Investigan si detrás del atraco a la joyería de La Gavia está una banda de aluniceros reincidente en el uso del extintor

Accionado el extintor para generar un mayor caos e impedir cualquier acercamiento imprevisto, tres de los delincuentes entraron al establecimiento, amenazaron a la dependienta y comenzaron a romper los expositores. El cuarto, pistola en mano, permaneció en la puerta dando las instrucciones precisas y ordenando a los allí presentes que se tiraran al suelo. El atraco, pese a lo estridente de su ejecución, fue limpio: llegar, robar y huir, el abecé de este tipo de bandas.

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Amina oULD

La Policía investiga si existe relación con las bandas que ya han perpetrado hechos similares

La Policía Nacional trabaja ahora en identificar a los individuos que escaparon a toda velocidad por la M-45. Para ello, han visionado las cámaras de seguridad del recinto y analizado un 'modus operandi' muy similar al empleado en anteriores asaltos registrados en centros comerciales. Los agentes son conscientes de que el grupo de delincuentes había estudiado el golpe, con vigilancias previas y el conocimiento del margen preciso para actuar sin ser interceptados. El uso del extintor es otra de las claves que hacen sospechar a los investigadores, centrados en el mundo del alunizaje para buscar a los presuntos autores.

Precisamente, a finales de 2020 Gregorio Rodríguez García, 'El Goyito', y su hermano Christian, 'El Ruso', fueron detenidos junto al Gordo Maya y el Mansalvas tras perpetrar en Madrid y Toledo 52 robos en solo tres meses. Los talleres mecánicos eran el principal de sus blancos para hacerse con herramientas, maquinaria y vehículos de alta gama que utilizaban para cometer nuevos delitos: asaltos a particulares para robarles sus coches, tiendas de telefonía, joyerías, estaciones de servicio y algún local de electrodomésticos. Pero sin duda los actos más sonados se llevaron a cabo en el centro comercial de Vicálvaro.

Primero en la joyería A'Damas, a media tarde y con la superficie repleta de consumidores. Tres de los delincuentes irrumpieron en el comercio con los rostros cubiertos con gorras y mascarillas, para después intimidar a la propietaria que se encontraba protegida por un cristal blindado y reventar los mostradores y vitrinas. En poco más de un minuto y después de que la afectada saliera de su cubículo y se enfrentara a ellos con una escalera, los malhechores huyeron a la carrera con un puñado de joyas.

Las dos siguientes acometidas tuvieron por objetivo el mismo establecimiento de telefonía, tras marcharse de vacío en la primera al no contar con la actitud beligerante de uno de los guardias de seguridad. Al sábado siguiente, y con un miembro más incorporado a la incursión, corrieron hacia el mismo escaparate cargados con una tapa de alcantarilla, una maza y lo que parecía un cuchillo de grandes dimensiones escondido bajo el pantalón de uno de ellos.

El trabajo era el mismo, pero el método había cambiado. Para dispersar a los vigilantes, arrancaron un extintor y no dudaron en accionarlo. Ante la mirada atónita de trabajadores y clientes, una nube química invadió de inmediato la entrada de la tienda. Ello posibilitó la fuga y esta vez con la mercancía afanada. Un elemento de disuasión que, visto lo visto, no pasa de moda para los amigos de los ajeno.