Un año sin el niño de Morón: la falta de colaboración de la madre acerca el archivo provisional del caso
La Policía Nacional no para de trabajar en este caso, aunque Macarena sigue libre y sin que el fiscal pida su encierro. Y todo, pese a reconocer que lo mató
Macarena y Antonio David, en la parroquia de su pueblo
En punto muerto, pero seguimos trabajando sin descanso. La madre es la principal investigada, pero hay temas de los que no conviene hablar». Así explican fuentes policiales la situación en la que se encuentra la investigación de la búsqueda y más que probable muerte hace ... justo un año de Antonio David Barroso Díaz, el niño de 15 años de Morón de la Frontera (Sevilla) al que su madre, Macarena, hizo desaparecer durante un errático viaje con Madrid como punto fundamental del caso. La causa está calificada como compleja por el juzgado del pueblo hispalense donde residía con Macarena. Esto supone que, si las cosas siguen por el mismo camino, dentro de seis meses el caso podría ser sobreseído provisionalmente, a la espera de que aparezcan nuevos indicios o pruebas que permitan reactivarlo. También se contemplan «otras figuras» jurídicas llegados a ese punto.
Macarena, de 36 años, con un trastorno bipolar, ha aportado «múltiples versiones incongruentes» a los investigadores de la Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer Central (Ufam) de la Policía Nacional, con los que colaboran la Brigada Científica de Madrid y la Central de Homicidios. Dice que sufrió un brote psicótico.
Algo que la mantuvo un mes ingresada en los psiquiátricos de los hospitales de Segovia y Virgen de Valme (Sevilla) el mes después de los hechos y su inmediata detención en una estación de servicio de la localidad segoviana de Carabias. Allí fue hallada por la Guardia Civil, ya sin el niño, desorientada y al volante de su coche adaptado.
Hay dos puntos comunes en sus versiones: el niño está muerto (primero dijo que lo mató ella, de dispares maneras, según la declaración de turno) y que se deshizo del cuerpo y de su silla (sostiene que en distintos contenedores de las afueras de Madrid, en el entorno de entrada por la A-5, entre Arroyomolinos, el centro comercial Xanadú e incluso la zona de Campamento). Antonio David tiene una discapacidad casi del 100%, no puede comer, asearse ni caminar por sí mismo. Tampoco habla.
La versión inicial, la que espontáneamente dio en la estación de servicio segoviana donde fue hallada, es la que más credibilidad tiene para la Policía: «He matado a mi hijo y lo he lanzado a varios contenedores cercanos a Madrid. Junto a un edificio blanco y rojo abandonado». Los investigadores cuentan incluso con varios croquis realizados por Macarena, que tras ese mes ingresada en los psiquiátricos, fue puesta en libertad. Tanto el juzgado como el Ministerio Fiscal parece que dan credibilidad a la versión más favorecedora para esta mujer, cuya imputación, por ahora, es por desaparición de su propio hijo.
No ha pisado la cárcel y hace una vida aparentemente normal en su pueblo, con comidas familiares, desayunos en el bar y rutinas de entrenamiento en el gimnasio con su hija mayor. Eso sí, ha dejado de publicar fotos con David y comentarios al respecto en su muro de Facebook, donde permanecía siempre muy activa los meses posteriores al terrible suceso.
Sin embargo, todo un año de investigaciones y diligencias no han dado frutos aún; y no será por confesiones de la madre, aunque ahora se cierre en banda. Los agentes llevan doce meses haciendo todo lo imaginable, lo que se puede contar y lo que no, dentro siempre de la legalidad más estricta.
«No lo lanzó a un barranco»
Se han peinado cientos de kilómetros de cunetas, sobre todo aquellas con un desnivel que dificultara la visibilidad del cuerpo; se han hecho reconstrucciones del itinerario con y sin Macarena (quien curiosamente entró en brote cuando acompañó a la Policía en uno de ellos); se han mirado barrancos y desfiladeros («No creemos que esté ahí»), sobre todo entre Talavera, Madrid, Riaza y Carabias (estas dos últimas, en la provincia de Segovia); monasterios, sectas... Y qué decir de aquellos dos meses de búsqueda en los vertederos de Pinto y Valdemingómez, a los que fueron a parar los restos de las zonas donde Macarena dijo que había tirado a la basura a su hijo y a la silla de ruedas. Toneladas de residuos removidas sin rastro alguno de David.
Antonio y Macarena se separaron en 2007, al poco de nacer el niño. Tienen una hija mayor en común, Míriam, alineada con sus madre y el resto de la rama materna de la familia. Él se encuentra desesperado. Comparte la vida con otra mujer y tiene una niña pequeña. Su gran bastón es Luis Núñez, que hace las veces de portavoz y que apenas dos semanas atrás emprendió una reconstrucción con dos criminalistas, al margen de la ya realizada por la Policía Nacional. Sin resultados claros.
Hay que remontarse dos días antes del domingo 12 de septiembre de 2021, fecha en que Macarena cogió al niño y se lo llevó camino a la muerte, para intentar hilvanar una cronología tan clara en algunos aspectos y tan disparatada en otros, como los cambios de personalidad de la madre. En una de sus declaraciones, dijo que fue ese día cuando «al niño le comenzó a salir espuma por la boca y se murió». Es la que mantiene ahora, que cuenta con abogado, y añade que pasó tres días con el cadáver del niño en la vivienda, hasta que se deshizo de él. «No nos creemos nada de eso. Ahora dice que no sabe nada del niño. Se nota que tiene ya acceso a un letrado», indican fuentes policiales.
«Le inyecté agua para matarlo»
En otra ocasión dijo que ella le inyectó una jeringuilla con agua, para acabar con su vida. Pero lo cierto es que el 11 de septiembre Antonio David estaba vivo. La investigada había acudido a misa a las nueve de la noche. Se había vuelto una devota tan radical, que incluso llamó la atención a los dos párrocos que frecuentaba. A uno de ellos lo llevaron los policías al psiquiátrico de Segovia para intentar sonsacarle algún dato de lo que había hecho con el niño. Nada se consiguió.
El 11 de septiembre, al volver de misa, Macarena recibió en su casa, entre las diez y las diez y media de la noche, a un vecino, que le arregló un grifo. Este testigo dijo que oyó la respiración y sonidos guturales del crío desde la habitación contigua. Eso sí, Macarena prácticamente ya se había deshecho de todos los muebles de la casa.
A primera hora de la tarde del 12 de septiembre, tras arrojar su teléfono móvil a un contenedor cercano (se fue sin ningún teléfono), emprendió un supuesto viaje hacia Santiago de Compostela, para ofrecer al niño al Santo para su sanación; en otra ocasión ha dicho que era «para resucitarlo». Lo cierto, es que al día siguiente, los servicios sociales de Morón iban a realizar una visita al niño y la madre, tras una denuncia de desatención del padre.
Primero, no se sabe muy bien por qué, fue a Cádiz, y de allí regresó a la Ruta de la Plata. En Extremadura se la ve repostar. David va con ella. De ahí, por la A-5, al hotel Perales, en Talavera de la Reina (Toledo), desde las 20 hasta las 00.30 de la madrugada. Al niño se le ve claramente en las cámaras cómo entra en la silla de ruedas, al llegar. Parece dormido y tapado con una manta recién comprada en un bazar chino. A la salida, las cámaras no captan tan bien su figura, aunque el cuerpo (no se sabe si ya sin vida) va en el carrito.
El siguiente fotograma es dos horas después en el paseo de Extremadura, hacia la M-30. Los cristales son tintados y no se aprecia si David va en el coche. En Riaza, la madre intenta alojarse entre las 3.30 y 4.30, sin éxito. Los testigos no ven al crío. Y ya en Carabias reconoció el crimen.