LAPISABIEN
Enésimo recuerdo de Quique San Francisco
Y sí, me da muchas veces por extrañarlo. Tengo derecho a la nostalgia. Y de ese burro no me bajo
Viejo barrio
Madrid
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Iniciar sesiónEn esto que me acuerdo, en las noches de fin de semana y de películas españolas surrealistas y 'cachondonas', de Quique San Francisco. De nuestras tertulias a la orilla de un asfalto que nunca será mar, por más que musas santanderinas ... pasaran y pasen a mi vera. Me acuerdo de su gorra, de su libérrima forma de vivir y de pensar que va entendiendo, uno, casi imposible.
Siempre me gusta, por estas fechas y otras, sacarlo en estas páginas. Quizá porque vea su placa en el edificio Galaxia, cumbre del brutalismo arquitectónico madrileño. Quizá porque vea su cara, de forma ucrónica, cruzarse conmigo en el barrio burgués y guiñarme un ojo.
Quiero ya las promesas de Sol
Jesús Nieto JuradoEste enero, en puridad, no reconcilia con los castizos. A veces veo viejos amigos, en el metro, y la promesa de encontrarse
Quique pasó de querubín del cine a clásico secundario, y era de estas personas que te reconcilian con Madrid, aunque Madrid no quiera reconciliarte con nadie. O sí. Quién sabe. Pienso en él y pienso, no sé, en noches regadas de verano en las que la vida se enlaguna, y hay tertulia, y pasa un matrimonio y toma asiento y entra en la película. En la que toque.
Eso era Quique, un 'arrejuntador' de voluntades, con su periódico del día leído por la noche que es cuando llegan la verdad de las razones, las razones de la verdad. Cuando de verdad uno asume las claves de la ciudad y el mundo, bajo un flexo y con un caña amiga.
Yo a Quique lo quise lo que pude, lo admiré lo que supe, y a los soplagaitas que me hablan de la ciudad sin alma les saco su ejemplo. Su ejemplo vital.
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Madrid, muchas veces, te arroja al mar de los Sargazos sin flotador. En esas ocasiones, Quique me ha rescatado, me ha puesto una conversación inteligente y heterodoxa.
Y sí, me da muchas veces por extrañarlo. Tengo derecho a la nostalgia. Y de ese burro no me bajo.
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