LAPISABIEN
Que no me lo cuenten
Todo éxito de Morante es un éxito mío, por esas fidelidades que se le guardan a los dioses terrenales
Morante bajo el compás del alma hasta la puerta grande

No quiero que me lo enseñen, no quiero que me lo cuenten. Que no estuve y andaba con una cura de ansiedad en cama. Dicen que el Duende del arte pasó y abrió un cráter en Las Ventas. Pero yo no lo quiero saber, ... que no lo vi en aquella tarde de Sevilla, ni este domingo.
No quiero oír nada, que la historia siempre me acaba fallando, y algún vídeo del móvil me ha llegado y yo no lo he descargado. Sé que anocheciendo en Madrid caminó entre los hombros y los hombres, que es lo más cercano a cómo los de abajo portan sus criaturas mitológicas.
Todo éxito de Morante es un éxito mío, por esas fidelidades que se le guardan a los dioses terrenales, y yo se la guardo. Claro está. Ya cuando pase el tiempo, quizá en esos días de otoño cuando los matojos crecen en el redondel, me atreva primero con las crónicas. Después con los vídeos. Será mi ofrenda de ausencias a este domingo. Este domingo en el que la arena era protagonista y bien que lo agradecimos.
Yo vi la peor faena de Morante en la única plaza en que se torean gaviotas, y aún así me enganchó para el morantismo. Que es una forma de ver la vida, el arte, con mucho de carne de gallina y altibajos. Hace poco este periódico mostraba los laberintos del alma de Morante, nos asustamos, pero vino y triunfó en mi ciudad de las maravillas y de las oscuridades.
Espero que sea domingo en Las Ventas, siempre, como el pasado domingo. Acaso sea verdad eso que un aficionado ha escrito en las redes sociales de que España limita al Sur con Morante, y en el resto de los puntos cardinales con la morrala, lo prosaico, lo mate con tinturas de podredumbre. Lo dijo de otra forma.
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