José Manuel Ciria: «Dios vino a la Tierra dos veces; como Cristo y como Velázquez»

Esta ciudad cuyos cielos, cuyos aires, influyen aunque sin determinar su producción pictórica. Conoció la España del 68, aunque sus primeros recuerdos son recuerdos de La Elipa y de haber vivido la Movida, con sus luces y sus sombras. Recibe en su estudio, lleno de geometrías, amplitudes, y un color que, como el ADN, se sabe que es suyo. Anda dichoso por la reciente publicación de 'Sueños abstractos' tercer volumen crítico de su obra que abarca la segunda mitad del presente milenio, y por una exposición llamada 'Ciria. Pintura, Memoria, Tiempo' en Santander. No le duelen prendas si tiene que referir que Madrid es una ciudad fatalmente hecha, o que es taurino de una manera particular.

Ya en nuestro negociado, Madrid, es el citado cielo capitalino lo que más le fascina. Porque en los firmamentos de Velázquez o de Goya en esta ciudad, hay algo que supera a lo meramente figurativo. El Prado, por ello, es un lugar mágico, para él, que sin ningún atisbo de jactancia, va allí a entrar en diálogo con tres entes. A saber, 'Las meninas', Velázquez (sic) y las pinturas negras de Goya, de quien valora su cambio, su repensarse en Madrid, de un pintor normal a un genio. Madrid es Velázquez, y que el pintor sevillano acabara en estos pagos, le resulta una suerte de un nuevo Mesías. A la ciudad la ve mal hecha, pero en la retranca y en la sonrisa, se adivina al chico listo que deja en el aire una chanza de humor. Un dibujo abstracto y una dedicatoria cariñosa.

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—Es obligado rogarle una mención al cielo de Madrid.

—No te lo vas a creer, voy a menudo al Prado, y me quedo ensimismado mirando a Velázquez y a Goya. Esos cielos, es que parecen fabulaciones. El cielo de Madrid es verdad que tiene un degradado tan perfecto. Y esa belleza, esos cúmulos, de alguna forma intento plasmarlos en mis cuadros.

—Es taurino de Mánchester. Se le ha escapado, así, de repente.

—Jamás pinto tauromaquias. Pero reconozco que estamos ante dos fuerzas antitéticas y lo intento representar por los gestos. Las manchas...

—Si tuviera que pintar Madrid...

—Jodido me lo pones. Yo he estado viviendo en muchos sitios. Las ciudades son inabarcables. Intento que me condicione el lugar donde estoy. Que eso se refleje en mi creación. Intento darle importancia a la geografía. Mi pintura en Madrid yo sé que es de una manera. Pero no soy capaz de representar Madrid. Para eso está Antonio López.

—En qué deja que le condicione la capital. Usando sus mismas palabras.

—Estando en una ciudad como Madrid con nuestra raigambre, nuestra tradición como capital de España. Y soy una persona pegada a la tradición, aunque haga una pintura internacional, un japonés seguro que sabe que soy un pintor español. Porque tenemos algo especial. Y mira que intentamos escapar de esa significación, y es curioso, porque al mismo tiempo lo reivindicamos.

MUY PERSONAL

• LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO. Mánchester, 3 de febrero de 1960.

—¿Madrid es más figurativo o más abstracto?

—Hay figurativos y abstractos. La pintura cuando es buena es buena.

—Aparte de los cielos, ¿qué más le inspira de esta ciudad?

—Las manchas en el suelo. Las manchas de humedad en la pared, como. decía Leonardo. Tengo una memoria fotográfica y muchas veces no tengo que tomar un boceto.

—¿Con quién dialoga en El Prado, además de Goya y Velázquez? ¿Con El Bosco?

—Bosco me gusta mucho. Pero mis interlocutores son varios. Primero 'Las meninas', luego Velázquez, después las pinturas negras de Goya. Yo, vacilo, y aun a riesgo de excomunión, digo que Dios vino dos veces; una como Cristo y otra como Velázquez. Porque pintar como pintaba ese 'hijoputa' es imposible. Es el pintor del Planeta. Ni Rembrandt, ni Caravaggio, ni Tiziano. Ninguno. Sólo Velázquez. Dalí, que era un genio, decía que si algo había que salvar del Prado es el aire de 'Las meninas'. Que es el aire de mayor calidad del planeta. Hay muchos investigadores en ese cuadro que han terminado enloqueciendo. Son tantas cosas... Yo tengo la idea de que la Historia del Arte está jalonada por los torpes. Por los muy torpes. Goya era nefasto hasta que empieza a inventarse soluciones formales. Y se termina convirtiendo en un genio con las pinturas negras.

—Deme lugar, que, aunque lo haya comentado en la ficha, es una cuestión que en un artista cobra un significado especial. O más de uno.

—El Prado, zonas del Retiro, el parque de Fuente del Berro, que es el parque de mi adolescencia. Y tengo especial cariño a La Elipa, en la época de la Movida, iba muriéndose todo el mundo, pero la gente que sobrevivió nos seguimos juntando. Todos aquellos que éramos un desecho de tienta.

—¿Madrid es delirante?

—Es delirante en el sentido en que cada barrio tiene su propio deje, su propia empatía. La ciudad es una inmensa amalgama. Son tantos 'madrides' muy diferentes en un territorio que es muy pequeño. Es una ciudad enana, y muy incómoda. (Ríe).

—¿Hacia dónde va Madrid?

—Madrid está en un momento dulce. Yo a esta señora que está en la Comunidad de Madrid, no la tengo ni como amiga ni como enemiga. Madrid está esperando diferenciarse del resto de sitios. Madrid es una ciudad que está intentando sacar la cabeza, tirar para adelante.

—Madrid como ciudad, ¿está bien hecha o mal hecha?

—Está fatalmente hecha. (Vuelve a reír).