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Lobotomía de miel con Mumford & Sons y 'tostoner' con Queens of the Stone Age en el día de transición del Mad Cool

El grupo liderado por Josh Homme resucita el rock en el festival con sus afilados guitarrazos y Sam Smith pone el arte a la espera de un sábado con Red Hot Chili Peppers, M.I.A. y Liam Gallagher

Mad Cool 2023: cómo llegar, accesos de entrada, cortes de tráfico y alternativas de transporte público

El cantante Josho Homme de la banda estadounidense Queens of Stone Age
El cantante Josho Homme de la banda estadounidense Queens of Stone Age EFE/ Kiko Huesca
Javier Villuendas

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Segundo día del gran festival madrileño, el Coachella español, con un predominio hoy mucho más indie y rock que en la jornada precedente con Lizzo, Robbie Williams o Lil Nas y que, de alguna manera, es una vuelta a sus orígenes más guitarreros. Queens of the Stone Age, The Black Keys y Mumford & Sons como cabezas de cartel con Sam Smith como cuota queer de pop sintético y como otra gran baza para conseguir una afluencia masiva un día más en la oficina de este Nueva Delhi corporativo lleno de marcas por doquier.y macroconciertos.

Angel Olsen, el mejor disco internacional para este periódico el año pasado, comenzó la tarde ofreciendo en la solana clase, folk-rock, letanías y estilo con gafas de sol blancas, en un horario horrible que embelleció. A la vez, en una carpa, los belgas Deus desplegaron juegos de guitarras trotones emocionantes y un nivel de intensidad rockeril que ponía el listón bien alto. Qué conciertazo. Y qué bien recibidos máxime siendo a una hora y lugar en donde ayer tocó Mimi Webb para un mini aforo guiri. Dejaron con ganas de más y quizá, si es que eso es posible, hicieron olvidar al gentío congregado el calvario que supone entrar al festival dando rodeos por polígonos industriales bajo el sol de justicia (lo merecemos) y borreguismo, con la policía armada guiando al cortejo fúnebre hacia el recinto.

Llegó luego Sam Smith, en el escenario más grande, con 'caloret' aún. Fue listo y habló en un inglés sencillo pero de proclamas maximalistas. Era la primera vez que sacaba su nuevo gran espectáculo fuera del Reino Unido y había multitudes para verlo. Vestido con un corsé dorado y corbata cortada, el cantante parecido al francés de As Bestas se movía sereno sobre un escenario en el que había una 'estatua de oro' gigante de alguien tumbado boca abajo durmiendo, marcando glúteos. Rodeado de voces soul, Smith cantaba sus emotivas baladas con su estupenda voz. Un momento de pausa y belleza de soul electrónico, un poco formulario en lo melódico, antes del Tourmalet guitarrero que se avecinaba. El arte hoy lo puso él.

Como nota bizarra, por ahí en el escenario Vibra Mahou vimos a Rebeca cantar su himno 'Duro de pelar', y también 'Ritmo de la noche', 'Bailando'... Hit tras hit para un público minúsculo pero muy fiestero y, al término, a los cien que estábamos, nos dedicó un espectacular «¡Gracias, Madrid!». Y volvió a cantar 'Duro de pelar' una vez más.

Y las guitarras prometidas, los Queens of Stone Age, que comenzaron con 'No one Knows' para alegría del rockero, de una edad media aquí mayor en un festival intergeneracional, de veinteañeros a cincuentañeros, clave en su éxito, curiosamente un festival triunfal que pasa de la música urbana y el reggaeton. Josh Homme, el pelirrojo líder de la banda, hizo una sencilla disertación sobre lo que considera el saber vivir: bebercio y fornicio. Un pensador. Tras un comienzo arrollador el souflé se ajustó y el concierto entró en un apartado más tranquilo de 'tostoner', el maravilloso concepto híbrido entre su stoner rock y tostón. «Estoy mucho feliz», dijo también el exfundador de Kyuss, olvidada banda que queremos reivindicar, tras superar exitosamente un cáncer el año pasado.

Las Reinas, con su fórmula de gorgoritos, cambios de ritmo, guitarra afiladas, un stoner rock impuro, siendo su líder uno de los padres del género, Homme, las canciones tienen siempre fogonazos y tralla... y escaso brillo melódico y repetición de recursos como en su reciente último álbum. Aunque con su carismática banda, el pelirrojo sigue tocando la guitarra de lujo, con impronta propia, y la gente les quiere. Un rodillo (o rodaballo, para mí), pero es con las tonadas más viejas donde mantiene el mojo, como cuando toco 'Going with the flow', con pogos incluso.

Después vino el plato grueso de este día de transición del festival, Mumford & Sons, abarrotado el escenario por sus compatriotas británicos, comenzaron con fuegos artificiales y atacando con su folk pop con banjo y contrabajo, meloso y poco original, como Neutral Milk Hotel 'meets' Violent Femmes regular, de radiofórmula, pero que sonó impecable, en este festival todo suena muy bien y muy alto, y que debió practicar una lobotomía al personal pues logró emocionar contraintuitivamente a lo que piensa este cronista que debía suceder: fuego y destrucción. Siempre metafóricamente, amigos de la literalidad. Aunque hay una anécdota mítica del gran Mark E. Smith lanzándoles una botella durante una prueba de sonido sin siquiera conocerles de nada, de puro desagrado...

Y, ya para terminar, a falta de The Black Keys, otra guitarra de postín de blues-rock para el cierre del día, Delaporte puso a bailar en la carpa Ouigo a la gente con su electrónica pop y la cantante alocada y alocando, y Kaleo durmió a su audiencia en la hierba, con su country de raíces nada islandesas, al casi fin de un segundo día con las fuerzas del respetable ya por los suelos artificiales ni para lanzar botellas a grupos que te disgusten.

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