los demás perjudicados con mis deplorables acciones. Tras hacer una profunda e íntima reflexión, vengo a manifestar mi reconocimiento del delito cometido y por el que fui condenado, queriendo dejar patente mi total y sincero arrepentimiento del mismo». Las atenuantes de arrepentimiento y de reparación del daño se han de dar antes del inicio de la vista oral, y no años después.

Román dice que está estudiando Derecho y pide que un tribunal le llame de nuevo a declarar para desvelar lo que realmente pasó. La misiva está dirigida a la Audiencia Provincial de Madrid, que lo condenó en primera instancia. Ahora, tiene recurrido el caso en Estrasburgo, pero ofrece acabar con esa apelación si el juzgado lo llama para dar la nueva versión.

«Estoy dispuesto, si así lo considera oportuno y necesario la familia de Heidi, a llevar a cabo una declaración ante el juez y ante estos familiares, con el objetivo de que estos familiares puedan descansar de una vez y conocer todo lo ocurrido. Deseo indicar mi deseo de dar por concluido el proceso judicial y de no recurrir la sentencia impuesta ante instancias judiciales internacionales, pues deseo acabar con el sufrimiento que mis actos han causado». En todo este escrito, no duda en mencionar explícitamente a la junta de tratamiento de la cárcel de Soto del Real y a las autoridades del penal, para dejar constancia de que ese supuesto arrepentimiento quede reflejado, de alguna manera beneficiosa para él, en los beneficios antes dichos.

«Deseo expresar mi respeto por el ordenamiento jurídico, cuyos valores esenciales he aprendido y asumido, durante la carrera de Derecho que estoy cursando y con los que en el futuro deseo dedicarme a la carrera de la abogacía para ayudar a mis prójimos y devolver positivamente a la sociedad lo que adeudo por mis acciones pasadas», sentencia el criminal.

Durante la instrucción y la vista oral quedó probada la falta de empatía y la capacidad de manipulación de César Román Viruete, que no paraba de apostillar a su propia abogada en el transcurso del plenario. Ahora, una revisión de la sentencia es imposible pero el rey del cachopo ya ha conseguido algo que quizá extrañaba: llamar la atención.