Una segunda vida para las 500.000 colillas que se recogen cada día en Madrid
Investigadores de la Universidad Politécnica logran convertir este residuo tóxico en aislante para edificios. Centro, Chamberí o Salamanca registran las mayores concentraciones de filtros usados
El reciclaje en España está en manos de asociaciones y ONG
Madrid
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Iniciar sesiónEn parques, aceras, terrazas o bosques, se mire por donde se mire, siempre hay gente fumando, y a su alrededor, alguna que otra colilla. Son más de 5 trillones de cigarros (una cifra con 18 ceros) los que se consumen anualmente en ... todo el planeta, quedando millones de ellas depositadas en vías públicas y fluviales de todo el globo.
Madrid no se queda atrás en estos datos: cada día se recogen alrededor de 500.000 colillas (según las últimas cifras municipales) y el 73% de los espacios públicos albergan estos residuos. Desde la Universidad Politécnica de Madrid, se ha buscado una solución a la problemática que deja este material, que no destaca por ser fácilmente biodegradable: darle una segunda vida aprovechando las propiedades aislantes térmicas y acondicionadoras del sonido.
El aula-museo de la Escuela Técnica Superior de Edificación de la UPM alberga, además de representativas muestras de construcción de distintos sistemas y épocas, un pequeño laboratorio en el que han trabajado durante meses los profesores de distintos departamentos David Caballol, Patricia Aguilera, Mónica Morales-Segura, César Porras-Amores y, la becaria, Marina Poblete. «Pensamos en una forma que permita recuperar todas esas colillas que no tienen fácil reciclaje ni uso», explica Caballol a este periódico.
De esta manera, el avance ha pasado por dos investigaciones. Por un lado, el proceso de descontaminarlas –«que se hace a nivel químico» y cuyo estudio lleva a cabo otro departamento–, y por otro, del que se han encargado estos profesores, la forma de que mejore la absorción acústica del yeso y permita acondicionar el sonido de, por ejemplo, falsos techos en espacios con mucho ruido.
Antes de comenzar las pruebas, las colillas pasan por un proceso tedioso de limpieza. Una vez descontaminadas y mezcladas con el yeso, estas boquillas se pueden utilizar para conseguir varios beneficios, siendo el aislamiento térmico uno de ellos. Sin embargo, como ya existen varios medios en construcciones que giran en torno a esta necesidad en edificios, los investigadores decidieron seguir el rastro al acondicionamiento acústico.Lo que no hay que confundir con el aislamiento de sonido, insisten estos investigadores.
«Acondicionar es absorber acústicamente, sirve para que puedas escucharte bien en una sala. Si habéis ido a un restaurante y no habéis podido hablar es porque el acondicionamiento es malo. Aislar, por su parte, es impedir que el sonido de fuera llegue al interior», aclara David Caballol.
Hasta llegar a la idea definitiva, se llevaron a cabo ensayos que dieron de resultado varias muestras que analizar. Con una placa de yeso en la base y todas las colillas colocadas en vertical, consiguieron la forma de una especie de «cepillo» que, según determina el estudio de la UPM, permite una absorción acústica del nivel de cualquier material utilizado actualmente, como lo son las sonadas lana de roca o la espuma de poliuretano, que abrieron debate recientemente por el incendio en un edificio del barrio de Campanar (Valencia) que se cobró la vida de diez personas hace poco más de una semana.
Así, el resultado es un nuevo tipo de ecopanel de yeso que deja el beneficio añadido de que no incrementa los costes del proceso de fabricación y que permite el reciclaje de un material que resulta problemático para el medio ambiente. A pesar de esta clara ventaja para el entorno, las colillas recicladas, aún habiendo pasado por un proceso de descontaminación, dejan una tonalidad amarillenta que no se desprende con facilidad de este material, además de un fuerte olor.
Para el primer obstáculo, este estudio ha encontrado una técnica que permitiría un acabado mejor recubriendo las colillas amarillentas con un velo transparente acústico –blanco o negro– descubrieron el mismo resultado en cuanto a absorción del sonido que si no estuviera revestido con este material.
Por otro lado, el hedor que desprenden y los múltiples químicos que continen las colillas suponen aún una traba imporante para el reciclaje de esta materia y que aún no se ha conseguido avanzar lo suficiente para ser usado adecuadamente.
«Es terrible hasta el nivel de que las últimas pruebas las hemos tenido que hacer con filtros limpios porque nos llamaron la atención ante el olor que salía del laboratorio», subraya Mónica Morales-Segura, la impulsora del proyecto y quien tuvo la inciativa de investigar el uso de las propiedades de estos filtros en edificación.
La idea surgió de una manera bastante natural. «Mientras cenaba me puse a pensar en este material y se me ocurrió que se podría investigar», admite Morales-Segura. Sin embargo, el de la Universidad Politécnica no es el primer estudio que se ha realizado en torno a la manera de utilizar las boquillas para la construcción.
Aquellos que fuman, lo hacen en todas partes y las colillas, al ser ligeras, su propagación y acumulación en espacios de ocio o aceras es muy sencilla, y ha acabado por traducirse en un problema de salud pública.
En 2020, un grupo de investigadores de la Universidad de Alcalá crearon sistemas de información geográfica para estimar y cartografiar la presencia de colillas en el entorno urbano y lo han aplicado a las calles de Madrid. El mapeo, cuyos resultados acabaron publicado en la revista 'Environmental Research', les permitió descubrir que casi un 73% de estos residuos queda arrojado en espacios públicos de la ciudad.
Se encontraron altas concentraciones de colillas alrededor de los locales de hostelería, entradas de transportes públicos, centros educativos, supermercados y otros pequeños comercios, parques infantiles y entradas a entidades bancarias.
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Además, este estudio determinó que la presencia de estos residuos no es uniforme en todos los barrios de la capital. Así, distros como Centro, Chamberí o Salamanca, que cuentan una alta densidad de comercios, locales de ocio, actividades turísticas y de población registraron las mayores concentraciones de colillas en la ciudad.
Además de las evidencias resultantes de diversas investigaciones que demuestran que el tabaco es está asociado a un mayor riesgo de cáncer y enfermedades respiratorias, queda demostrado que es un gran problema incluso para quien no fuma. Investigaciones como la de la UPM resultan hoy cruciales para aportar avances que allanen el camino a futuros descubrimientos en el reciclaje de este residuo.
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