el mentidero
Úrsula Corberó, musa del gusto, y la fiesta de Netflix en Cibeles
Madrid tiene estas cosas, estas fiestas, este verano del amor que se viste de rojo
Iman, donde Bowie quiso envejecer

Me dicen que la farmacia frente al Congreso de los Diputados se ha quedado sin vendas. Han sido tantos los diputados que pondrían la mano en el fuego por Santos y señas, que se han agotado las existencias de Bepanthol y Ciclaplast. Los ujieres ... están quemadísimos por las nuevas funciones que les exige la Cámara: vaso de agua, sujetar los brazos a los ministros chamuscados y sostener el chupito de ginebra en caso de estar necesitados de quinina. Sujétame el cubata. Parece que esta semana le ha venido fatal a Revilla venirse a los platós de televisión con tanta noticia sobre la panda del Peugeot. Me recuerda al chiste de, ¿qué hacen en un coche un Galgo, un Santo, un aizkolari y un hombre sólo? Pues eso.
Madrid se ha puesto de gala porque Netflix, la productora/plataforma/tv de pago, o como quieran que sea, ha venido a la Villa a gastarse mucha lana en demostrar que toda la gente guapa se arrima a la viruta para intentar vender algo en la plataforma de Ted Sarandos. Me parto con los posteos de los 'arrimados' en modo: «Junto a Ted en Madrid. Gracias Netflix» o «En la gala de Netflix junto al rey del cine». Y por allí circularon todos aquellos que quieren vender su historia, porque el ego y la pretensión es un modo de ser para muchos de nuestros nonadas patrios. Qué importante son las buenas relaciones.
La gala, celebrada en el Ayuntamiento de Madrid, reunió a un montón de guapes vestidos de rojo y de negro. Por allí pululaban directores, actores y actrices, músicos, periolistos y periotontos, escritores, clientes de la clínica Menorca y un par de socorristas que se colocaron en la puerta por si se pinchaban las zodiacs. Ya saben, mucho recauchutado y un sinfín de posadolescentes que juraron al diablo no sonreír nunca si dejaban de envejecer. Hay algo inquietante cuando te topas con un tío de 50 tacos que se piensa que tiene 16 recién cumplidos. Lo de ir en zapatillas lo podemos perdonar. Pero lo de peinarse a lo Lamine Yamal es algo que me deja perplejo.
Luego está el tema de que todos parezcan la misma persona. No me negarán que, por ejemplo, el inquieto novelista Páramo y el actor Álex González son dos gotas de la misma botella de agua, con gas y todo. Pero para que me entiendan les diré algunos de los 'artistas' (entrecomillado a propósito) que se pasaron a tratar de mamar de la teta de Ted. Porque la fiesta VIP (vendedores inquietos propios) se celebraba allí mismo, en el Ramsés de la Puerta de Alcalá, el mismo sitio que Tito Berni y el pequeño Nicolás utilizaban para todo eso de los retretes, que no de las cloacas. De Belén Esteban a Georgina Ronaldo, pasando por Eugenia Martínez de Irujo, Tamara de España, Paco León, los Javis o Nawja Nimri, todo el barullo del país 'streaming' estaba por allí metiendo huevos en todas las cestas.
Las verdaderas estrellas
El glamur de este tiempo es una botella de coca-cola con el tapón medio abierto, sin gas, un bluf, una pena, un quiero y no puedo. Pero allí estaba también Úrsula Corberó, mujer guapa, prieta, lúcida y suya, una heroína de la pantalla y de la calle, una cosa bien hecha que lucía sonrisa pícara y ese encanto natural que tienen las verdaderas estrellas. Nos dejó un titular: «Prefiero hacer una tortilla de patatas antes que pasar una hora en TikTok». Ay, Úrsula del talento, musa del gusto, qué razón, qué cosas. Y cómo no, allí estaba la Pombo, perejil de todas las salsas, porque quien no estaba en la Puerta de Alcalá no existe. También se vio a Luis Tosar, actorazo de lo nuestro, a Clara Lago, Blanca Suárez, Joselu o Dani Carvajal. Y subían y bajaban como una excursión del cole entre el concierto de Cibeles y el cuarto de baño del Ramsés. Qué noche loca.
Madrid tiene estas cosas, estas fiestas, este verano del amor que se viste de rojo porque Netflix paga la cuenta de nuestra vanidad. Dicen que hasta el mismísimo presidente del Gobierno se dejó ver por alguno de los saraos. Mira Ted, te propongo un guion: van cuatro colegas en un coche, recorren España (rollo costumbrista), montan una votación falsa y custodian 40.000 firmas avalando al que va de copiloto; toman Correos, toman España, y se forran diciéndote que son el gobierno feminista de la España de hoy. Y tú, Teddy, vas y lo 'cajcas'.
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