Ivankovà: «Hay ciertas músicas que generan efectos profundamente ansiolíticos»
La artista madrileña presenta su intrépida reinterpretación del New Age este sábado en la Terraza Magnética de La Casa Encendida
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Nacho Serrano
Madrid
La programación veraniega de la Casa Encendida, en el privilegiado escenario de la Terraza Magnética, pone rumbo a su recta final con un concierto atrevido y sumamente sugerente, de la mano de los mantras vocales, los loops, el minimalismo, el misticismo, la fantasía y ... oscuridad de la propuesta musical de Ivankovà (sábado, 20.30h, entradas 10 euros) una artista madrileña (de nombre real Irene de la Cueva) de formación clásica en violín y piano y ex-miembro de proyectos experimentales como Difunta Calva, cuyo trabajo musical se centra en «las tensiones e interacciones producidas entre la armonía, la emoción y los estados de trance como motivadoras de la percepción sonora».
¿Cómo describiría lo que se van a encontrar los asistentes a su show en la Terraza Magnética, teniendo en cuenta que además de atraer a fans suyos, es una cita con potencial de convocar a un público casual, de ocio veraniego?
Como suelo hacer siempre, he diseñado un concierto concreto para esta ocasión teniendo en cuenta que es un espacio exterior y que el público va a ser variado. Creo que la propuesta sonora es rica en matices, con partes cantadas y partes dedicadas a la escucha, y que puede ser disfrutada por cualquiera. Confío mucho en la sensibilidad y la curiosidad del público cuando decide asistir a un evento así. Es muy necesario ceder espacio en las programaciones a la música a priori «minoritaria» para que pueda ser disfrutada por todo tipo de oyentes, porque nunca se sabe lo que cada persona puede descubrir en ella y en sí misma.
¿Cómo es la traslación de sus grabaciones a los directos? ¿Qué instrumentos emplea en la creación de sus piezas?
Tengo dos órganos que se puede decir que conforman bastante el carácter de la propuesta. Eso unido a mi voz, a algunos pedales y otros sonidos producidos digitalmente y lanzados con una sampleadora o un ordenador, construyen los directos.
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Ha tenido formación clásica en violín y piano y ha sido miembro de proyectos experimentales. Cómo ha sido su recorrido artístico hasta llegar a la propuesta que abandera ahora mismo? ¿Cuáles han sido los puntos de inflexión clave en ese viaje musical?
Estudié en el conservatorio un instrumento que no me gustaba a una edad temprana, por empeño de mis padres, a quienes estoy profundamente agradecida en el día de hoy. Pienso que la enseñanza musical académica reglada no fomenta la creatividad en los niños, y sí la competitividad, la presión, y otros rasgos que pueden generar trauma. Tras años de vacío, y cuando retomé la música un poco más adulta, fue un paso natural intentar romper con todas las reglas que tenía tan asimiladas, «desaprender» aquello que me había hecho infeliz: en nuestras bandas nos cambiábamos de instrumento sin saber necesariamente tocarlo, improvisábamos durante horas, hacíamos ruido, jugábamos con la atonalidad, y además éramos todas mujeres. Fue muy liberador artísticamente y creo que sin ello no habría nacido Ivankovà. Ahora, reconciliada con mi infancia musical, y desde el profundo agradecimiento a mis padres, he podido conjugar los dos tipos de lenguaje o aprendizaje, incluso he retomado el violín como instrumento.
En un concierto abierto a todo tipo de gente y en un lugar público, ¿suele ser fácil crear una atmósfera que induzca al trance? Ese tipo de estado de conciencia generado por la música suele surgir mejor en experiencias más íntimas y privadas, ¿no?
Es sorprendente cómo cada persona asimila y habita la información que yo les envío, es muy personal. Con silencio, comodidad y la atención suficiente, se puede tener una experiencia cercana al trance, sin importar la gente que haya alrededor. Yo personalmente, he asistido a eventos multitudinarios a ver algún concierto, y al cerrar los ojos he sentido que estaba sola con el artista en cuestión.
¿Hasta qué punto diría que estas experiencias sonoras pueden ser terapéuticas? ¿Ha sido testigo de casos llamativos en este aspecto?
La función terapéutica de la música está documentada desde la antigua Grecia. Muchas personas escuchan discos para sentirse mejor en el día a día. Con la música o el sonido se pueden crear espacios de suspensión, de calma, de pausa, etc que las personas podemos tomar para salir de la actividad, la dinámica y el estrés diario. Desde esas grietas podemos conectar con la emoción y con lugares más profundos de nuestra alma y nuestra psique a las que normalmente no accedemos o tenemos bloqueadas. Una vez allí, el mundo sensible toma las riendas y tocando los puntos adecuados se alimenta la percepción. Vivir una experiencia sonora en el puro presente te puede conducir a lugares espacio-temporales remotos, y abrir las puertas a la fantasía nos puede ayudar a imaginar otros mundos posibles, y con ello incitar a la acción de cambio en el mundo real. Yo he sentido efectos absolutamente ansiolíticos tras un concierto de Sarah Davachi. Personas que no conozco me han abrazado tras los conciertos porque mi música les ha llevado a recordar vivencias pasadas, o les ha reconciliado consigo mismas en algún punto, o simplemente se sienten mejor y más tranquilas, cierta música o sonidos generan efectos profundamente ansiolíticos.
Veo que ha pasado por bastantes festivales especializados, ¿diría que en España hay «escena» para propuestas como la suya? ¿O se siente un poco outsider? Quizá las dos preguntas tienen respuesta afirmativa…
Existe una escena (o varias) en España de personas que hacemos música «fuera del tiesto», y claro que somos outsiders, pero sobre todo precarias. Me gusta decir que las experiencias más radicales cambian a la gente por dentro, y que dar espacio y democratizar estas «propuestas minoritarias» es una inversión para crear una sociedad más sana, libre y diversa.
¿Cómo suele ser su trabajo de composición para proyectos cinematográficos? ¿Y para moda? ¿Cuáles son sus 'highlights' en ese campo?
En cine, me encantó trabajar en la música original de la película Los Saldos, de Raúl Capdevila Morillo, pues tuve total libertad a la hora de expresar una despedida y un duelo en el track final. En moda un solo trabajo que me encantó, el soundtrack para pasarela de la colección Song to the Siren del diseñador asturiano Arturo Obejero, una delicia donde pude expresar toda mi sensibilidad más épica.
¿Qué proyectos tiene ahora por delante, también con su trabajo con el sello Eternal Recordings?
Ahora mismo estoy inmersa en la composición y grabación de mi próximo disco. También verán la luz algunas colaboraciones con otros artistas que admiro y dos ediciones en cassette con mi sello Eternal Recordings de dos proyectos la mar de bonitos.
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