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KISS, en el Wizink Center: llega el circo «shock-rock»

Su espectáculo de fuego, acrobacias y decibelios conquistará hoy la capital

Concierto de Kiss ABC
Nacho Serrano

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KISS no ofrecen conciertos, sino rituales. Y sus seguidores no son meros fans. Forman un ejército. Cuando se preparan para acudir a una cita con la banda, los miembros de la KISS Army pasan horas delante del espejo maquillándose con las pinturas de guerra de su héroe favorito ( Gene Simmons «The Demon», Paul Stanley «Starchild», Eric Singer «The Catman» o Tommy Thayer «The Spaceman»), y rompen sus huchas para arrasar con las últimas novedades de «merchandising» que el grupo neoyorquino lleva consigo a la ciudad de turno. Para ellos, ir a un show de KISS es siempre el mejor plan del año . Hoy podrán comprobarlo los miles de madrileños que llenarán el Wizink Center (22 horas) para asistir al último ritual de la banda de Nueva York.

En Estados Unidos son casi una religión (uno puede incluso pedir ser enterrado en un ataúd de KISS ), pero en Latinoamérica, Europa y Japón también han conseguido ser unos verdaderos gigantes del shock-rock, ese subgénero que da tanta importancia a la teatralidad escénica como a la propia música. Ellos no lo inventaron (fueron Screamin’ Jay Hawkins , Screaming Lord Sutch, Arthur Brown y, más tarde, Alice Cooper), pero sí lo llevaron a sus máximas cotas de popularidad elevando su espectacularidad a la enésima potencia a través de juegos pirotécnicos, llamaradas cegadoras y arriesgadas acrobacias que dejan boquiabierta a la audiencia.

Infalibles

Los momentos más álgidos de sus conciertos llegan cuando Paul Stanley se sube a una miniplataforma que lo lleva «volando» por todo el estadio cuando suena «Love Gun» , o cuando Simmons escupe litros de sangre a las primeras filas y se eleva con un arnés hasta las grúas de iluminación para hacer su solo de bajo en «I love it loud». Pero una velada con los autores de «I was made for lovin’ you» no deja ni un segundo para el aburrimiento.

Son los cuatro tipos más comprometidos con su espectáculo de todo el mundo del rock, y de hecho, ellos mismos defienden que KISS no es un grupo, sino una empresa de entretenimiento. En más de cuarenta y cinco años de trayectoria nunca han fallado en directo. Porque es imposible.

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