Las promesas de la arquitectura del Madrid del mañana: piscinas para surfistas en plena 'city' a orillas del Manzanares
Los mejores alumnos de arquitectura de la Universidad de Navarra presentan sus propuestas para el rediseño del urbanismo en la capital, dentro del programa municipal 'Sueña Madrid'
El ayuntamiento estrena un 'buzón de sugerencias' para recoger las quejas y problemas de los madrileños
Imagine. ¿Alguna vez ha pensado estar paseando por Madrid Nuevo Norte y toparse de bruces con un surfista surcando olas gigantescas? ¿O ir caminando a orillas del río Manzanares y que uno de los mayores atractivos turísticos sea un innovador centro de acogida ... para inmigrantes? Pues esto puede llegar a ser posible gracias a los mejores proyectos presentados por alumnos del Máster de Arquitectura de la Universidad de Navarra, cuyas maquetas se pueden contemplar en la biblioteca Eugenio Trías, en el distrito de Retiro, hasta el próximo domingo. De los más de 100 proyectos presentados, solo 12 han sido reconocidos por la campaña del ayuntamiento.
Para llegar hasta aquí, los futuros arquitectos han tenido que conquistar al jurado de 'Sueña Madrid', una campaña impulsada por el Consistorio para que los ciudadanos saquen su lado más creativo diseñando la ciudad que está por venir.
Así, la aragonesa Pilar Vilarrubí ha querido proyectar una simulación de centro de alto rendimiento para surfistas profesionales en el futuro corazón financiero de la capital. Un proyecto que se ubicaría en el Centro de Negocios Nuevo Norte y que recuerda al dibujo de playa artificial que el consistorio tiene previsto inaugurar en el verano del próximo año, aledaña a la futura ciudad deportiva del Atlético junto al estadio Metropolitano.
Los inmigrantes también han tenido cabida en los trabajos de los alumnos, como prueba el centro de acogida situado a orillas del Manzanares que María Inés Sandoval ha diseñado. «El centro pretende ser flexible, modular, que se adapte y sea autosostenible, ya que su temporalidad es efímera y se encuentra en constante cambio», define la autora. «Hacer un proyecto de carácter público me ha dado muchas herramientas para conocer cómo están implicados cada uno de los agentes colaboradores a la hora de planificar», añade Sandoval sobre las oportunidades que le ha podido brindar el desarrollo de este proyecto a la hora de encontrar un trabajo estable.
Cada uno de los alumnos y sus proyectos forman parte de Terminus, un proyecto que es el final de la etapa académica y el comienzo de un tiempo donde la capacidad de imaginar nuevos mundos abre un horizonte de infinitas posibilidades.
Una muestra de las mejores ideas de fin de máster de los estudiantes de los de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra. Según declara Ana Vicente, responsable de admisión de posgrado, «los alumnos han trabajado durante todo el curso en sus proyectos».
Alicia Pinto, quien ha desarrollado su proyecto en una parcela cercana a la zona de la avenida de América, ha soñado con un centro cultural que podría ser construido aprovechando una meseta natural que se ha ido formando en la zona fruto del abandono. Sin embargo, reconoce que «es difícil que se genere un proyecto de un parque verde tan grande» porque «normalmente lo que se plantean son nuevos desarrollos residenciales»; aunque asegura que esa percepción debería cambiar, y más teniendo en cuenta que esta zona de Madrid no cuenta con ningún centro cultural.
Eduardo Ramírez, pamplonés, ha seguido la misma temática que su compañera Alicia Pinto, la del diseño de un centro cultural, en este caso en el barrio de La Guindalera. Su objetivo ha sido que, en un espacio verde, el centro cultural cuente con una serie de pabellones interconectados entre sí, para que así todo el público pueda nutrirse de todo tipo de contenidos. Para plasmar la idea a un espacio tan reducido como puede ser una maqueta, Eduardo ha utilizado jabón de glicerina porque «es un material que, moldeándolo, se puede llegar a conseguir las formas orgánicas que tiene el proyecto».
En relación a las principales diferencias que ven en la arquitectura madrileña con las de otros rincones del mundo, una alumna barcelonesa y otro costarricense toman la palabra. Para Andrea Martínez, de la capital catalana, «Madrid destaca por su modernidad y por sus grandes rascacielos»; aunque reconoce que, a nivel cultural, «Barcelona le tira mucho». Esta opinión la comparte Alberto Odio, alegando que en su país las edificaciones son más bajas, y eso es algo que le inclinó a trasladarse a la capital.
Otras dos estudiantes, Clara Álvarez de Toledo y Adriana García, no solo han destacado por su profesionalidad, sino también por haber querido mirar más allá de la ciudad de Madrid, en este caso, al municipio de Navalcarnero. A pesar de haber desarrollado dos proyectos con distintos matices, el punto común ha sido el mismo: los silos de grano –grandes construcciones diseñadas para albergar alimento que nutra a la población, sobre todo trigo–. Una idea que puede alegrar mucho al sector primario español, sobre todo cuando se está viendo una disminución de estos espacios, ya prácticamente imposibles de encontrar.
«El planteamiento de este proyecto parte de querer recuperar las estructuras industriales que se alzaron durante el siglo pasado con el objetivo de almacenar alimento para la población», comenta una de las creadoras, cuyo proyecto se va a extender a otras ciudades.
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