En el quirófano donde curan las heridas de Hércules, el 'Miguel Ángel' del Retiro
La escultura se retiró del parque en 2021 y ahora se restauran los daños que sufrió con la nevada de Filomena
La Puerta de Alcalá, como la vio Carlos III: así fue su restauración
La avenida principal del pulmón verde de Madrid está vigilada por algunos ojos de piedra, pero falta un par desde hace tres años. Los de dos rostros de mármol viejo, desencajados, mientras pelean con una hidra de varias cabezas. Hasta enero de 2021, Hércules y ... su sobrino Yolao podían enorgullecerse de componer una de las esculturas más antiguas del parque del Retiro. Pero la nevada de Filomena arrasó el arbolado, una rama se precipitó sobre la pareja y la partió en dos. El Ayuntamiento de Madrid la guardó en un almacén durante meses. Ahora yace en un bajo del centro de la capital, un taller de restauración que pasa desapercibido, porque este peculiar Hércules está despedazado.
Después de la gran nevada de 2021, con el parque aún cerrado, los técnicos municipales revisaron los monumentos. Hay 127 repartidos por El Retiro, entre estatuas, fuentes, lápidas, puertas y grupos escultóricos. «Se hicieron inspecciones extraordinarias, con un metro de nieve, y este fue el peor parado. Tenía muchos trocitos alrededor, aquello era como un puzle», recuerda la jefa de la Unidad de Intervención en Monumentos del consistorio, Gema Sanz. Todos los pedazos de Hércules y la Hidra se recogieron y se numeraron en una primera intervención. Los mismos que están en quirófano desde el pasado noviembre, sometidos a un proceso muy similar al que dirigió el ayuntamiento en la icónica Puerta de Alcalá, pero a pequeña escala y sobre un mármol casi 200 años más viejo.
«Es una pequeña joyita», asegura el restaurador y arqueólogo Miguel Ángel Navarro. Él y otros tres especialistas en piedra de Ecra, la empresa adjudicataria de un contrato público de 35.000 euros, son los encargados de volver a a ensamblar una obra llena de sorpresas. La primera que se llevó Navarro, en cuanto el Hércules derrotado por Filomena llegó al taller, fue su tamaño: «Es más pequeña de lo que pensábamos». Después de esa primera impresión, el restaurador ha tenido tiempo para familiarizarse con la escultura partida, para fotografiar y estudiar cada contorno y recoveco. Eso, para él, es «poesía»: «Cuando pasas tiempo con una obra de arte te cuenta cosas, te da información». Y el valor de este semidiós petrificado está en los detalles.
Hércules está tumbado en una de las mesas del taller, separado de su sobrino, mientras que Yolao y medio cuerpo de la hidra de Lerna se yerguen sobre una mesita con ruedas. Una película brillante y amarillenta cubre ambas partes. Es una capa de látex, una técnica poco común para limpiar el mármol. «Las pruebas con láser las desechamos porque está muy deteriorada. El láser ataca con una microexplosión y hacía daño a la escultura, horadaba la capa superficial», explica Navarro. Aplicaron el látex sin expectativas, pero resultó ser la solución. «¿Por qué? Porque es porosa. Funciona por estrapos, como un tratamiento para eliminar los puntos negros de la nariz, y con el látex ya tienes un 20% de limpieza hecho. Es raro pero muy efectivo», añade el restaurador.
Los detalles en la espalda de Yolao, el sobrino de Hércules
Poco a poco, Navarro descubre la piedra blanca de Yolao. Despega la capa de látex –se aplica con amoniaco disuelto y se deja actuar durante un día– y alumbra con un foco los pies, el torso desnudo, la espalda. «El estudio anatómico no es normal. Es realmente un estudio anatómico de esfuerzo: el músculo de las espaldas, el costillar... el pie podría ser de Miguel Ángel», asegura Navarro, maravillado ante la vena que hincha el mármol en el tobillo derecho, ante una talla que le recuerda, en miniatura, al icónico David del Renacimiento.
Una obra de palacio
El héroe más antiguo del Retiro no tiene autor conocido y data de 1650. En el parque oteaba una isleta, justo enfrente de otro Hércules inmerso en su primer trabajo, matar al león de Nemea. Aunque los dos gemelos imitan la escultura mitológica barroca, el segundo es algo posterior y de menor calidad, según los expertos. Los archiveros de Patrimonio Nacional, el organismo encargado de preservar el legado de la Corona española, han desentrañado el pasado del pequeño y detallado Hércules: saben que se encargó para ubicarse en sitios regios, para decorar alguna habitación del Real Alcázar, el palacio madrileño de la monarquía hasta 1734. Carlos III, que vivió durante unos años en el Palacio del Retiro, ordenaría su traslado a los jardines donde ha resistido siglos e inclemencias. Hasta el temporal de Filomena.
El mármol es delicado en exteriores y Hércules y la Hidra, concebida para una estancia interior, ha sufrido las consecuencias. Por eso la restauración no se limita a resolver el destrozo provocado por una rama. «Primero hicimos una observación y vimos que mostraba un ataque biológico de líquenes, degradación biológica en las zonas más oscuras, donde se acumula el polvo y la contaminación», indica Navarro. La lluvia o los excrementos de aves son solo algunos de los factores que atacan la escultura, grisácea y redondeada en los puntos más erosionados.
La capa de látex se utiliza dos o tres veces y es el paso previo al lavado en profundidad. «Lo complicado de la limpieza es ver hasta dónde quieres llegar. Si quisiéramos la podríamos dejar blanca, pero no podemos hacer eso si es del siglo XVII; tiene que tener pátina, tiene que estar contando cosas con su vejez. Una cosa es que tenga cicatrices y otra que sea una enfermedad», puntualiza el restaurador. Aunque el blanco no sea inmaculado, los detalles volverán a ser visibles.
El montaje del puzle
El desafío es el posterior montaje. Son medio centenar de piezas desperdigadas, varias rotas y sin ningún hueco donde encajar. ¿Cómo se resuelve este puzle? «Pues un poco con ensayo error», contesta Navarro, «no es complicado saber dónde va cada pieza cuando ya conoces la escultura». Todos los trozos, algunos poco más que grandes que esquirlas, están numerados y se fijarán con resina epóxi, un potente adhesivo que sustituye a la escayola o el yeso que se utilizaba hace cien años. Los pedazos más grandes, como una pierna perdida, se «espigan»: se perfora un agujero a cada lado y se atraviesa con fibras de vidrio.
La obra ha soportado las inclemencias del exterior hasta enero de 2021, cuando una rama la partió en dos.
A pesar de este minucioso trabajo, «la maniobra más complicada será cuando Hércules se encuentre con su sobrino», afirma Navarro, «pondremos uno encima del otro y dejaremos las espigas en una sola dirección para que la escultura case». La última fase consistirá en pegar aquellas piezas que solo encajan si los dos familiares, el héroe encargado del trabajo y el sobrino que le ayuda a quemar los cuellos cercenados de la hidra, se juntan.
El trabajo estará listo en primavera, pero no está claro que este Hércules vaya a regresar a su lugar. «Es un debate porque es una escultura muy buena, es verdad que en Cibeles la puedes meter en un museo, pero privas a los madrileños de verla», dice la jefa municipal de Intervención en Monumentos, Gema Sanz. Navarro, el restaurador, es partidario de guarecerla bajo techo y colocar una réplica exacta en los jardines: «La obra se lo merece, es excepcional».
El autor es un misterio, presumiblemente italiano. Los expertos esperan los resultados de un estudio que determinará si la piedra procede de canteras españolas o se trata de mármol de Carrara, lo que despejaría alguna duda. Sin embargo, Hércules guarda otro secreto, una inscripción en latín apenas legible: 'Sobrex'. Despierto. Los restauradores desconocen a qué se refiere. Quizá es el pseudónimo del artista. O la premonición de que esos ojos pétreos seguirán abiertos muchos siglos más.