LAPISABIEN
Mi capital del mundo
Mi hermana lleva tatuada Sevilla en el brazo y yo, a Madrid, en el alma. Para lo bueno y lo atroz
El taxista que no leía a Luis Rosales
Madrid
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Iniciar sesiónMadrid, que decía Umbral, ha sido mucho para la literatura. El problema es cuando la ciudad te agota, y tú has agotado a la ciudad. En mí han pasado ambas cosas.
Madrid no es infinita, y cuando ya se sabe uno las claves ... la quiere mirar como la primera vez. En el Departamento de Filología de la Complutense está mi tesina sobre el Madrid de la literatura a través, precisamente, de Umbral.
Está Ramoncín, está Lhardy con sus cocidos, pero ya nada es lo mismo. Sigo queriendo hacer la gran novela madrileña, que creo que es legítimo, pero hasta el Manzanares parece que se descojona del servidor cuando empieza a sacar personajes sin nada que hacer en los altozanos de Vallecas.
Subo y bajo de los teatros, y a la ciudad la veo viva pero vista. Por eso, quizá, esa melancolía de lo no vivido. Antes eran tiempos en que Madrid era efectivamente, el rompeolas machadiano. Ahora las olas quieren dar contra este espigón, resistente, y hay que llevar la 'madrileñía' como un arma cargada de futuro, que escribió el otro. Ya conté que Sabina me trajo a este Hollywood de secano y cantaores, y yo vine. Mi hermana lleva tatuada Sevilla en el brazo y yo, a Madrid, en el alma. Para lo bueno y lo atroz.
Voy, paro, y veo por las calles que Madrid resiste pese a todo. No voy soportando a los 'esnob', ni tampoco a quien viene del frío norte para no hacer gasto y aprovecharse del sol que nos alumbra. Entro a ratos en el Prado a ver a El Bosco, y es verdad que el Paisaje de la Luz da eso mismo: luz.
Pero yo quiero hacer la gran novela madrileña. Que sea coral. Que salgan Ayuso, Carmena, los medios días de Gallardón con el vermut en Sagasta Vinos 2 y hasta Eugenio Lucas pintando los bajos fondos en carnaval.
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Vengo de una ciudad del sur, amante de Madrid. Si le escribí un romance sonámbulo antes de ayer a la ciudad, ahora se lo escribo sin que medie Federico García Lorca.
La ciudad es la que es. A Ruano le daban mareos y veía a la Cibeles del revés como le contaba a Marañón. Yo la veo más que a mí sobrina. Y, a pesar de todo, es mi capital del mundo.
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