La mafia del picaporte arrasa con los portales de Lucero y Alcorcón: a oleadas y de forma masiva
Las piezas, de latón o cobre, alcanzan un valor en el mercado negro cercano a los 10 euros
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Madrid
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Iniciar sesiónAño nuevo, vida vieja, al menos en lo que a robar tiradores de portales se refiere. Como de costumbre, el año ha empezado fuerte en según qué zonas de Madrid para una mafia, la de las bandas del picaporte, que busca en estas piezas de ... latón o cobre una forma rápida de ganar dinero sin exponerse a demasiados riesgos. Y si no que se lo digan a los vecinos de Lucero, al suroeste de la capital, y a los del barrio de Los Castillos, en Alcorcón, que en apenas mes y algo de 2024 ya saben cómo se las gastan estos particulares amigos de lo ajeno.
Fue en la primera parte de enero cuando tuvo lugar la primera oleada, después de que los portales de Lucero amanecieran día sí y día también sin los preciados tiradores. Así, se produjeron robos en las calles de Vicenta Villegas, Alejandrina Morán, Cayetano Pando, Carlos Fuentes, Riocabado, Ánsar o Antonia Calvo; y en algunas de ellas, con hasta seis números afectados de una misma tacada. Si hace dos años, el alza de las materias primas, (con una subida de media entonces superior al 20 por ciento) estaba detrás del último 'boom', no parece ahora que ese sea el principal motivo.
De hecho, los precios se mantienen altos pero sin grandes estridencias, y lejos de aquel pico que trajo consigo la falta de abastecimiento por el colapso de la pandemia y el inicio de la guerra de Ucrania. Suposiciones al margen, los rateros volvieron a dejar su huella a principios de febrero en Los Castillos (Alcorcón), dentro de una localidad que ya sufrió los estragos en 2022, tanto en el barrio contiguo de San José de Valderas como en las calles de la Sierra Alcubierre, Mayor y la plaza de la Constitución.
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Los saqueadores también plasmaron su sello a finales del año pasado en Valdezarza (al norte de Madrid), más en concreto en edificios ubicados en las calles de Aguilar de Campóo, Artajona, Ochagavia o Valdesangil. En definitiva, una actividad delictiva que se realiza de forma masiva en un horizonte corto de tiempo y espacio. Lo normal, según las fuentes consultadas por ABC, es que las sustracciones se produzcan desde el interior del portal y siempre con especial fijación en aquellos pomos que puedan desenroscarse con un destornillador.
El peso de cada tirador varía según el material y tamaño, si bien un picaporte de latón o cobre estándar suele estar alrededor de los tres kilos. El precio actual por cada kilogramo de latón ronda los 3 euros, y casi 3,50 por el de cobre, lo que supone que cada pieza afanada alcance un valor en el mercado negro cercano a 10 euros. «Si en una noche son capaces de robar 30 o 40, ya les compensa», apunta un experto en la venta de este tipo de materiales. Los ladrones más sofisticados llegan a utilizar imanes de alta resistencia para identificar el material oculto bajo la fina capa de cromo, conscientes de que el bronce es lo más cotizado, seguido del latón, mientras que el metal apenas tardan en desecharlo.
Con el botín en su poder, acuden a las llamadas chatarrerías fantasma para sacar el mayor rédito posible. Estas no dejan de ser instalaciones clandestinas, donde no hace falta acreditar el origen de la mercancía ni exponerse a los libros de registro (en los que se debe anotar la identidad del vendedor, el peso y los materiales entregados). Y en las que ya de paso, tampoco se declara el IVA de lo facturado, por lo que el precio de la transacción aumenta.
Para impedir nuevos casos, son varias las empresas que se dedican a la fabricación de pomos en acero inoxidable, y ya hay comunidades de vecinos que han optado por soldar los tiradores. Unos robos que no por viejos y rudimentarios dejan nunca de estar de actualidad.
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