El Mad Cool abre su nuevo hogar a miles de festivaleros de todo el planeta
El festival, que acoge en Villaverde a 70.000 personas por jornada, estrena recinto entre quejas vecinales
Mad Cool, la prueba de fuego para la futura Ciudad de la Música
Madrid
Villaverde recibió durante el primer día del Mad Cool a gente, gente y aún más gente. Desde todos lados y en cualquier momento puede llegar una avalancha de gorros 'cowboy', botas de todos los colores, vestidos con flecos y camisas hawaianas que consiguieron superar ... el atasco de la M-45 o el calor del largo paseo bajo el tórrido sol que separa la boca de Metro de la puerta principal del festival.
Sevilla, Móstoles, Brighton o el barrio madrileño de la Concepción son los diversos orígenes de los asistentes que, abanico y ventilador eléctrico en mano, hicieron cola para llegar a la entrada. José ha asistido a todas las ediciones y llegaba esta vez con ganas de disfrutar, sobre todo, del rock y de la electrónica. «Hoy habrá muchos problemas», auguraba el madrileño. Sin embargo, siempre son fruto del «típico primer día» y se solucionan a la jornada siguiente. Al lado estaba Javier, que vive a escasos metros del recinto y, pese a ser residente, tuvo problemas para acceder con su coche. Acudió por Offspring y Robbie Williams: «Tengo pase para los tres días, aunque estoy emocionado por el sábado. Es el mejor día».
Cerca también se encontraban algunos curiosos que contemplaban cómo su barrio empieza a parecerse al Coachella. Antonio, vecino de Ciudad de los Ángeles, se sorprendía ante la muchedumbre reunida en el polígono. «A mí me parece que esto está genial. Aunque comprendo que a los vecinos de Getafe les resulte una moslestia», opinaba.
El Mad Cool más 'mainstream' llega con Robbie Williams y Red Hot Chili Peppers como reyes
Javier VilluendasLa evolución del cartel desde el rock e indie canónico de sus inicios a acomodar al pop más comercial es la seña de identidad de esta edición de 2023
Getafe en contra
El tercer emplazamiento del Mad Cool ha dado alas a una declaración de guerra. Política. Aunque pertenece a territorio madrileño, el recinto se ubica a escasos metros de Getafe Norte, un barrio donde viven unas 31.000 personas. A mediados de mayo, la alcaldesa del municipio, la socialista Sara Hernández, ya advirtió que su ayuntamiento presentaría «cuantas denuncias sean necesarias» para «garantizar el descanso de los vecinos». Getafe incluso intentó que la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid paralizara el traslado del festival, sin éxito.
En las últimas semanas, los propios afectados se han movilizado para protestar en contra del evento y sus previsibles molestias de movilidad, ruido y suciedad. Getafe ha ido más allá. Según informó esta semana en un comunicado, el consistorio analizará cada mañana los desperfectos provocados en la ciudad para reclamar su coste al Ayuntamiento de Madrid y a los promotores. Como el gasto en los servicios extraordinarios en materia de seguridad y limpieza: un dispositivo especial de 20 policías locales, 14 trabajadores con dos máquinas barredoras, dos hidrolimpiadoras y cuatro grúas municipales, y técnicos medioambientales para detectar si el impacto acústico supera los niveles permitidos. Y denunciar después.
Hace meses que el Gobierno capitalino sortea estas quejas. Ayer, la vicealcaldesa y portavoz municipal, Inmaculada Sanz, insistió en que Cibeles ha puesto «todo» lo que está en su mano «para paliar las posibles molestias que vienen anexas» y que está «en comunicación con el Ayuntamiento de Getafe para valorar posibles mejoras». La concejal también pidió utilizar el transporte público. Cualesquiera sea el balance del primer día, los festivaleros volverán hoy a Villaverde.
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