Pánico en Alcobendas: un hombre intenta atacar con un bolomachete y un cuchillo a policías y vecinos
El sujeto fue interceptado por una decena de agentes en plena calle, utilizando una pistola táser (eléctrica), para inmovilizarlo. También se autolesionó en los brazos. Puede sufrir una enfermedad mental
Madrid
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Iniciar sesiónLa Policía Nacional y la Local de Alcobendas abortó ayer por la mañana lo que pudo ser una masacre en la ciudad. Un hombre salió a la calle con un bolomachete (como los que utilizan las bandas latinas, aunque este no es el caso) ... y otro cuchillo en las manos.
Los movía por el centro de la localidad con actitud amenazante, llegando a intentar agredir a varias personas. Hasta una decena de agentes de ambos Cuerpos intervinieron en su caso.
El suceso comenzó cuando el muchacho comenzó a ponerse violento en su casa y se dio aviso a la Policía Local. Al llegar, les abrió la puertas e intentó agredirles, abalanzándose contra ellos. Se trata de un vecindario situado en la zona norte del municipio.
Salió, con una camiseta blanca gritando «¡Bajad las porras!», para caminar erráticamente por una avenida. Los coches patrulla tenían tomada la zona y los uniformados. Primero, en los vídeos a los que ha tenido acceso ABC, se ve al sujeto, bastante joven y coorpulento, dirigirse con paso decidido hacia un hombre, que intenta alejarse despacio caminando de espaldas.
Acorralado por los agentes
Pero en cuanto le da el alto el primer policía, cambia de rumbo y se dirige hacia él, con intención de atacarlo. Pero lo que hace es autolesionarse: se le ve en otra imagen acuchillarse a sí mismo, en los brazos, ante la estupefacción de los vecinos y demás testigos: «¡Se está cortando, se está cortando!«, »Está mal de la cabeza«, dicen. Es probable que sufra una enfermedad mental.
Comienzan a escucharse muchas sirenas policiales, al tiempo que los primeros agentes le acorralan, pero a distancia, pistolas en manos. Los expertos siempre recuerdan que es más peligroso un individuo con un arma blanca que uno con una de fuego, pues el ataque es más imprevisible.
«¡Al suelo! ¡Al suelo»
Los agentes desplegados ordenan a los viandantes alejarse y no paran de gritar al individuo dándole el alto: «¡Al suelo!», repiten. Todo esto, durante el recreo de unos niños de un colegio muy cercano. Afortunadamente, no hubo que lamentar grandes repercusiones.
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En ese momento, cambia de rumbo, hacia la dirección opuesta y, ya en la calzada, intenta correr hacia los policías. De repente, se ve pasar entre los coches aparcados a una mujer (al parecer, familiar del enfermo) y es en ese momento cuando le disparan con la táser, quedando finalmente reducido.
Fue trasladado al hospital, donde se recupera del brote y de sus heridas autoinflingidas, que no revestían gravedad.
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