La Japan Weekend: un sano carnaval en septiembre
Muchos madrileños, disfrazados o no, acuden a un festival que trasciende lo japonés, el mundo manga, en público y en actividades
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Iniciar sesiónLa Japan Weekend pone a Madrid en modo asiático de cómic japonés y de todos los derivados que se quieran, aunque luego el festival sea un carnaval donde hay superhéroes de Marvel, de D.C., y un chaval con la camiseta del Rayo Vallecano. ... De entrada, Ifema parecía este sábado un casting de películas de serie B, y se agradece que el recinto pareciera la plaza Mina de Cádiz en las carnestolendas.
A quienes iban con el maquillaje y los ojos rasgados, a la salida del Metro, los Testigos de Jehová trataban de hacerles llegar su mensaje y sus cuadernillos. El Metro, anótese, iba cargadito de laca y de minifaldas, y las miradas raras pero cómplices del viajante de sábado que se encontró a una geisha y sacó su foto. Ifema, lleno hasta la bandera, dejaba ver que la Japan Weekend, o el Japan Weekend, es un Fitur interno de todo lo que no es la línea negra francobelga (Tintín), de la chavalería patria que se viste de 'Spy x Family', que debe ser el canon de lo detectivesco del 'anime' y de un padre que lleva a su hijo de la mano vestido de dinosaurio junto a otro dinosaurio que iba regalando «abrazos».
Sables de luz
Más allá de espectáculos varios, al sol de septiembre, Luna, que iba customizada de Tanya, de la misma serie 'Spy x Family', contaba que tenía «superpoderes», dando cuenta del aperitivo, sushi castizo, que Pablo, con más salmón que arroz, había terminado de cocinar «a la una de la mañana».
Por detrás jugaban al 'quema' de toda la vida con balones que olían a nuevo, y Sergio, con una camiseta en caracteres «japos» reconocía «saber de Japón» pero, a la vez, que quien anda en la movida del manga y el anime (dos patas de lo mismo), sabe que «Japón es duro para vivir». Dicho esto, informan de un taller de espadas láser, «espadas de luz» para los del ambiente que es un deporte, «arte marcial», en el que el sable iluminado de marras, de policarbonato, cuesta, según los monitores, «más o menos 350 euros». Mezcla entre la esgrima y el 'kali' filipino. Y se lo tomaban en serio.
En el jaleo de la Japan Weekend, quien no llevaba traje con pectorales apócrifos, se camuflaba el acné transitorio de la edad con maquillaje y brillantina. Nathan y Elena iban de «los malos de Pokémon, el Team Rocket», venían de Sevilla, y llegaron el viernes. Aparte de actos varios, de que la Policía Municipal anduviera mosca y amable con el aforo, iban Batman y El Joker sin conocerse. Batman, tan intruso como Joker, confesó «con la voz dura» que había ido a Ifema a «llevar la contra»; Joker, Ayro según su DNI, dijo poco. Que «qué bueno es Joaquin Phoenix» y lamiéndose el labio y metido en el personaje, tan histriónico como necesario.
En los pabellones hubo y hay ramen a no mal precio, carreras de coches teledirigidos que derrapaban, y niños vestidos como de Goku «antes de hacerse superguerrero». En torno a cien euros vendían la 'Game Boy', la primigenia. La blanca. Había padres con hijos que la veían, a la consola portátil, como se ve la Cueva de Altamira.
Las filas de los pabellones se colapsaron. La policía actuó con amabilidad y extrañeza viendo al personal, las filas. Se divisaba una bandera de Valencia y es que, según Alberto, «si en España se quiere hacer anime, podemos ser los mejores». Había interiorizado su patria junto a otro visitante con un peto que le marcaba los abdominales basándose en el cómic 'espartano' de Frank Miller.
Continúa el festival. Sueñan con viñetas. El dinosaurio sigue allí.
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