El paso elevado de Atocha que un taxista castizo bautizó como el 'scalextric'
HISTORIAS CAPITALES
Fue el primero en comenzar a funcionar, en mayo de 1968, y el primero en ser retirado, en 1986
Adiós a los últimos 'scalextric' de Madrid: la capital deja atrás el modelo del siglo XX
Madrid
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Iniciar sesiónEn los años 60, el parque de vehículos de Madrid comenzaba a crecer con fuerza, y con ello llegaron los problemas de congestión en más de una arteria ciudadana. Para solucionarlo, las autoridades municipales pensaron en construir pasos elevados. El primero de los cuales fue ... el de Atocha, un triple vial que cambió por completo la fisonomía de esta zona de la ciudad, aunque algunos de los que circulan por allí a diario ni lo recuerden ni lo imaginen.
La prensa recibió la noticia con sorpresa y hubo muchos comentarios, en especial de articulistas, contrarios a la medida, que algunos calificaban como «una calzada aérea». Atocha era, en ese momento, uno de los núcleos con más saturación de tráfico en la capital.
Las obras fueron de categoría: los tres tramos de paso elevado tenían una longitud conjunta de 1,2 kilómetros, y el peso total de las estructuras metálicas que lo sustentaban era de 1.400.000 kilos. Una de las empresas constructora, Duro-Felguera, invitó a los periodistas a una cena en Lhardy y luego les llevó a recorrer, a pie, la infraestructura a punto de inaugurarse.
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Este enorme 'mecano' se montó con dos tipos de estructuras: unas con las llamadas vigas metálicas de alma llena -compuestas por diferentes planchas soldadas o remachadas entre sí-, de 18,50 metros de luz, y otras con tramos metálicos especiales, la más alta de las cuales tenía 51 metros de distancia horizontal entre sus apoyos. Y dicen las crónicas de la época que recibió el nombre de 'scalextric' «por el fino humor y la graciosa chispa de un taxista castizo».
Al estar el subsuelo en esa zona plagado de galerías de servicios y túneles de Metro y tren, la cimentación del paso elevado se hizo con pilotes de hormigón parcialmente armados de distintos diámetros. Se realizó en cien días, con un total de 2.355 metros lineales de pilotes, antes de los cuales hubo que hacer sondeos de localización.
El color
Como curiosidad, más allá de las particularidades técnicas de la obra, hubo también mucho debate entre los técnicos de las empresas constructoras y los del ayuntamiento para decidir en qué color debía pintarse esta enorme estructura metálica. Ganaron los partidarios del gris, en consonancia con el resto del asfalto. También se estudió con cuidado la iluminación, de manera que facilitara el paso de los vehículos sin deslumbrar a lo conductores que transitaran bajo el mismo.
Hubo también sus críticas, a esta y otras obras de aquel periodo, recogidas convenientemente en la prensa: los urbanistas, protestaban algunos, eliminaron plazas ajardinadas recubriéndolas de asfalto. Y en el caso concreto de Atocha, más de uno lamentaba el afeamiento de la plaza con este enorme scalextric. Por otro lado, también había quienes apuntaban que, gracias a esta fórmula, «los atropellos y colisiones descendieron considerablemente» en este lugar, considerado antes uno de los puntos negros de la circulación en la ciudad. Aunque se siguieron registrando; el primer accidente de importancia en el paso elevado se produjo en el mes de septiembre de 1968: un autobús con 42 viajeros, procedente de Badajoz, se salió de la vía a consecuencia de la lluvia y cayó sobre un camión que transitaba a nivel de calle. Por otro
Muchos años tuvieron que pasar, y muchos coches sobre el scalextric de Atocha, para que finalmente se decidiera su retirada. Otros tiempos y otros puntos de vista sobre el urbanismo determinaron la desaparición de estas piezas, que restaban luz y perspectiva a muchas plazas madrileñas, además de generar una concentración de tráfico imposible en las mismas.
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Los trabajos para su desmontaje iniciaron su último tramo en abril de 1986, devolviendo a la plaza su aspecto despejado y la posibilidad de disfrutar de la bellísima entrada de la estación de Atocha o del elegante edificio del Ministerio de Agricultura. Se estudió en su día que las piezas desmontadas de aquel enorme mecano se trasladaran a otros lugares donde pudieran aún prestar servicio. Hubo conversaciones en esa línea con el Ayuntamiento de Coslada, para plantar una parte como puente sobre el ferrocarril. Del resto, se dijo, se vendería como chatarra, e incluso el Ayuntamiento planteó que se harían llaveros de recuerdo.
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