CARTAS AL ALCALDE
Irnos a Madrid
Pero sí, la ciudad tiene la culpa de todo para bien o para mal
Alejandro Sanz, un corazón sin coraza

Aprendí, por Antonio Muñoz Molina, que Madrid «es una ciudad a la que puedes echar la culpa de todo». Con esta definición probamos a encerrar la ciudad, a la que no hay definición que la encierre. Pero sí. Madrid tiene la culpa de ... todo, para bien o para mal.
Estamos en las vísperas de después de la celebración del día de la Comunidad, y conviene el homenaje a Madrid, porque lo ofrece el calendario, y porque sí. Escribía Umbral, certeramente, que Madrid es «un género literario». Basta llegarse a la Gran Vía, y ahí lo tienes todo resuelto, a cualquier deshora, desde la compra de un fular al alterne con valquirias solitarias, en cafés como museos, empezando o acabando por Chicote.
En Madrid arranca a cada rato una novela, sólo que a veces la novela nos incluye, y a veces no. A Madrid viene el 'peatonaje' de provincias, y me refiero también a las provincias de Europa, a hacerse todo el pícnic de tapeo de la Cava Baja y a ir al Bernabéu, porque el Real Madrid tiene mucho tirón turístico.
El Bernabéu es otro Museo del Prado, sólo que al revés. Madrid tiene el Joy Eslava, para maniquíes equívocas, y ligones de catálogo, y luego tiene los desmontes de la Ciudad Universitaria, donde juegan al amor las ninfas de botellón. Entre una cosa y la otra está la Puerta del Sol, donde el personal hace cola para un selfi en la baldosa del kilómetro cero, y se cita a la sombra del Oso y el Madroño, para cumplir una adiós, o una bienvenida.
El Oso y el Madroño están ahí, de testigos de estatua, viendo cómo la gente se anuda o se separa, viendo cómo la Puerta del Sol es un puerto con reloj de campanario, donde van y vienen las gentes en el ceremonial emocionante de conocerse o despedirse. Madrid sostiene, a diario, un nutrido y casi secreto menú cultural. Y digo casi secreto porque el vicio de la cultura es un vicio solitario y minoritario, que a veces se hace populoso y municipal. Hace poco hemos cumplido la Noche Blanca, y pronto tendremos todo el soleado trajín de los días de la Feria del Libro. Lo que pasa con Madrid es que Madrid no nos deja ver Madrid. Cuando ocurren puentes de mucha escapada, como el de hace poco, es cuando mejor podemos viajar a Madrid, que está tan lejos, estando tan cerca.
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