Mayte Martín: «Cosas como Operación Triunfo fomentan la incultura y la ignorancia»

Han pasado siete años desde su último disco. ¿Una eternidad?

¡No! El tiempo pasa muy rápido, la vida tiene mucho contenido y no se me ha hecho largo. Cada grabación de un disco es un parto, y requiere su tiempo.

'Tatuajes' saldrá el 8 de marzo, ¿una fecha de lanzamiento con connotación política?

Sí, nos pareció una fecha muy bonita para que viera la luz, el Día de la Mujer Trabajadora.

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¿Se ha parado a pensar qué canciones formarán parte de la memoria colectiva dentro de treinta o cuarenta años?

Sí, lo he pensado. Y está complicado el tema... Hay mucha gente joven que no sabe de la existencia de Violeta Parra o Víctor Jara, y eso me asusta un poco. Yo ahora no veo canciones que se queden tatuadas en el alma de nadie, que vayan a trascender. A lo mejor no escucho lo que debería escuchar, pero tengo la sensación de que todo es de usar y tirar.

Cree que el dichoso algoritmo no nos dirige en buenas direcciones...

Así es. El panorama es preocupante, pone los pelos de punta. Una de las razones por las que he querido hacer este disco, es esa. Si hay gente joven que siga mi trabajo, espero darles esa aportación: que a través de este proyecto descubran a Víctor Jara, Jacques Brel o Mercedes Sosa.

Si tuviera que empezar ahora su carrera...

¡Uf! Es que no sé si podría. Cuando empecé las cosas era muy distintas, se le dio un poco de valor a lo que hacía. Pero si yo ahora fuera una principiante de veinte años no sé cómo lo haría, creo que no tendría ningún hueco. Porque lo que ahora impera en la música es otra película que no tiene nada que ver.

Ahora se acepta que el aprendizaje musical consista en un reality competitivo, como Operación Triunfo. ¿A dónde nos lleva eso?

A un lugar horroroso para el arte y la cultura. Está todo en el mismo saco. Cada vez se le dedica más atención a este tipo de programas, que lo que hacen es fomentar la incultura y la ignorancia.

Imagino que canciones como las de 'Tatuajes' hacen sentirse pequeño a cualquier intérprete, por mucha veteranía que tenga.

Sí, totalmente. Hay que despojarse de cualquier resquicio de ego. Yo he cantado y llorado a Jacques Brel toda mi vida. Y sentirla vibrar dentro de mí, dentro de mi caja de resonancia, me da pudor. En el fondo, me siento parte del público cuando la canto. Es una cosa muy extraña.

¿Qué le parece el revisionismo moral con el que se ven algunas canciones antiguas? Hay quien dice que 'Ne me quitte pas' habla de una relación tóxica y que puede ser un mal ejemplo para los jóvenes.

Lo que tienen que hacer los jóvenes es no escuchar reguetón. Esa canción es una historia de amor veraz, y no sé si es políticamente correcto o no, pero todos nos hemos sentido así alguna vez, porque el amor nos supera. Eso es lo bonito que tiene, que es incontrolable.