La plaza que nunca fue plaza resurge a espaldas de la Gran Vía madrileña
Las obras de reforma de los Mostenses y las calles del entorno terminarán en otoño, tras renovar el pavimento y ganar espacio para el peatón
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El ruido incesante de un martillo neumático interrumpe el devenir de una mañana en la Gran Vía. Cerca de la plaza de España, el estruendo, que se mezcla con los bocinazos de taxis y vehículos particulares que colapsan el tráfico, corta cualquier conversación. Las cabezas ... de los paseantes se giran, como tratando de adivinar de dónde procede el incómodo sonido de la maquinaria, pero solo aquellos que pasean por la acera de los números pares -además de un taxi que intenta colarse en una calle que no sabía que estaba cortada- lo averiguan.
No son obras en la Gran Vía las que causan el estrépito. Es la plaza de los Mostenses la que se levanta -literalmente- tras décadas de abandono y olvido. Una plazuela que es una suerte de isla formada por un mercado y cercada por cuatro calles a las que dan vida pequeñas carreteras y negocios, en su mayoría, chinos. La gente sigue su paso, sin desviarse, desconocedores de que a espaldas de la Gran Vía se rehabilita una plaza que nunca ha sido plaza con la intención de hacerla, prácticamente, peatonal.
Unos carteles advierten a los caminantes de por dónde pueden andar, en un recoveco del centro de la ciudad que ha sido invadido por andamios, vallas de obra, carretillas, excavadoras y una larga lista de materiales. El carril para que los coches que han ido al parking subterráneo sepan salir de este laberinto lo forman unos enormes bolardos blancos y rojos.
Es la reforma de una de las consideradas plazas «más feas» de la ciudad, que quiere dejar de serlo. «Éramos el basurero de la Gran Vía», dice José Ignacio Benito, uno de los comerciantes del mercado, en una frase que más que un comentario se convierte en una sentencia de la realidad que ha vivido esta plaza oculta de la ciudad. Desconocida por unos, desatendida por otros.
Benito regenta la jamonería que un día fue de sus padres y aplaude unas obras que considera tardías. «Ya era hora. Gran Vía es una calle del siglo XXI; mientras que esto, a solo unos pasos, se ha quedado anclado en los años 70», afirma este charcutero, vicepresidente también de la asociación del mercado de los Mostenses, que pone un ejemplo significativo. «Los adoquines llevaban años y años rotos. Tras las obras, esperamos que este entorno también se ponga en valor, ayudará la peatonalización», confía el tendero.
Reconstrucción de la histórica plaza de los Mostenses
Los trabajos no afectan solo a los Mostenses, sino a todo el entorno, con una inversión de tres millones de euros. Una de las intervenciones más destacadas será la conexión con la Gran Vía, mediante la creación de un itinerario peatonal, dejando solo un carril para la salida del aparcamiento subterráneo existente.
Las obras en la plaza comenzaron en febrero, tras actuar en las calles aledañas, como Antonio Grilo, General Mitre, García Molinas, San Ignacio de Loyola o Maestro Guerrero, a las que faltan unos remates que no se pueden dar para que las vías sean utilizadas por los camiones que portan el material. Desde entonces, se ha reforzado la losa bajo la que se sitúa el estacionamiento, donde se producían filtraciones, y se ha impermeabilizado todo el firme del enclave. Falta -según fuentes del Área de Obras y Equipamientos- solar y pavimentar la zona e instalar alumbrado y mobiliario, como pérgolas, juegos de niños y arbolado.
«Mitad de producción»
Padeciendo los trabajos desde los inicios está Joaquín Franco, que atiende tras el mostrador de su negocio de fotocopias y fotografía. «Son incómodas, la clientela ha bajado, estamos a la mitad de producción. Esperemos que cuando termine quede muy bonito, pero ahora estamos sufriendo el ruido y el polvo», revela el fotógrafo, histórico, conocido como el último de la Gran Vía.
Franco defiende, eso sí, la peatonalización, que espera que atraiga nueva clientela, «la que va por Gran Vía pero aquí no se acerca, no lo conoce», pero se pregunta cuándo será el fin. Desde el área responsable defienden que en otoño. Él tiene sus dudas. «O en verano, el próximo», asegura, con ironía.
Rodaje de la película 'El Bar', de Álex de la Iglesia, en la plaza de los Mostenses
Los Mostenses es mucho más de lo que parece, más que un cruce de calles y asfalto. Los obreros van y vienen, entre turistas despistados que casi no se ubican y comerciantes asiáticos que ven el día pasar desde las puertas de las tiendas, haciendo de la zona un pequeño Chinatown. «Ganaremos espacio, o eso nos han dicho, podremos instalar terraza incluso», confiesa Carmelo, responsable de la cafetería Selva Bar.
Es incluso un escenario de película, de varias, de hecho. En el karaoke -ya cerrado- que estaba en la entrada del parking se grabó una escena de 'Quién te cantará', de Carlos Vermut; y fuera, recreando -o calcando- El Palentino, Álex de la Iglesia rodó 'El Bar', en la confluencia con la calle del Álamo. En la cinta se llamaba El Amparo, en la realidad un toldo lo recuerda como El sol sale para todos.
Los Mostenses quiere resurgir, darse a conocer, cuando unos trabajos consigan embellecer una plaza que no existió. En sus orígenes, en el siglo XVII, un edificio albergaba a las monjas de Santa Catalina de Sena, que desapareció para dar paso a un mercado de abastos. Enfrente, un solar, en el único momento en que este lugar fue una plaza, pero que el crecimiento de la Gran Vía y la propia ciudad hizo desaparecer con edificios. El mercado resiste, reconvertido y confiando en que, tras las obras, vuelva la vida que un día tuvo.
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