Isabel Díaz Ayuso, de hormiga obrera a reina de la colmena en cuatro años

La política ha sido su gran pasión, desde muy joven. De hecho, aunque trabajó como periodista -en algunas emisoras de radio de España y de Irlanda, y en una productora de televisión de Ecuador-, muy pronto se centró en la actividad dentro del PP.

Se afilió al PP en 2005, con Pablo Casado como presidente de Nuevas Generaciones de Madrid. Entró a formar parte del equipo de Esperanza Aguirre, y hasta le creó una cuenta en Twitter al perro de la presidenta, 'Pecas'.

Desde muy pronto se caracterizó por la firmeza de sus convicciones y su valentía a la hora de manifestarlas: nunca ha sido tibia ni equidistante. En 2011 entró en la Asamblea como diputada, y allí fue escalando posiciones poco a poco. Hasta que Cristina Cifuentes la nombró viceconsejera de Justicia. El 27 de diciembre de 2018, con su partido en horas bajísimas y moralmente muy tocado tras el escándalo de la dimisión de Cifuentes, y cuando sólo faltaban unos meses para las nuevas elecciones autonómicas, una vibrante intervención suya en un programa de La Sexta como secretaria de Comunicación del PP se hizo viral en redes sociales, e hizo que le llovieran críticas y aplausos.

Tal vez Pablo Casado lo vio; quizá ya lo había pensado antes; el caso es que pocos días después, de manera sorpresiva, Isabel Díaz Ayuso fue elegida candidata del PP a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Era inexperta e insegura, pero supo desde el principio aprovechar la oportunidad que se le daba y rodearse de los mejores para que le ayudaran a conseguir lo que aún le faltaba.

Esas primeras elecciones, las de 2019, las perdió -el PSOE fue el partido más votado-, pero tuvo la habilidad de pactar con Ciudadanos y conseguir el apoyo de Vox para formar su primer gobierno. Dos años después, demostraba que aprendía rápido: en cuestión de unas horas, rompió su coalición de gobierno, cesó a todos los consejeros de Ciudadanos -incluido su vicepresidente, Ignacio Aguado- y convocó unas elecciones anticipadas que pillaron a contrapié a la oposición y le dieron, el 4 de mayo de 2021, un triunfo histórico.

No mucho después, iniciaba otra guerra sin cuartel, esta vez interna, por hacerse con los mandos de su partido en la región. Casado leyó algo más en sus intenciones, y la cosa acabó en un choque de trenes en el que Ayuso siguió subiendo y el líder nacional fue literalmente borrado.

Ahora, Díaz Ayuso es no sólo la baronesa con más peso mediático del PP, sino rival directa de Pedro Sánchez, con quien disputa cada voto en una campaña que cada vez parece más nacional y menos regional. A sus rivales de otras listas electorales los ignora; su pelea es más arriba. Y su estrategia funciona, a juzgar por las encuestas y por cómo reaccionan otras figuras políticas: con media España criticando la inclusión de ex presos etarras en las listas de Bildu, Otegi la ha distinguido sobre todos los demás respondiéndola.

En lo interno, se ha hecho con todos los mandos en el PP de Madrid, donde no se mueve una hoja sin su beneplácito. Y aunque tanto ella como el presidente nacional, Alberto Núñez-Feijóo, niegan cualquier posible rivalidad presente o futura, cuesta creerlo.