La manifestación del Orgullo en Madrid: entre ministros y las flechas de Karina
Quien pudo fue a la manifestación a dar su proclama
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Madrid
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Iniciar sesiónAdiós fuentes, diría Rosalía de Castro. Y ese adiós, tan lacónico de las fuentes de Castilla sirvió para la ruta de la manifestación/cabalgata del Orgullo LGTBIQA+ (lesbianas, gays, transgénero, bisexuales, intersexuales, 'queer', asexuales y otras orientaciones). Porque bajaron las temperaturas en la ... capital y, sin embargo, hubo sed.
Sed de reivindicación que para Adri y Carlos, venidos desde Carcagente, Alicante, no era tanta. «Somos lo que somos». No llegaban a la veintena en la Carrera de San Jerónimo, cortada desde temprano, y no estaban para revelarle más misterios a la prensa. Sí hubo, claro, el colapso de tráfico: un mix circulatorio entre la 'Operación Salida' y la jaula de calles cortadas por el MADO en las arterias principales, que ya desde el final de Princesa había retenciones: de gallegos por julio, de manifestantes por julio y demás.
David, de Valencia, se volvía con sus compañeros al amanecer de mañana; a inaugurar la semana mientras explicaba el mecanismo de la «camiseta de rejillas», que según él era de «CV Collectio» (sic) y marca «de España». Sus compañeros no supieron en un primer momento si el producto en cuestión era valenciano, pitorreo o una verdad entreverada. 'Spanglish' en todo caso.
Aunque Madrid estaba templada para lo que viene siendo habitual. Desde Protección Civil no querían arrojar al arriba firmante datos de qué, cómo y cuánto supone un protocolo de calor, que no hizo tanto.
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Y mientras Grande-Marlaska, Teresa Ribera, Bolaños y no el 'de la moto' daban su puntual canutazo entre los nervios amables de los chicos de la prensa. Por detrás, Chema Martín, diseñador de una plataforma manchega, explicaba por qué su Quijote de su camiseta iba en un unicornio. «Mezclar los sueños», la iconografía del terruño, «lo rural con lo del colectivo».
Mas de todos los puntos de la geografía patria vinieron al manifestódromo/canutódromo del paseo del Prado. Como Susana y Ana, de la misma Vizcaya, «heterosexuales» con la ikurriña que marcharon «para defender los derechos que han conquistado». Aseguraron que la bandera nacional se la confiscaron a la mañana en Burgos, según confesaron entre risas cómplices.
Todo pasa y todo queda, y pasó Yolanda Díaz como levitando y con la 'sonrisa puesta', entre los sobacos de los chicos de la prensa. Tres minutos antes, y en la puerta de Murillo, del Museo del Prado, un pura sangre de la Policía Nacional, de nombre Caramelo, vigilaba y se dejaba acariciar. Y un poco antes, que los acontecimientos se 'encabalgan' como diría José María García, Carla Antonelli, tranquila, defendía que el de 2023 sería el «orgullo más politico».
Vio Carla a Yolanda como quien ve a la Virgen de Fátima, y había que ver la cara de Teresa Ribera, en su transición ecológica hacia otros mundos. La protesta echó a andar, y a Caramelo, a Yolanda Díaz y al resto de los que pasaron por el 'photocall' se les perdió la visual. La edad, la normal. Más canas que brillantina y un señor todo de verde y con los bongos colgando.
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Hubo pitos al 'sanchismo', reconocido ya como tal en las pancartas, que el paseo del Prado es la avenida del derecho al pataleo. Atento a todo, el tránsito y el transcurso, andaba Rubén vendiendo 'calimochos' a diez euros. «Fresquitos», decía para promocionar la venta. La ley de la oferta y la demanda en su versión más descarnada.
A su frente, el de Rubén con su puesto al borde de la legalidad y lo permisible, María del Monte, abajo Karina dándole baúl y recuerdos al Ente Público audiovisual. Y los políticos a lo suyo. Una jornada particular, sí. Del Museo del Prado salían los jubilados con algo de nostalgia y algarabía silente. Lo decía Juani, muy impresionada por la galería y, pasando la cuarentena, compartía la dicha de estar en Madrid, en el MADO, y de ser,«tan jóvenes»
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