La metamorfosis de Madrid en verano: de la 'trinchera' de Sol al adiós a la brecha del puente de Pacífico

La Puerta del Sol mantiene su bullicio, que hace medio año se enredó con el traqueteo de camiones y maquinaria. Las molestias taladran a comerciantes y paseantes desde el pasado marzo, cuando comenzaron los trabajos para reorganizar el kilómetro 0 de Madrid. Este agosto atraviesan su ecuador, justo dos años después de que la plaza inaugurara su primera peatonalización, el 20 de agosto de 2020. «El ruido no es algo escandaloso, por lo que he visto, apenas están dos horas seguidas por las mañanas con ruido», cuenta la dependienta de una de las últimas tiendas en llegar a Sol, un local de 'souvenirs' que abrió hace una semana. La mujer, que prefiere mantener el anonimato, apenas lleva tres días y nota un flujo menor de turistas: «Antes trabajaba en Gran Vía, y ahí sí entraba mucha más gente».

Después

Antes

Varias cicatrices marcan el pavimento de Sol, que se cambiará para la peatonalización completa de la plaza y las calles que convergen en ella. Carlos III y su caballo, sumidos en el caos obrero, se trasladarán unos metros, al interior de una nueva lámina de agua que sustituirá a las dos fuentes del corazón de Sol, ya inexistentes. El Oso y el Madroño de bronce, ahora protegido con tabiques, será el único que permanecerá en su ubicación actual. La 'ballena' acristalada que sirve de boca a la estación de Renfe también desaparecerá y una estructura de vidrio, transparente, ocupará su lugar. El resultado de los 10,7 millones de euros invertidos por el Área de Obras y Equipamientos del ayuntamiento se descubrirá en 2023.

Los edificios han reaparecido en la calle de Doctor Esquerdo. Lo mismo ocurrió después del desmontaje del 'scalextric' de Joaquín Costa. Los bloques que antes parecían pequeños bajo la sombra de la mole de hormigón, una estructura que prometía ser la solución a los atascos en 1960, sobresalen en el espacio despejado. El sol cae sobre los últimos dos pedazos del puente de Pedro Bosch, conocido como el puente de Pacífico, que aún quedan en pie sobre andamios metálicos.

Después

Antes

Una cuadrilla de obreros trabajaba este jueves para cercenar lo que sobrevive de la estructura, las chispas de la sierra brillaban y pedazos de hormigón se precipitaban al suelo. «Ha sido molesto, sobre todo en verano, cuando tienes las ventanas abiertas. Empezaban a las 7 de la mañana y a las 7.30 se ponían a picar», recuerda José, vecino de un quinto piso que miraba al extinto puente. Lo peor ha pasado, pero el ruido de las obras todavía se mantendrá unos meses.

La parte más larga del 'scalextric', la que conecta la calle de Doctor Esquerdo con la estación de Méndez Álvaro, se derribará antes de que acabe el año, salvo el paso elevado que salva las vías ferroviarias. El consistorio, que ha destinado 11,7 millones de euros a estos trabajos, reurbanizará en los próximos meses el tablero del puente y reformará Doctor Esquerdo, entre la avenida de la Ciudad de Barcelona y la plaza del Conde de Casal.

A imagen y semejanza del reverdecido eje de Joaquín Costa, que imita los bulevares del siglo XIX, la nueva estampa del eje de Pedro Bosch incluirá nuevo alumbrado, arbolado, bancos y un carril bici. Tras el adiós a este 'scalextric', y al de Joaquín Costa hace ya dos años por riesgo inminente de colapso, el puente de Vallecas será en 2023 el único vestigio del Madrid industrial.

Tres de las cinco obras de envergadura que protagonizan esta metamorfosis estival culminarán en las próximas semanas. La remodelación de la calle de Alcalá, entre la plaza de Cibeles y la calle de Cedaceros, terminará este agosto. El proyecto continúa la intervención en el entorno de Canalejas y contempla también el lavado de cara de tres de las calles perpendiculares que desembocan en Alcalá (Marqués de Casa Riera, Barquillo y Marqués de Cubas).

Los trabajos actúan en una superficie de 30.000 metros cuadrados y suponen, entre otras cosas, la ampliación de la acera norte de Alcalá, la renovación de pavimentos, más arbolado y nuevos pasos de peatones, mobiliario urbano y alumbrado. El ayuntamiento también mejorará la seguridad del carril bici de doble sentido que discurre entre Cedaceros y Cibeles.

Las obras que asedian la Milla de Oro también finalizarán en agosto. Los márgenes de la calle de Ortega y Gasset, en el tramo comprendido entre el paseo de la Castellana y la plaza del Marqués de Salamanca, han estado abiertos y vallados durante meses. Los trabajos, que encaran ya su recta final y cuestan a las arcas municipales 5,5 millones de euros, incluyen la instalación de bancos antialunizajes frente a los escaparates de las marcas más exclusivas.

El Área de Obras y Equipamientos pretende mejorar tanto la movilidad peatonal como la calidad ambiental de esta vía del lujo que prepara su reestreno; los mismos criterios que empleó el exalcalde Alberto Ruiz Gallardón (PP) para la remodelación de la calle de Serrano en 2009. Renovación de pavimentos, ordenación de los elementos para conseguir itinerarios accesibles, plantación de nuevo arbolado y renovación del mobiliario urbano y del alumbrado a lo largo de los 700 metros de una de las arterias comerciales de Madrid.

Tras cuatro meses de retrasos, la nueva calle de Eduardo Barreiros, en el distrito de Villaverde, estará lista en septiembre. Las obras que debían terminar el pasado mayo afectan a un largo tramo de 1,5 kilómetros, entre la M-40 y la calle de Alcocer, una extensión que ha modificado los plazos iniciales. Este otoño, la que fuera una carretera de un carril por sentido, que apenas disponía de acera y estaba flanqueada por zonas terrizas, se convertirá en una vía urbana.

El nuevo paseo contará con dos carriles por sentido y un espacio acicalado para el peatón, con unas dimensiones adecuadas y dotado de mobiliario urbano, arbolado y alumbrado público de alta eficiencia energética ahora inexistente. La remodelación supone también una mejora de la circulación del transporte público y del acceso a sus paradas y la creación de un nuevo itinerario ciclista, que permitirá conectar los distritos de Villaverde y Usera a través de un carril bici segregado de doble sentido a lo largo de toda la calle.

El verano avanza a la par que las obras que entorpecen la ciudad. «Damos las gracias a los madrileños por su paciencia», agradecen desde el Área de Obras, «se trata de trabajos que se llevan a cabo para mejorar la vida de los vecinos, dotándolos de unos espacios más accesibles, sostenibles y, en definitiva, más habitables».