Ion Aramendi: «Creo que en Madrid hay cosas muy vascas y otras que no son más que puro postureo»
COLONOS
Ha encontrado en ir y volver del centro una forma de reconciliarse y disfrutar de la ciudad que nunca duerme
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Ion Aramendi es vasco y moreno, fuerte. Un titán de la región que es de los pocos donostiarras que conjugan bien el verbo «haber». Tiene el éxito asegurado como conductor del debate de Gran Hermano y como presentador del concurso 'Reacción en ... cadena'.
Ya se sabe que para los concursos, para conducirlos, hay que tener templanza, que es una de las virtudes del alma. Quizá, también, un poco de empatía con el concursante. Ion llegó a jugar al baloncesto en la Liga EBA, y se sabe que el baloncesto en España es un deporte que une, que genera esas cuadrillas tan de su tierra.
Es, en coloquial, el 'niño bonito' de Telecinco, pero Ion no ha llegado a la televisión por casualidad, y en el medio ha hecho de todo, lo que le da una visión de campo que se aprecia en estos tiempos. Una visión de campo aprendida en Madrid, la ciudad donde sonríe desde aquellos inicios en un apartamento en la calle de Churruca que tan ligada está a su vida de madrileño.
Tiene, frente a un vizcaíno, la visión de que venir de a 'Bella Easo' es venir de provincias. Mas sabe que hay rincones en la capital donde arquitectos de su tierra trabajaron, y esos tejados él los ve y entiende que hay una relación de muchos años entre Madrid y San Sebastián.
Madrid, sea lo que sea, pondera lo vasco y lo andaluz, y lo gallego, por el encanto de que es por donde se dobla el mapa de España. Por eso, él, si quiere lo vasco en Madrid, lo encuentra. Aunque es refractario a lo que intenta ser vasco y es mero postureo. En esos casos, tiene su ruta de «tabernillas», en esas donde late el grillo 'dickensiano' del hogar.
Se le ve que quiere sacar aquel verso de Antonio Machado, el de Madrid como rompeolas de todas las Españas. Y lo dice alguien que está acostumbrado al oleaje y a las galernas de La Concha, de Ondarreta. Hay sin embargo, un punto en el que se confiesa él, como ser sintiente en Madrid. Básicamente, que frente ala ciudad que acoge a primera vista, él es más reservado, pero a quien acoge y lo conquista, Ion lo acoge para siempre. Era previsible. Lo que no es que tanto talante acogedor de la ciudad contrasta con la sensación de familiaridad, que extraña.
—El primer impacto de esta ciudad, aunque luego sea falso, o sea matizable.
—Me parecía una ciudad enorme, inabarcable, y un poco hostil para alguien de provincias como yo.
—¿Qué le ha dado a Madrid, y qué Madrid le ha devuelto?
—De Madrid recibo el que te acoge rápidamente, te sientes madrileño de inmediato. No tienes que ser de Madrid para sentirte como en casa, o sea, te sientes como en casa Desde el principio. ¿Y qué doy? Mi manera de ser, que soy muy acogedor. Un poco frío de primeras, un poco seco, pero cuando doy mi amistad y mi cariño lo doy para siempre.
—Defíname Madrid.
—Decía Antonio Machado que Madrid era el rompeolas de España. Pues ésa es la imagen que proyecta Madrid, es como donde todas las olas rompen y acaban. Esa cantidad de gente que viene de todas partes, ya no de España, sino del mundo, y convierten a Madrid en una casa para millones de personas.
—Como reportero, ha paseado, y me consta, por el paisanaje 'madriles'. Ahora, en confianza, le ruego una reflexión sobre la calle y sus moradores, tan particulares.
—Las gentes de Madrid son muy cercanas, muy interesantes, variopintas. Acabas sintiéndote como parte de Madrid y la gente te hace sentirte de Madrid. Madrid es para todos, Madrid es de todos.
—Madrid tuvo un frontón, hoy por fortuna recuperado, el otro día me crucé con un pelotari de los de cesta. Lo vasco en Madrid, y aquí el 'quid' de la cuestión, es si auténtico o es mero postureo. Ese 'papel pintao', que decía aquel tango famoso de Enrique Santos Discépolo escribiéndole al siglo XX.
—Yo creo que hay cosas son muy vascas, y otros que no son más que puro postureo. Hay restaurantes donde se jactan de ser vascos y tienen muy poco de vascos. Luego hay lugares que sí que tienen el sello, la impronta, el carácter, la 'raza' vasca. O sea, que hay un poquito de todo.
—Aunque luzca como un Apolo, Madrid es indisoluble de las tabernas. Y en su tierra, la buena mesa es una religión.
—Yo soy de tabernillas. Esos lugares donde te sientes como en casa. Cuando vivíamos en Churruca, el Vítaca, en Tribunal, era uno de nuestros lugares de referencia. Una pequeña taberna, muy agradable y con muy bien ambiente. O Petisqueira, de origen gallego. O El Enfriador, que es un lugar muy agradable para disfrutar de una caña como sólo se tira en Madrid.
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—¿A quién 'nominaría' para salir de la casa de Madrid? De la ciudad...
—No nominaría a nadie. Y es que Madrid, repito, lo bueno que tiene es que acoge a todo el mundo. Y eso es lo que me gusta, que no hace distinciones de ningún tipo y para mí, eso es Madrid. Yo , de verdad, sería el último en nominar a alguien en Madrid.
—¿Me define a Madrid en vasco?
—'Etxea', que es casa. He vivido varias épocas en Madrid, y desde el principio, incluso cuando yo venía de visita, tiene un punto acogedor.
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