El hospital de animales donde renacen las aves abatidas por el calor
Una clínica de especies silvestres, en Tres Cantos, acoge ejemplares heridos o enfermos para su recuperación y posterior liberación
El centro participa en un programa para reponer en nidos a los pájaros caídos por las altas temperaturas
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Tres Cantos
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Iniciar sesiónLa veterinaria jefa del Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) tiene entre sus manos un ejemplar de águila ratonera a punto de ser puesto en libertad. El pollo llegó hace mes y medio al centro dependiente de la Consejería de Medio ambiente, Vivienda ... y Agricultura, el único de este tipo en la Comunidad de Madrid. Un agente forestal recogió al animal, que estaba en el suelo deshidratado y con un golpe de calor, y lo llevó hasta Tres Cantos, donde se ubica este hospital de animales salvajes heridos o enfermos. «Lleva una anilla metálica que nos permite tener referencias de qué le ha pasado o si ha sobrevivido», explica Silvia Villaverde, antes de la suelta del ratonero, que ya vuela libre por el monte madrileño.
Las olas de calor extremo de los últimos meses, con temperaturas por encima o cercanas a los 40 grados, en plena temporada de cría de las aves, ponen en apuros a los pollos. El verano aprieta y estas criaturas indefensas caen al suelo antes de tiempo y mueren o quedan heridas. «En época de cría se echan unos a otros del nido por mera supervivencia», comenta el jefe de Área de Conservación de Flora y Fauna, José Lara. Las altas temperaturas afectan sobre todo a los pájaros que hacen sus nidos en lo alto de los edificios, como gorriones, aviones o vencejos. «Estas semanas hemos tenido días que llegan hasta 400, ya sea por expulsión o porque se caen», concretan los responsables del centro madrileño, que apostillan: «Eso es una barbaridad».
Con los episodios de calor, los pollitos caen del cielo y los recogen los madrileños o dan aviso a los agentes forestales. Desde el inicio de la temporada de cría a mediados de marzo, ha habido un «gran aluvión», en palabras de Lara, de aves urbanas que llegan al centro de recuperación. En pocos meses, han entrado 1.600 pollos de vencejo, frente a los 1.400 del pasado año.
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Eso se debe, fundamentalmente, a las cada vez más frecuentes olas de calor, pero también a la creciente concienciación de la población con respecto a sus vecinos alados. «Hay gente que se ha cogido un autobús o un taxi desde Madrid para traer un vencejo a Tres Cantos», menciona el responsable sobre la «admirable» respuesta de los madrileños, que no deja de ser un reto para los encargados del CRAS: «Hay que darles de comer oruguita a oruguita; si entran 400, imagínate».
Pollitos de vuelta al medio
La solución que han encontrado el centro madrileño y el Gobierno central para dar respuesta a la entrada masiva de vencejos ha sido el desarrollo de un sistema de reposición en nidos, también conocido como 'fostering'. Esta técnica permite que los pollitos adquieran la independencia de forma natural, en su propio ambiente. Los primeros cuidados los hace el CRAS, pero la cría de los pollitos en el centro, uno a uno, se sustituye por su reposición en los nidos de los edificios ministeriales del paseo de la Castellana, una de las mayores colonias de la capital. «Los llevamos allí una vez están bien embuchados y con la edad que corresponde, y los adultos los recrían», explica José Lara.
Es un método de «éxito», aseguran, por el alto porcentaje de estos insectívoros que salen adelante, igual o similar que en la colonia original. En lo que va de año se han introducido en los nidos de Cuzco cerca de 1.300 vencejos. Además, este sistema 'fostering' (adopción directa, traducido del inglés) ha contribuido a aliviar la carga de trabajo y el gasto, difícilmente asumible por el CRAS. «Hay que darles de comer cada tres horas uno a uno; eso supone un tiempo, un esfuerzo y un gasto en comida increíble», subraya un trabajador.
Las aves representan alrededor del 70% de los animales que recibe el centro de recuperación para su cuidado y posterior liberación en el medio natural. En las mudas exteriores distribuidas por las instalaciones (recintos vallados de grandes dimensiones con doble puerta de seguridad), reposan ejemplares de águila imperial, águila calzada, cigüeñas o buitres negros y leonados. Allí permanecen un tiempo variable, en función de los cuidados que necesiten. De media, la recuperación de las grandes aves requiere entre dos y seis meses, en caso de que sufran fracturas.
Algunas de las aves son madres nodrizas, animales irrecuperables que ayudan a sacar a los pollos adelante, incluso de otras especies. «Sacan más de 20 pollos al año; eso es de un valor incalculable», comenta la veterinaria jefa, Silvia Villaverde. Ejemplares de águila real y búho real, por ejemplo, se salvaguardan en el centro con ese propósito, el de cría, puesto que no pueden ser devueltos al medio natural.
'Boom' de pacientes
Cerca de 6.700 animales entraron el pasado año en el CRAS, entre especies autóctonas (5.447) y exóticas (1.191); unos ingresos en aumento en la última década. En 2010, la cifra de entradas era de poco más de 1.000 animales, que ha ido en crecimiento cada año. «Este 2023 probablemente llegaremos a los 8.000», pronostican. El 'boom' de animales en Madrid está detrás de estos datos, además de la mencionada concienciación ciudadana.
Aunque las aves representan el grueso de los 'pacientes' de esta suerte de hospital público, todos los años reciben lobos, corzos, zorros y otros animales silvestres. Llegan a Tres Cantos de manos de particulares, guardias civiles y agentes forestales, en cajas y siguiendo un estricto protocolo, en caso de que se detecte un presumible delito: «Los agentes de la autoridad los guardan en bolsas, se precinta el animal, hacen un acta y después se desprecinta delante de otro funcionario, para que quede claro», incide el representante. «Después llega la parte veterinaria que es la que hace la necropsia», continúa, sobre otra de las labores del hospital de animales, equipado con un quirófano completo, una clínica, una máquina de rayos X y todo tipo de equipamiento veterinario.
«El CRAS está abierto todo el año, 24 horas, y tiene una labor fundamental con la gente de campo, desde la identificación del ADN de los halcones, hasta el control de mapaches, todo pasa por este centro», resume José Lara. Precisamente, hace las veces de instituto de investigación y vigilancia epidemiológica, con el análisis de muestras de forma preventiva para detectar posibles enfermedades y estudiar la evolución de los patógenos.
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