Explosivos, droga y dinero ilegal: así se preparan los perros policía que blindaron la Cumbre de la OTAN y el Orgullo LGTBI
ABC pasa un día con la Unidad Canina de la Jefatura Superior de Madrid, que ya ha hallado 330.000 euros y realizado 274 servicios de explosivos en apenas seis meses
Son las nueve de la mañana del Día del Perro, que se celebra el 21 de julio. Pero Alfa, Raúl, Karcsi y Nico no lo saben. Ya andan correteando por la cancha de entrenamiento del complejo policial de la Casa de Campo. Sus instructores ... y agentes al 'mando' les van dando las primeras órdenes de la práctica que llaman de «obediencia». Los canes, con su peto del CNP, como unos más, son ejemplo para otros Cuerpos del mundo, una elite animal y policial cuyos últimos servicios más notorios han sido la Cumbre de la OTAN y los diez días posteriores, cuando en la capital alrededor de un millón de personas han disfrutado del Orgullo LGTBI.
Allí estaba también la Unidad de Guías Caninos de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Más allá del manido 'héroes de cuatro patas', estos 81 animales (sobre todo, pastores alemanes y belgas) han prestado, solo en los seis primeros meses de 2022, un total de 76 servicios contra explosivos para altas personalidades; 35 en los plenos del Congreso de los Diputados y del Senado; 70 para la Casa Real; 47 en partidos de fútbol; 27 en baloncesto, y 19 grandes conciertos.
Y, si usted se fija, los habrá visto en las grandes ferias y eventos anuales, como Sicur, la Madrid Fashion Week, la Cabalgata de Reyes, la Pascua Miliar, Expojoya... En la Cumbre de la OTAN, además de rastrear Ifema y alrededores, trabajaron en los hoteles donde se alojaban los 5.000 miembros de las delegaciones y cada día revisaban el parque móvil de la convención. Un no parar.
Crecimiento de la droga
«Pero lo que más ha crecido son los servicios contra el narcotráfico», explica el inspector al mando de la Unidad, Alberto Sanz. Un tipo de delincuencia que lleva aparejado el blanqueo de capitales («son delitos conexos»). De ahí que haya perros especialistas en explosivos, otros en rastreo de billetes y los terceros, en detección de estupefacientes. Juntos, pero no revueltos, porque cada can es entrenado en una de estas faenas específicas.
Entre enero y junio de 2022, solo en la demarcación de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, los perros policía se han incautado de más de 330.000 euros, en colaboración con la Brigada de Policía Judicial, en 18 registros. La cantidad de droga decomisada por la Unidad de Guías Caninos ha ascendido en estos seis meses a 10 kilos de marihuana, 13 de hachís y 13 de cocaína, explica el inspector.
La Unidad Canina de la Brigada de Seguridad Ciudadana de Madrid nació en 1996, tras desgajarse de la Comisaría General, de ámbito nacional. «En aquella época, hubo un repunte de trabajo, sobre todo en explosivos», al estar en pleno auge el terrorismo de la banda ETA.
Sobre las características de los ejemplares aptos para este trabajo tan delicado, el inspector destaca «los instintos de cobro, de trabajo y lúdico; que sean sociables y estables». El perfil de los 39 funcionarios policiales, hoy en día, es de gente a la que le gusta los animales, de ahí que sea un destino totalmente voluntario, lo que redunda en estas estadísticas tan exitosas. El agente que quiere entrar en la Unidad Canina realiza un curso específico, teórico y práctico, de más de cuatro meses, donde ya se le asigna un perro.
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En cuanto a los animales, llegan a la Brigada por dos vías básicas, las donaciones y las compras. Curiosamente, en el complejo policial de la Casa de Campo, ha nacido una camada entre dos pastores alemanes; diez cachorros que una agente está cuidando en casa y que, probablemente, pasen a engrosar las filas de esta 'comisaría' tan peculiar. La vida media policial de un perro es de unos 8 años. Luego, se 'jubilan': «Desde ese momento se regalan y tienen un periodo de calidad de vida, para que disfruten», matiza el inspector Sanz.
A través de un enchufe
En el apartado que más trabajo existe, hace dos años, se llegó a un hito: en Alcalá de Henares, en un registro, se encontraron 550.000 euros y más de 50 kilos de cocaína, a un conocido clan de la Cañada Real. Lo curioso es que estaba metida la mercancía dentro de una caja fuerte encastrada en la pared, y el perro que lo marcó lo hizo al llegarle el olor a través de los agujeros de un enchufe.
Un perro no nace sabiendo. Es lógico. Necesitan unos seis meses de adiestramiento, que empiezan con las técnicas de marcaje y asociación de olores. Cuando detecta un estupefaciente o un billete o un explosivo, el animal sabe que se le va a premiar. «Se empieza a trabajar con ellos con marihuana y hachís, que es lo más fácil porque son las sustancias que más huelen. Luego, se complica, con cocaína, heroína, drogas sintéticas y billetes de curso legal. Al final, realmente, es un juego que se hace con el perro», explica el mando.
Trabajar con animales, afirma, «es de lo más satisfactorio que hay»: «Son muy agradecidos. Ellos no tienen un mal día. Si vienes enfadado de casa, te transmiten su alegría». En el terreno eso se palpa. Esa ansia de agradar, de jugar y, claro, de recibir luego su recompensa, normalmente en forma de juguete, mordedor o algo de comida. Toda la fiereza que aparentan en la escena más dura a la que ABC pudo asistir se convierte luego en petición de mimos, caricias y juegos.
La secuencia es digna de una película de acción. Un hombre armado intenta escapar subiendo a su furgoneta. Suenan dos disparos. El policía da orden al perro de que lo evite. En este caso, Nico corre decenas de metros, sin dar lugar al delincuente a que accione el motor del vehículo. El can se mete por la ventanilla del copiloto, que está abierta, agarra por el brazo con sus fauces al sospechoso y, literalmente, tira de él hasta sacarlo por la ventana y dejarlo inmovilizado en el suelo. Lógicamente, se trata de un agente, Nacho, enfundado en un mono acolchado que le cubre el cuerpo.
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En otra práctica, Karcsi es requerido por la presunta colocación de una bomba lapa en los bajos de un vehículo. Está preparado para eso y más. El perro se acerca y, en la parte trasera, escondido, está el artefacto. Cuando está seguro de que ha dado con el objetivo, Karcsi se sienta tranquilamente junto al vehículo y mira a la agente Begoña, su adiestradora, como diciéndole que efectivamente está ahí lo que busca. A través de la emisora policial, se da a viso al Tedax y a la central.
En el distrito de Tetuán, hace un mes, la comisaría preparaba una investigación sobre la lacra de los narcopisos. Gracias a la Unidad Canina, se hallaron 166.000 euros en efectivo, así como distintas cantidades de droga, como hachís y cocaína.
Operación Emperador
El sol empieza a caer inmisericorde sobre el complejo de la Casa de Campo. Rubén pide un baño en la piscina especial donde le gusta remojarse de vez en cuando, bajo la atenta mirada del policía Toni, del que es su sombra. Es hora de volver a sus 'aposentos'. Mañana, él y sus compañeros peludos tendrán que salir a salvar vidas, sí. O a desmantelar un narcopiso.
O a encontrar en un carrito de la compra, como ocurrió en la operación Emperador, contra la mafia china, 6 millones de euros en billetes. Y otros tantos, en apenas dos minutos, escondidos en 'caletas' tan peculiares como el interior de una impresora, un bidé o cajas amontonadas.
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