Los siete lupanares de la mafia china
La Policía Nacional ha acabado con una organización que esclavizaba sexualmente a mujeres asiáticas
CARLOS HIDALGO
La brutalidad con la que operan las mafias chinas vuelve a la actualidad. En esta ocasión, la Policía Nacional ha acabado con una organización perfectamente jerarquizada que esclavizaba sexualmente a mujeres compatriotas. Las tenían literalmente hacinadas en cuchitriles sin ningún tipo de miramientos. Les controlaban ... el dinero. Las tarifas. Los clientes. Los movimientos. Y no les pagaban nada. Les daban de comer y punto.
La operación, llevada a cabo por las Unidades contra las Redes de Inmigración y Falsificación (Ucrif) Central y de Madrid, así como por la de Delincuencia Especial y Violenta (UDEV) de la Dirección General de la Policía, se ha saldado con once detenciones. Pero lo más llamativo, por lo cruel, era el modo en que se explotaba a estas mujeres. En marzo pasado, los investigadores tuvieron constancia de que una tríada china obligaba a compatriotas a vender su cuerpo. Las tenían encerradas en viviendas que habían dividido en habitáculos minúsculos y sin las mínimas condiciones higiénico-sanitarias. Las estancias estaban separadas por cortinas o láminas de madera.
Allí las tenían sometidas, bajo la vigilancia, normalmente, de otras mujeres miembros de la mafia, que les controlaban hasta el último movimiento. Además, se captaba a los clientes mediante anuncios. Las chicas eran conducidas inmediatamente a distintos domicilios, hasta siete lupanares, donde se acostaban con los clientes sólo para que, a cambio, sus torturadores, les dieran de comer. Porque ellas no veían ni un euro. Era la mafia la que se encargaba de poner las tarifas, el lugar de encuentro (casas de algunos clientes y hoteles) y la duración de los servicios. Además, la Policía Nacional se ha incautado en una de las viviendas de “kin”, como en el lumpen asiático se conoce a la “ketamina”, una droga anestésica, originalmente, aunque se utiliza como sustancia de corte en ciertos estupefacientes.
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