Ramón Martín, co-director de Noches del Botánico: «El jardín de la Complutense es el mejor aliado contra el calor»
El festival sigue creciendo como referente de un modelo cómodo, limpio y sostenible
Luz Casal, Nile Rodgers, Calamaro, Chris Isaak y Rubén Blades, entre las estrellas de las Noches del Botánico 2023
El escenario de Noches del Botánico
A pocos minutos de la inauguración de la séptima edición de Las Noches del Botánico, los fans de Bob Dylan se acurrucaban en la grada con sus impermeables bajo un tremendo aguacero y temiéndose lo peor. Los organizadores se acercaron al camerino del ... autor de 'A hard rain's a-gonna fall' para preguntarle si cancelaban la velada, intuyendo que la respuesta sería «sí» porque el chaparrón era de aúpa. Pero el viejo trovador les miró, arqueó la ceja y dijo: «Voy a salir».
Lo sorprendente de la anécdota no es que Dylan actuase, porque jamás, nunca en su vida ha suspendido un concierto por lluvia. Lo sorprendente es la previsión, rapidez y eficacia con la que actuó la organización, porque aquellos miles de chubasqueros no los había traído el público: se les habían entregado al acceder al recinto, junto a una bayeta para secar las butacas. Un pequeño gran detalle que demuestra cómo funciona el festival y lo mucho que se preocupa por la comodidad de sus clientes.
«Es una de nuestras máximas irrenunciables», asegura su director Ramón Martín, un veterano de la industria de la música en vivo que hace siete años vislumbró esa combinación de oportunidad y necesidad que suele germinar en proyectos de éxito. «En Madrid hacía falta un festival diferente, no masificado, limpio y cómodo, porque había mucha gente aficionada a la música que, ya fuera por edad o por gustos, no tenía una propuesta que respondiera a sus necesidades. Yo conocía el espacio del Jardín Botánico de la Complutense, y me pareció que podía ser un entorno maravilloso para cumplir ese objetivo».
El lugar es, efectivamente, idílico. Árboles, plantas, arroyos y praderitas de césped rodean el escenario donde actúan las estrellas, lo cual tiene su doble filo. Obliga a una limpieza constante y exhaustiva, y complica el montaje ya que en cada edición los instaladores se encuentran con un recinto diferente. «Hay ramas que crecen de un año para otro, y como tenemos que respetar la vegetación a veces nos las vemos y deseamos para tirar cables o colocar iluminaciones», dice Martín, que en realidad ve este handicap como una motivación que hace que el festival mejore cada verano. Porque en Noches del Botánico la sostenibilidad es un fin, pero también un medio.
«Somos uno de los pocos grandes festivales de España que no queman combustibles fósiles, reponemos el césped que se estropea, tenemos en cuenta cada especie de árbol a la hora de planificar el montaje...», explica Martín, orgulloso de que «el mimo y el cuidado por el detalle, y la propia frescura del entorno hagan que sea una lugar cada vez más visitado por familias y turistas, y también con más antelación, para poder disfrutar paseando o tomando algo antes de los conciertos. Ahora, en lugar de las lluvias, el fenómeno a tener en cuenta es el calor. Y en ese sentido, el Jardín Botánico es un aliado natural porque todo está lleno de sombras de árboles donde estás a tres o cuatro grados menos».
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Las características del recinto, la programación extendida en el tiempo y el perfil del cartel hacen que Noches del Botánico sea «la antítesis» de los macrofestivales que reúnen a decenas de miles de personas en tres días de aglomeraciones, colas y desparrame juvenil.
«El nuestro es un formato diferente pero complementario, porque tiene que haber de todo», opina el director, que lidera un equipo de diez personas que trabajan todo el año en Madrid (más otras veinte en Valencia dirigidas por Julio Martí) en coordinación con la Universidad Complutense, a la que Martín agradece «la buenísima disposición» con que renueva esta feliz alianza festivalera que ya ha recibido numerosos premios, y al que le queda todo este mes de julio para seguir poniéndole ritmo al estío madrileño.