Mercedes Domecq: «Hace veinte años Madrid era la pera, pero ahora está infinitamente mejor»

A Domecq no se le ha quitado la idiosincrasia jerezana, o la tiene domesticada como pasa con el andaluz bien hablado en la la capital. Piensa que Madrid, de cabo a rabo, es toda ella belleza, mucha belleza; casi como que el madrileño es guapo de corazón.

Mercedes Domecq contesta y, siempre, mira al interlocutor como midiendo el alcance de las palabras volcadas a la grabadora. Tiene un Madrid que empieza del Campo del Moro hacia todo lo demás. Hacia la expansión, dice, sin jactancia de historias, desde el antiguo Alcázar hasta lo que hoy se considera la ciudad, la que ella considera tan suya. De buena manera se le pregunta por cómo se ha visto en Madrid y cómo ha visto en Madrid en lo que iba pasando el tiempo. Es clara: si antes «Madrid era la pera, ahora está infinitamente mejor. No obstante, Mercedes Domecq no pierde esa querencia por su Jerez de la Frontera natal: allá donde el tiempo es más relajado y tiene unos minutos más para «pararse con el panadero, con el vecino». Esos pequeños detalles que se pierden en la gran ciudad, o quizá no se pierdan, sino que se den simultáneamente y quien aquí reside no se dé por enterado. Ve a Madrid en un momento top, en la coyuntura en que las mejores marcas y los mejores restaurantes. se vienen Lo sabe y le da el valor que merece. Frente a los que relativizan el turismo de buena lid que viene a esta ciudad. Ella es andaluza declarada, y por eso, en muchas ocasiones, sabe que en esta ciudad tiene mucho ganado.

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—Cuente cómo se instala aquí...

—Después de estudiar en Inglaterra, dos años me vine para Madrid.

— O sea, que sigue en Madrid por una razón...

—Mi hermana tenía todo el tema desarrollado, yo había había trabajado toda mi vida en moda y sí que es verdad que tenía claro que no quería seguir en sector. Sentía el fin de una época, que llegó a cansarme.

—Pero está aquí...

—Mi hermana Inés había fundado IQ, yo, ya te digo, no quería hacer más moda. Estaba cansada. Entonces sale el estilo doméstico, las casas. Mi hermana me dice que el momento es ahora o nunca, y yo le propongo el apostar por los interiores domésticos y darles arte.

—La fortuna favorece a los audaces. 

—Dejé Zara y en seis meses monté todo esto. Partíamos de cero y montamos esta casita.

—¿Cómo se le puede denominar?

—Fundadora de IQ Home.

—La moda puede llegar a saturar, pero Madrid tiene su moda...

—Madrid es una belleza, todo es una belleza y ahora mismo está creciendo muchísimo, ¿no? Entonces al final hay muchas oportunidades. Madrid es guapa por dentro y por fuera, la gente es guapa, la ciudad es bella. Todo es bonito. Yo estoy muy contenta, es una ciudad que me ha acogido muy bien y yo estoy muy a gusto en ella.

—Era lógico que le preguntara la relación entre Madrid y una casa...

—Mucha belleza, mucha belleza. La que empieza en el centro de Madrid y acaba donde Madrid va expandiéndose.

—¿A qué le recuerda Madrid de su Jerez de la Frontera?

—Madrid acoge igual que Jerez.

—Pasa por Inglaterra.

—Sí, pero es en Madrid donde se me abre el mundo.

—¿Cómo anda Madrid en la cosa del estilo?

—Ahora mismo está top. Ahora mismo los mejores restaurantes están abriendo aquí. Las mejores marcas internacionales están viniendo y están abriendo tiendas en Madrid. Es un hecho.

—¿Cómo ha visto la evolución de Madrid?

—Hace veinte años Madrid era la pera, pero ahora es infinitamente mejor. Madrid es una ciudad acogedora, es una ciudad donde se vive bien, donde tienes una calidad de vida alucinante.

—Hay un refrán que reza en el mundo taurino y en general de que un andaluz en Madrid vale doble. ¿Le suena?

— Yo creo que el andaluz tiene mucho ganado ya de de de por ser andaluz, ¿no? Y ya si encima te acogen y te y te dan un poquito de calor, pues ya te sientes en casa.

MUY PERSONAL

—Su Madrid, ¿cómo es? Haga un recorrido. 

—Para mí lo más importante es la Plaza Mayor, el centro, el Palacio de Oriente, y de ahí a donde quieras ir.

—Si Madrid fuera una casa, a la que su labor es dar calidez, ¿en qué pondría más empeño?

—Pues es que es demasiado grande y no te da tiempo a pararte, tanto, con los vecinos, con la gente, a charlar de lo humano y lo divino. Aunque mirándolo bien, esto también se puede hacer en Madrid.