LAPISABIEN
Este frío
La ola polar es la que cada uno llevamos dentro en esta ciudad de más de un millón, mucho más, de cadáveres
De la España mansa
Operarios retirando nieve en la Gran Vía
Hace frío. Quizá no lo haga. Quizá sea todo en el imaginario de sentir tanto vacío. Pero tengo frío, porque como conté ayer sobre Pepe Domingo, yo, también, huyó de las brumas. El frío es este Madrid sin Pepe Domingo, claro, sin sus gafas ... de sol en esa teoría del casticismo que va del Arco de Cuchilleros a las Cavas, donde siempre era sábado y fiesta.
Ya, sin el impacto del momento, va quedando eso, el frío; el no saber qué decir. Las defensas bajas, y un estornudo y una tos que sí sé por qué vienen aquí y ahora.
La vida iba en serio, decía el poema. Y de madrugada, cargando en el mercado, se escuchaban los camiones con las cosas de siempre. Los gritos mañaneros. Abrí la ventana y entró el helor, que ya no sé si es inventado o no.
Acabó la Vuelta en un Madrid lluvioso, que es el peor de los Madrid es porque estamos hechos al sol, para el sol, y no para ser Londres después de haber sido, de forma sostenida, una ciudad sahariana, después tropical, y ahora falsamente invernal.
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En nada, ya por Princesa pondrán los colgantes navideños, y las autoridades llevarán bufandas contradiciendo, quizá, al termómetro, el pobre. Tengo frío. Y ese frío es el de un congelador en el pecho y no se va ni con mantas ni con consuelo. Espero y deseo que el sol salga para todos, ahora mismo, que se haga primavera y que tenga yo de nuevo 20 años en Chamberí.
Dicen los que entienden que el frío es la falta de calor. En Madrid el frío ya se sabe que va por barrios, por casas. La ola polar es la que cada uno llevamos dentro en esta ciudad de más de un millón, mucho más, de cadáveres fríos. Y que viven.