El miedo se enquista en los bajos de Azca, la 'city' de Madrid que quiere dejar de ser lúgubre en 2024
El centro financiero es un laberinto inseguro desde principios del milenio y el ayuntamiento pretende desatascar su gran reforma a finales del próximo año
La reforma de Azca recuperará el antiguo arroyo de la Castellana, con una gran pradera verde
Un paseo al atardecer entre los soportales grafiteados del complejo financiero de Azca
El sol se esconde detrás de las torres y los trajes se dispersan, los 'coworking' se apagan y las sombras se expanden. En cuestión de unas horas, Azca cambia. Es un corazón financiero de día y una ciudad sórdida de noche. No tanto por ... los sintecho que habitan algunos de sus recovecos, en los que han instalado verdaderos hogares a la intemperie. La culpa es de la propia fisonomía del lugar, un urbanismo pasado de moda con escaleras y galerías subterráneas entre las que proliferan 'afters' y esquinas oscuras. El primer centro de negocios de Madrid es un distrito desaliñado que espera desde hace años una reforma integral, la misma que podría empezar a finales de 2024, según ha podido saber ABC. Hasta entonces, sin embargo, este laberinto inseguro desde los 2000 continuará sin salida.
Concha Ramos, de 68 años, vive en un segundo piso que mira a Azca y, el jueves por la tarde, se calza un gorro de lana para visitar a sus amigos. Los cuatro la reciben en el hueco techado de siempre. El más mayor está pelando cobre a partir de distintas piezas, así que Concha charla un rato con Airidas, un lituano de 42 años, y Abel, un etíope de 40. En el último lustro, ese pasillo cubierto y grafiteado que no lleva a ninguna parte es su casa. Está repleto de mantas y cajas de cartón, hay una mesa con restos de comida, un par de espejos, una aspiradora y una barbacoa de carbón. Aunque la primera vez que se instalaron en Azca, hace trece años, lo hicieron en otro punto. «No hay muchos sitios como este en Madrid», reconoce Abel.
Concha está harta de las obras en la plaza, a punto de terminar, de uno de los edificios acristalados propiedad de la inmobiliaria Merlin Properties. Tampoco mira con buenos ojos la futura remodelación de Azca, que partirá del proyecto planteado en 2021 por Renazca, la agrupación empresarial formada por Merlin, Maphre, GMP, Monthisa o Alba Patrimonio Inmobiliario, y que propone sustituir las galerías y pasarelas por una pradera. «Necesitamos un parque, no un parque de atracciones», reprocha la vecina, «aquí hay vida y es accesible para familias y carritos». No obstante, la única manera de resolver los problemas enquistados en Azca es eliminar esos bajos lúgubres.
Airidas, Abel y otro sintecho charlan en su asentamiento, en uno de los huecos cubiertos de Azca
No muy lejos del asentamiento de Airidas y Abel, un par de jóvenes deambulan por un pasillo mal iluminado. Antes de torcer a la izquierda, uno se detiene y orina en la pared. Después se sientan en unos escalones y siguen bebiendo cerveza a las seis de la tarde. La galería principal conduce al extremo oeste de Azca, que pronto se convierte en una enredadera de corredores y barandillas. En las peores zonas, las bombillas rotas titilan y las cámaras, silenciosas, vigilan cada esquina. Un cartel advierte: «Este espacio pertenece a la comunidad de propietarios de Azca. No está permitido dormir aquí ni dejar objetos personales».
Las torres de oficinas de Azca se levantan sobre vallas grafiteadas
En uno de esos callejones sucios, el pasado 9 de noviembre, hubo una violación. A primera hora de la mañana, un indigente agredió sexualmente a una joven de 27 años que conocía y que dormía en los bajos, a la altura de la calle Orense, 26. Ella corrió a pedir ayuda en un hotel cercano y, la semana pasada, la Policía Nacional detuvo al individuo, de nacionalidad española y 32 años. Se trata del tercer caso violento en un mes que agita las entrañas del distrito financiero y que recuerda que, aunque Azca ya no es lo que era, perduran sus fantasmas.
Un cambio lento
La mañana de la violación, Manuel Rodríguez fue testigo del ajetreo policial desde su farmacia, un negocio que regenta desde hace 25 años. «Diría que las cosas van a mejor, pero tampoco puedo obviar que los conflictos siguen latentes. Posiblemente hay más sintecho en los sótanos, son gente que se mueve con mucha libertad, de pronto están en Barajas como se mueven para acá... Las cosas no han hecho más que mejorar. Lentamente, lentamente», remarca, en conversación telefónica, esas dos últimas palabras. Rodríguez es presidente de Pro-Azca, la asociación de comerciantes y empresas de Azca, y es optimista respecto a la gran reforma: «Hay un ánimo de que esto sea, de una puñetera vez, una realidad».
Almeida ha reservado una primera partida presupuestaria para empezar la reforma a finales de 2024.
Rodríguez se refiere a ese proyecto de Renazca que, hasta hace poco más de un mes, correspondía a iniciativa cien por cien privada. El Ayuntamiento de Madrid pretendía ceder la zona durante 40 años a los empresarios para que emprendieran la transformación de la 'city' y ellos presentaron toda una colección de recreaciones de una pradera atravesada por un arroyo. Este otoño, el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, ha descartado la idea para asumir también las riendas de la operación: el consistorio se encargará del suelo público, mientras que Renazca asumirá los terrenos de uso privado y residencial. «Si Dios quiere, la veremos en un par de años o tres resuelta. Ya existe la voluntad de lo público y el hartazgo de los privados», asegura Rodríguez, que ya ha participado en varias reuniones entre las partes. Calcula que las obras costarán entre 70 y 80 millones de euros.
Por ahora, Almeida ha recogido una primera partida de 150.000 euros en los presupuestos municipales de 2024, bajo el concepto «reforma complejo Azca». Un portavoz del Área de Obras y Equipamientos confirma que servirá «para intentar comenzar las obras a final de año». Aunque el contrato de concesión entre el ayuntamiento y Renazca decayó, el proyecto no vuelve a la casilla de salida, «no se parte de cero», insiste el portavoz. El consistorio usará el boceto de 2021 con modificaciones, ya que recibió 19 alegaciones y varios informes municipales que señalaron «algunas limitaciones urbanísticas y medioambientales que dificultaban el estudio de viabilidad en su concepción original y que comprometían la viabilidad económica del mismo como contrato de concesión». El proceso se archivó y, dos años después, la concejalía ha retomado las conversaciones para recuperar el anteproyecto privado mediante un nuevo convenio que reparta las actuaciones.
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Un cartel luminoso parpadea en la penumbra para publicitar un 'sex shop'. Al final del túnel hay un club cerrado, como muchos otros locales escondidos en los bajos, cuyos logos están apagados porque despiertan mucho más tarde. El 4 de noviembre, frente a las puertas negras de Nazca, porteros y clientes se enzarzaron en una pelea que terminó con siete heridos, dos de ellos graves. Diez días más tarde, la reyerta a navajazos se trasladó al 'after' Lioparda, con un portero apuñalado y cuatro detenidos. Son este tipo de sucesos los que se refugian en un urbanismo intransitable y desfasado.