Jesús, el asesino de Concha, vecino de un pueblo de la sierra y con múltiples antecedentes por robo y tenencia de armas

El presunto autor del crimen, español y de 58 años, se refugió junto a su pareja –también detenida– en un hostal cercano tras matar a la comerciante

Tirso de Molina, punto negro de inseguridad a 500 metros de Sol: «Hay robos, peleas y un crimen... No podemos seguir viviendo así»

Altar en honor a Concha, a las puertas de su tienda en Tirso de Molina; junto a la imagen del presunto asesino Isabel Permuy/abc //Vídeo: atlas

Concha, dueña desde hace más de tres décadas de la tienda Vistebien, en Tirso de Molina, estaba a punto de cerrar su local el lunes a mediodía cuando Jesús y Estrella, su pareja, irrumpieron en el establecimiento. Faltaban solo diez minutos para que la sexagenaria, ... que tenía previsto jubilarse en agosto, bajase la persiana y se fuese a comer con su marido, José, que atendía en una tienda de confección de uniformes para hostelería cercana, también en el barrio de Lavapiés.

Pero Concha y José no llegaron a encontrarse. Jesús, presuntamente, le asestó tres puñaladas en el abdomen y la dejó tendida en el suelo de Vistebien, ensangrentada, tras hacerse con la recaudación de la caja. La Policía Nacional lo detuvo 24 horas después del crimen, a solo 260 metros, en la confluencia de la calle de Relatores con Atocha. El hombre, que se espera que pase en las próximas horas a disposición judicial, es español de 58 años, natural de un pueblo de la sierra de Madrid, y cuenta con más de una decena de antecedentes, sobre todo, por delitos de robo con violencia, tenencia ilícita de armas y lesiones.

Con él iba su pareja, Estrella, también española y de 56 años, y vieja conocida de las autoridades. Al igual que al presunto autor material del crimen, a ella le constan reseñas policiales por robo con violencia. Según captaron las cámaras del establecimiento de Concha, fue la ahora arrestada quien abrió la puerta de la tienda para dejar pasar a Jesús y que se hiciera con el dinero de la caja. Lo esperó fuera, supuestamente, para dar la voz de alarma si llegaba la Policía o algún testigo del atraco que su compañero iba a cometer.

Fue una viandante la primera en dar la voz de alarma al ver a la víctima en el suelo. Sus gritos reclamando la presencia policial alertaron a los hosteleros de la plaza. Uno de ellos consiguió parar una patrulla que pasaba por la calle y, aunque iniciaron inmediatamente las maniobras de reanimación cardiopulmonar, cuando los sanitarios de Samur-Protección Civil llegaron a la tienda, solo pudieron confirmar el fallecimiento.

La Policía Nacional investiga ahora si Concha conocía a sus atracadores y verdugos, puesto que eran habituales de Tirso de Molina y Lavapiés. Según algunos testigos, él sobre todo, consumidor de sustancias estupefacientes, pasaba los días sentado en unos asientos frente a la tienda de Concha, en un parque infantil; por las noches deambulaba entre los albergues de la ciudad.

La comerciante opuso resistencia, intentó defender su negocio, que Jesús no se hiciera con la poca caja que había conseguido. Todavía no ha trascendido cuánto dinero robó y tampoco se ha hallado el arma empleada para apuñalar a la víctima. Fuera lo esperaba su compañera, que lo vio salir de la tienda con la camisa de cuadros que vestía manchada de sangre.

Huyeron casi a la carrera del lugar y, tras acabar con la vida de la comerciante, ambos se refugiaron en un hostal a no más de medio kilómetro. La Policía los tenía identificados y les seguía de cerca el rastro, habida cuenta de las múltiples cámaras de seguridad que hay en la zona, tanto de los comercios como en la vía pública, y pudieron recomponer su recorrido.

A primera hora de la tarde del martes, un día después de matar a Concha, Jesús y Estrella salieron del que había sido su escondite, y los agentes les pusieron las esposas, a solo 260 metros del negocio de Concha. Sin oponer resistencia, en ese momento, Estrella habría confesado que su pareja fue el autor material del asesinato. A ella la investigan como cooperadora necesaria. Ahora, deberán enfrentarse a un presunto delito de homicidio o asesinato.

Mientras, ante las verjas de la tienda de Concha, los vecinos la lloran y homenajean instalando un altar en el que se suceden los ramos de flores y velas encendidas: «No te olvidaremos nunca. Nos ayudaste siempre con tu bondad».

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