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La queja de los taxistas en Madrid: en torno al millar de conductores protestan contra la normativa de Ayuso por «la 'uberización' del taxi»

Han marchado contra la reglamentación del transporte que pondrá en marcha el Gobierno regional y que, según el parecer de los convocantes, «deja a los autónomos, como a los sanitarios, en manos de los especuladores»

Manifestación del sector del taxi contra el Gobierno regional DE SAN BERNARDO
Jesús Nieto Jurado

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Parte de los taxistas de Madrid, en torno a los 3.000 según los manifestantes, 800 según Delegación del Gobierno, se han concentrado en Orense, 60, junto a la Dirección General de Transportes. Con puntual regularidad iconográfica, tanto Mónica García como Rita Maestre han aprovechado la cabecera de la marcha para juntarse al clamor y al claxon, que han cubierto los tres carriles hacia el sur de dicha avenida. El lema, sostenido por una pancarta, era el «No la Reglamentación. No a la 'uberización' del taxi».

Como en toda concentración, esta parte de los profesionales madrileños, englobada por la Federación del Taxi de Madrid, la Asociación Élite Taxi Madrid, Taxi Proyecto 2.0, Plataforma Caracol, Colaterales del Taxi, Familias del Taxi, Taxi movimiento y Mujeres de taxistas de hoy en día, han exhibido sus quejas contra la reglamentación del transporte que estima poner en marcha el Gobierno regional y que, según el parecer de los convocantes, «deja a los autónomos, como a los sanitarios, en manos de los especuladores».

También, al igual que en toda manifestación o convocatoria que se precie, han aparecido las historias humanas. Las de quienes aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid o que un sector movilizado del oficio ha organizado su zarabanda en el eje paralelo a la Castellana.

Buscando la foto

Julio Sanz, presidente de la Federación Profesional, ha alardeado ante los medios de que los «políticos son efímeros», lo que por descarte hace al taxi eterno. Mientras, sus correligionarios le pitaban y cuando el compañero gráfico ha abierto plano se ha escuchado un «no me saques, que tengo que estar trabajando».

Recorriendo la larga marcha de autos como del Rayo Vallecano (la posibilidad de que se pueda cambiar el diseño es otra preocupación del sector) han ido surgiendo más y más testimonios, algunos amables, otros más acres. Como el de Marcelino Camacho (Torres), el «único Marcelino Camacho de los tres que habíamos», natural de Losar de la Vera, partido judicial de Plasencia, Cáceres, que lleva en el taxi desde el año 77 y que con acento y aires del sur portaba unos carteles que rezaban que «Ayuso nos atropella». Anótese que ya andaba cerca de las políticas de Más Madrid. Y así ha quedado inmortalizado.

Un taxista muestra un cartel durante la protesta DE SAN BERNARDO

Si hay claxon, la famosa vuvuzela del Mundial de Sudáfrica no parecía buen negocio, pero aun así, Antonio, portugués, la vendía a cuatro euros con resignación en su cara y entre las carcajadas cachazudas de los asistentes. Se ha podido constatar la presencia de mucho profesional del taxi retirado, pero dando soporte a sus compañeros para recordar a la presidenta regional y a la ciudadanía que se puede perder este transporte público «tal y como lo conocéis» en un órdago reiterado.

Urnas en la calle

No sólo han marchado madrileños; también sevillanos o valencianos. Francisco, Paco Alfonso y Modesta, junto a diez coches más, han arrancado a las cinco de la mañana desde la capital hispalense y se han dejado «150 euros, que está muy cara la gasolina» aunque estaban en Madrid para que los políticos «den su brazo a torcer». En un colectivo histórica y estadísticamente masculino, las mujeres se han hecho notar. Carmen vendía el 31 de la ONCE y acompañaba a su esposo, Alberto, que tenía el automóvil unos metros más adelante.

La cabecera iba acompañada de una furgoneta de alquiler con una megafonía que se ha entrecortado y que portaba, como 'los Jordis' en Barcelona, las urnas en la que parte de los taxistas dieron su parecer contra la normativa regional el pasado año; «si a Ayuso no le vale este referéndum, que se pase por aquí», se han justificado.

«Sacar al cliente y decirle cuatro cosas»

Lo que sí ha sonado, como una letanía, es el «a por ellos, oé», y los gritos de dos piquetes improvisados y exaltados que a los compañeros que han pasado con pasajeros en sentido contrario los han rociado con insultos y el volunto de «sacar al cliente y decirle cuatro cosas a la cara» porque hay «otro hijoputa currando». El derecho a la huelga, el derecho a trabajar y la Policía controlando de cerca y en silencio que no se desmadrase la situación. Hasta Reyes Maroto se ha pasado por la concentración, que todo suma en un perfil consistorial.

En el paso de cebra de la calle de Hernani que corta a Orense, un manifestante explicaba a un viandante que «ahora» ellos son «los malos para Ayuso». El redactor ha podido llegar y marcharse en VTC de la zona. Sin problemas. Sin algaradas.

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