LAPISABIEN
Nueva teoría del madrileñismo
El madrileño y el libre albedrío tienen mucho, en realidad, que ver
Quince años
Madrid
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Iniciar sesiónLlevo tiempo pensando sobre la 'madrileñía', concepto asociado a lo mejor que ha dado esta plaza pública que es la mescolanza, la mixtura de gentes.
No existe el madrileño típico como sí el zamorano o el aragonés típico, uno con una manta y otro, ... en este caso Manolo Escobar, cantándole a la Pilarica, dormida, por el Rabal de Zaragoza. No digo ni que sea un fenómeno bueno ni malo esto del amor apasionado a las túrdigas de la ciudad: digo que es, y punto.
Por Madrid, lo que pasa es el turbión de la historia, y aunque haya amantes de su ciudad que sacan sus partidas y sus prendas típicas ('La verbena de la Paloma' representa que Madrid, incluso en lo más esencial, es mezcla « que es una barbaridad»), lo cierto es que Madrid, en principio capital imposible sin río que la comunique con el resto del mundo, supone una suerte de rareza geográfica que genera eso: la 'madrileñía'.
El castizo, en las imágenes cotidianas, posa junto al que está por estar o el inmigrante, madrileño de Quito, con sus partidos de fútbol los domingos que es cuando libran del duro bregar y se pegan dos carreras, 'antañazo' en la Casa de Campo.
Y ahí está su 'madrileñía' quiteña. Como en aquellos gemelos, con pósteres del Real Madrid del llorado Miguel Ángel o del Atleti, que cada uno que es cada cual, según Joan Manuel Serrat, y aunque hayan nacido de la misma madre.
El madrileño y el libre albedrío tienen mucho, en realidad, que ver. Si en Andalucía no hay nacionalismo porque está Almonte, el derby sevillano, y los atardeceres en Caños de Meca. En Madrid no lo hay por ese espíritu de libertad, no por la variedad de procedencias.
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Sino por una razón más física: porque los suelos dan una calidad a la persona como el basalto de Nueva York a los neoyorkinos.
Llevo madurando esta tesis del madrileño. A ver quién me la compra, que lo de ser soltero en la gran urbe da para mucho teorizar.
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