El patio de la discordia que divide a un colegio de El Escorial
Padres de un centro en las antiguas Casas de Oficios del monasterio, en pie de guerra por el espacio para el recreo
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A la sombra del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, cientos de niños corren, juegan a la pelota y disfrutan de la amplitud del espacio del que disponen durante los minutos de recreo. Esta circunstancia es nueva para los estudiantes del Colegio ... Integrado de Música Padre Antonio Soler. Hasta hace casi un mes, la ubicación de su patio se encontraba a pocos pasos del nuevo emplazamiento, en un parque conocido como La Bolera y un poco más resguardado que el actual. Esto ha puesto en pie de guerra a los padres de los alumnos de este singular centro, que exigen que se recupere «de manera prioritaria y urgente» el uso del sitio en el que han convivido los alumnos desde hace dos décadas.
Para comprender esta situación hay que remontarse al año 2003, cuando se constituyó este colegio –en el que estudian cientos de alumnos de Primaria desde el tercer curso, de Secundaria y de Bachillerato–; y se ubicó con un contrato de arrendamiento en lo que fueran dos de las tres Casas de Oficios del reconocido monumento, situado a los pies de la sierra de Guadarrama. Estos edificios, en los que en época de Felipe II se encontraban los aposentos de aquellos que trabajaban para los reyes, son propiedad de Patrimonio Nacional.
El patio que se utilizaba antes de La Bolera se encontraba en uno de los edificios y se quedó «minúsculo» para la cantidad de alumnos que estudian en este centro, cuenta a este periódico Víctor Ambroa, director del Padre Antonio Soler. Así, a través del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, consiguieron que Patrimonio Nacional les cediera sin ningún tipo de coste el espacio que usaron hasta la vuelta de las vacaciones de Navidad. «No podemos reclamar un lugar en el que no hay ningún contrato de alquiler y que nos dejan siempre y cuando no se hiciera uso de él», explica.
Hace unos meses, Patrimonio Nacional trasladó al director de este centro que pretendían recuperar este espacio para transformarlo en un punto de paso de los visitantes para que lleguen hasta la oficina de información turística, taquillas y la tienda de recuerdos, cruzar el paso empedrado y comenzar la visita.
Por ello, ahora los niños son conducidos a media mañana y después de la hora de comer por unos monitores con chaleco reflectante hasta La Lonja, una explanada situada a un lado de la entrada habilitada para que los turistas comiencen su visita a este centenario monumento.
El traslado a este espacio no ha sido bien recibido por los padres de los estudiantes, por lo que han mandado escritos a distintas administraciones, entre las que se encuentra la Consejería de Educación, el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial y el Defensor del Pueblo.
«Los alumnos no solo han perdido un espacio para su recreo, sino que, mientras que se resuelve esta situación de desamparo, se ven obligados a pasar su tiempo de descanso en una zona incómoda y fría, que además está abierta al público, no reuniendo las condiciones de seguridad y salubridad que el recinto debería tener», exponen en esta queja.
Exigen que se recupere el espacio anterior, «que está mejor resguardado del clima» que La Lonja, «que no reúne las condiciones de seguridad y de protección de los derechos de imagen de los menores», ya que, según indican, los turistas fotografían a los menores.
La dirección del centro integrado ha trabajado desde que ha tenido conocimiento de este requerimiento para encontrar un lugar idóneo donde ubicar a los alumnos. Así, según explica Ambroa a este periódico, se ha conseguido habilitar además de esta ala norte de la explanada que rodea el monasterio, una zona conocida como Los Canapés, que tiene más vegetación y es más amplia. Además, el director ha mandado una petición a la Policía Municipal para que haya un agente que les ayude a bajar hasta La Lonja.
Eso sí, no solo se ha barajado la opción de incrementar el control en la zona, también se estudia la posibilidad de trasladar a parte de los estudiantes al comedor del colegio de San Lorenzo, situado a unos minutos andando del CIM Padre Antonio Soler, que también es público y está gestionado por la Comunidad de Madrid. «Todo lo que sea buscar una solución desde dentro de la propia Consejería de Educación es mejor que andar pidiendo permisos a terceros», asegura el director.
Mientras perfilan una solución que contente a todos y afiance la principal preocupación del director –la seguridad–, los niños seguirán disfrutando de la amplitud de la explanada de un edificio emblemático. Todo, a pesar de que en ocasiones el personal de seguridad del monasterio les pida más cuidado con la fachada del conjunto arquitectónico por el que han pasado grandes personalidades de la historia de nuestro país.
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