Pedro Alberto Sánchez, organista y maestro de capilla del Monasterio de El Escorial: «La primera vez que vi tocar un órgano, me parecía imposible»
Hoy actúa en la XLII Semana Internacional de Órgano de Madrid, que él mismo dirige desde hace doce años
Nacho Serrano
La Parroquia de San Manuel y San Benito de los Padres Agustinos (Alcalá 83) celebra hasta el próximo viernes la XLII Semana Internacional de Órgano de Madrid, un encuentro de entrada gratuita que contribuye al conocimiento de este instrumento polifacético y lleno de ... historia que impulsa el amor por la música y la belleza, y en el que están participando algunos de los mejores organistas del mundo como Gustavo Delgado y Ofelia Gómez (que actúan mañana), Levente Kuzma (el viernes) o su propio director, Pedro Alberto Sánchez, organista y maestro de capilla del Monasterio de El Escorial.
-¿En qué consistirá su concierto de mañana?
-Voy a empezar con dos obras pequeñitas de Lorenzo Perosi, un sacerdote que fue maestro de capilla de San Pedro, y que fue muy importante en la música religiosa del siglo pasado. Después habrá tres obras de Bach, porque es el monstruo del órgano. También tocaré un Ofertorio de Jesús Guridi, una obra de Mendehlsson, otra de Giovanni Morandi y terminaré con otra de Jacques-Nicolas Lemmens.
-Usted entró en la Escolanía del Monasterio de El Escorial con diez años. ¿Cómo era aquel chaval? ¿Fue allí la primera vez que escuchó un órgano?
-Sí, fue allí. A mí siempre me había gustado cantar y la música en general me llamaba mucho la atención. Cuando ingresé y vi tocar al cura, me parecía una cosa imposible. Pero me encantaba verle, y también el sonido. Antes era una música familiar porque todo el mundo iba a la iglesia, y a mí me entró ese gusanillo.
Los 'chicos del coro' del Escorial: música para salvarlos de la guerra
Jesús Nieto JuradoLa Escolanía del Monasterio del Escorial ofrecerá veinte becas educativas para el curso que viene, cinco de ellas destinadas a niños de Ucrania con objeto de paliar el dolor de la batalla a través de las canciones y la camaradería
-Después estudió en el Conservatorio Arturo Soria.
-Así es. Después de mis cinco años de piano, ese era el único sitio de toda la Comunidad de Madrid donde se podría estudiar órgano. ¡Y lo sigue siendo! Eso es un problema, porque en El Escorial aparecen niños que se interesan por el instrumento, y en el Conservatorio de El Escorial no se puede estudiar órgano. Es una pena que se pierda esa cantera porque sólo tengan un sitio en la capital para estudiarlo.
-Siguió sus estudios en Roma.
-Antes me matriculé en el Conservatorio Superior en Atocha, pero sólo estuve tres meses. Después fui a Roma, al Conservatorio Santa Cecilia, y cuando volví... ¡sorpresa! No me convalidaban los estudios. Después de pasar un año de cabreo, me lié la manta a la cabeza y volví a repetir los cuatro años de estudios.
-¿Qué peculiaridades tiene el órgano de El Escorial? Imagino que cada instrumento es una obra de arte única.
-Ya sabes que en El Escorial todo es a lo grande (risas). Hay cuatro órganos en la Basílica, y en 1963 se hizo una reforma que conectó los cuatro a una sola consola.
-¿Cómo se financia el festival?
-Cuando estaba el padre Losada, tenía mucha mano para conseguir ayuda y conseguía mucho dinero. Cuando llegué yo no me conocía nadie y estábamos en plena crisis, y se pasó de recibir equis euros a no recibir nada. Entonces yo sólo pedí al Ayuntamiento que se nos ayudara con la publicidad, y en cuanto a los alojamientos de los artistas, pues como buen fraile iba pidiendo descuentos a los hoteles. Pero hubo un momento en el que me cansé de eso. La verdad es que desde entonces, los frailes agustinos se están portando fenomenal porque ven que al público le gusta el festival.
MÁS INFORMACIÓN
-Como profesor de la Escolanía, ¿ve futuro en la profesión de organista?
-Te podría devolver la pregunta, ¿cómo está el periodismo? (risas). Lo cierto es que esto es como todo. Si preguntas a la gente por la calle cómo están las cosas, casi todos te dirán que las cosas están difíciles. La ventaja que tenemos los organistas es que somos pocos, y entonces, aunque no haya mucho trabajo, trabajo hay. En bodas, funerales, etc... Pero hay gente que cuando termina la carrera, o bien no quiere saber nada de la Iglesia, o bien no tiene ni idea de lo que conviene tocar en una comunión o una boda, porque no se lo han enseñado. Pienso en el padre Soler y en otros tantos que han sido esenciales en la historia del órgano en España, y en realidad, todos nos hemos tenido que buscar la vida y esforzarnos por salir adelante. La lástima es que no veo compromiso en quienes tienen la capacidad de darle la importancia que tiene.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete