El milagro madrileño de las mil vidas de un libro
Pese a la primacía de internet, de nuevas formas de lectura, 69 negocios de ejemplares de segunda mano o antiguos perviven en la capital con dificultades. Y romanticismo
LIBER 2023 llega a Madrid para consolidar el dinamismo del libro en español
Madrid
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Iniciar sesiónEn Madrid el negocio de los libros de segunda mano es una tradición que va por casas. Cada librero le pone a su negocio la pasión aprendida, las ganas de la edad; incluso esa relación mantenida con el ejemplar. No hablamos aquí de grandes ... tratados, de pergamino y subasta, aunque compartan espacios. Dicen que el saber no ocupa lugar, y eso que Madrid, lo que es Madrid, es amplia en este negocio del saber impreso.
El epicentro es Lavapiés, es evidente, y todo ese turbión de calles que son las mismas o similares en cualquier ciudad a esta misma latitud, como Nápoles en la muy librera 'piazza' del Gesú Nuovo. Pero la ruta de los libros de segunda mano, que sobrevive en la medida de sus posibilidades, depende de muchos factores; del día, de la querencia del lector, de la forma de enfrentarse a ejemplares que al comprador en el Bachillerato le generaron una jaqueca lírica y que hoy, perdidos en alguna mudanza, tienen el sabor de la melancolía.
Melancolía que no es sólo por el contenido, que eso va de suyo, también por el producto. Aunque mejor es que los expliquen los profesionales. En pleno ladrillo visto de Pueblo Nuevo, atiende Beatriz Miguel, de la librería Salambó. Conversadora, y con los nervios de punta por alguna fuga de agua -incluso de lágrimas- a razón de las lluvias, y empaquetando en cajas el género para la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Otoño, pone al sol del membrillo buena cara.
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Ella sabe que el desorden no está en su nomenclatura, y que, incluso, anima a visitar su negociado de mudanza temporal, ahora en Recoletos. Se mezclan ediciones bien conservadas del 'boom latinoamericano' con algunas más recientes, tratadas con el mismo esmero con que trata con joyas mucho más pretéritas que un 'finales del XX'. Beatriz quita años y evita las hormigas blancas. Sabe que a su negocio, estando ella en internet, le llegan visitantes y foráneos guiados por la afición y por los navegadores callejeros.
«Hay libros de antes de ayer, de editoriales buenas, que lanzaron una tirada corta. Y ya la gente no las encuentra». De este tipo de volúmenes, por los que no han pasado más de cincuenta o sesenta o setenta años, puede atesorar más de 40.000. Son «libros que se cotizan más de que cuando salieron al mercado». O igual.
Luego está ya, al fin, Lavapiés, esa Alejandría donde hay de todo lo humanamente posible, a mayor o menor precio. En la Librería Romo, desfilan desde tratados de tauromaquia a biografías políticas.
La vergüenza de un comprador
Suya, la de su dueña, es la responsabilidad de la segunda generación del negocio, y Patricia Romo le da a esta resurrección de libros de bolsillo, podíamos llamarlos así, el mimo que merece. Observa que hay «clientes» que «buscan 'Los Cinco' de Enid Blyton para conservarlos y darle ese regalo, ese legado a sus hijos» Reflexiona sobre literatura, bibliofilia, y sorprende con una anécdota que ilustra lo variopinto del comprador.
«En una ocasión vino un cliente que en una de las bibliotecas públicas se llevó un libro» y, algunos días después, «apareció en la librería preguntando si tenían la misma edición». Su perro, según se supo, lo había destrozado a mordiscos en una furia canina de pasión lectora.
Al cliente le daba «apuro» presentarse así, con el ejemplar en ese estado. Y quería reponerlo. Tal cual.
No saliendo apenas de Romo, Antonio Hernández ve la vida pasar desde su librería. «45 años, jubilado» y que sabiendo que el libro pasa una época mala, él no se resigna. «Me distraigo», ríe, e incluso pone a la venta a un autor que se autopublica y del que habla como si fuera Homero.
A dos pasos de allí está el mercado de San Fernando. Primera planta. La casquería: libros al peso' que así se intitula el negocio de marras. En una balanza se pesa novela negra, libros de todo pelaje desde hace ya once años. Es lo que Mario, su gerente, entiende como «proyecto de recirculación de la cultura».
Si la pregunta es si existe ese bum del libro de bajo coste que pasa de mano en mano, como la 'falsa monea', responde: «Digo que depende. Estamos dentro de un mercado, somos un lugar pintoresco (ríe). Hemos conservado la estética y los expositores de este sitio, que era antes una pollería y una casquería. De ahí el nombre. Hay gente que cree que esto es un decorado, pero lo que hay que pedir a las instituciones es que los centros neurálgicos no estén motivados por las transacciones económicas de la hostelería».
Dicho lo cual, Marcos enseña su género, amable. Cerca de los variados géneros del arte de las musas pasadas por varias manos, hay quien corta con delectación ternera avileña, que el comer, ya lo sabía Rabelais, no está reñido con la literatura. A su vera, observa al librero todo el público de un mercado, plural, y a la hora de llevarse preparados los avíos del cocido. El comprador de estos libros es plural. Y, además, todo coincide con la reciente Autorización de la Junta Municipal de Distrito, como ya contó ABC, para que cinco libreros de siempre tengan luz verde para instalarse de forma permanentes las casetas 7, 18 y 23 de la Cuesta de Moyano. En palabras de la presidenta de Soy de la Cuesta, Lara Sánchez, se cumple un objetivo primordial: «Que Moyano llegue a su centenario en 2025 con todas sus casetas abiertas".
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Más allá, en la última cartografía realizada por el Ayuntamiento de Madrid, se contabilizan 69 librerías de este tipo. Las memorias más antiguas de Alfonso Guerra junto a 'Campos de Castilla', Tintín y la obra completa del Caballero Audaz o Lafuente Estefanía.
Más luego, aparte el epígrafe que merecen las librerías de novedades con maridaje y libros de Malasaña y alrededores, están panaderías como la de Marcelo, que dejan leer entre el café largamente apurado y que permiten el intercambio de libros, a vista de todos o discretamente. Todo un mundo de la literatura que se mueve aparte de las tabletas, los 'videobooks', y que es una forma, como cualquiera otra, de socializarse. La actual piedra de toque, la 32 edición de la Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo. Desde ya hasta el 15 de octubre. En el paseo de Recoletos.
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