Madrid se reinterpreta como «musa» de las palabras
La exposición, de acceso gratuito, permite comprender lo que la ciudad aportó a los sucesivos movimientos literarios en el idioma español
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MADRID
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Iniciar sesiónDecía Umbral que «Madrid, que como ciudad apenas es nada, ha sido mucho en la Literatura. De Quevedo a Cela y por ahí seguido». De modo que las palabras del vate sirven de prefacio inédito al estreno del 'Espacio Letras' dentro de ... la Serrería Belga, a espaldas de la imprenta de Juan de la Cuesta del Quijote y en ese plan.
Oficialmente se trata de una iniciativa del Área de Cultura, Turismo y Deporte y la asociación Soy de la Cuesta (de Moyano). Y verdad es que en un espacio reducidísimo, frente a las llamadas 'picassianas' del Guernica o de los cielos velazqueños. En el mes de la literatura, en la capital literaria del mundo, era evidente que se interpretara, de una vez, a Madrid como motivo de inspiración. Como fuente de todas las letras.
De ahí el nombre de una muestra que jibariza cuanto enseña, que, en breves paneles didácticos y líricos, de lo que ha supuesto la ciudad a la Literatura. Y la mayúscula está justificada.
Daniel Castillo y Mónica Vargas han constreñido la historia lírica de Madrid en un espacio mínimo. El nombre, 'Madrid, musa de las Letras' comisariada por Andrea Levy, delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid.
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Con sus símbolos y su contexto. Y en los limitados metros de la Serrería Belga, en el marco del estreno del 'Eje de las Letras', una entente de la Asociación Soy de la Cuesta y la Asociación mayoritaria del Barrio de las Letras que ofrece entrada libre hasta completar aforo. Y ahí está la historia.
El visitante puede, en un momento, ir viendo la historia, la intrahistoria unamuniana de la ciudad que es acaso la más verdadera.
Aparte del dato, la exposición, es barroca en el laconismo, y la contrariedad se entenderá. Madrid es musa y 'musilla' desde los primeros momentos. Un vídeo explica el papel y lo que supone a la cultura. Más adelante, se topa el visitante con el Siglo de Oro, el esplendor. Y dicen, con razón, los comisarios que en ese momento Madrid, como Corte era una excusa. Aparece después el sempiterno Plano de Teixeira, y el visitante va situando.
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En una economía de espacio encomiable, se ofrece un pasaporte simbólico donde al visitante, en lugar de franquear, se le ofrece escribir. Y la muestra expositiva, tan genialmente reducida, sigue. Desde Cervantes, a quien las malas lenguas y la posteridad trataron de mal poeta, a Mesonero Romanos. De ahí al 27 pasando por todas las generaciones que hicieron de Madrid capital literaria del mundo.
Y sin rupturas en el espacio. Todo se simboliza. Si los comisarios insisten que, pese al tópico, Madrid era un mero escenario, también reivindican que la Generación del 27 entiende a Madrid como sujeto, como personaje principal. Más su bohemios y su pregón inaugural de MJ Solano Franco.
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