Operación contra el robo de cobre en el poblado madrileño de El Gallinero

El objetivo no era otro que proceder a la detención de 70 personas —previamente identificadas—, integrantes de una banda organizada, especializada en el robo de cable de cobre en distintas infraestructuras de la región: vías férreas, redes de comunicaciones viarias y telefónicas y generadores de infraestructuras agrícolas. La operación se saldó con 36 detenidos y con la incautación de 103 toneladas de cable de cobre.

El epicentro del dispositivo, que comenzó sobre las 08.00 horas, fue el poblado marginal de El Gallinero, situado junto a la Cañada Real Galiana, donde malviven unos 400 rumanos de etnia gitana y donde se «cuece», junto a la primera, gran parte de este ilícito negocio que proporciona a los ladrones pingües beneficios. Ahí es donde los delincuentes trasladan el cable para «limpiarlo» y borrar su «adn» o procedencia, como evidencia el paisaje de decenas de montañas de plástico que se acumulan en la zona.

Por aire. A caballo. En moto. En coche y a pie. Todo el perímetro de este asentamiento fue blindado. El despliegue policial, sin precedentes, no en vano congregó a 200 de los 250 agentes que participaron en la operación, pilló a los moradores de este núcleo marginal en la cama. El dispositivo, culminación de la denominada «Operación Chispa», que iniciara el Instituto Armado el pasado mes de junio, se desplegó a las 07.00 horas, pero tuvo que esperar a la llegada de los 15 miembros de la comisión judicial, para comenzar los registros domiciliarios.

A las 13.30, los detenidos ascendían a 24 y se habían recuperado tres toneladas de cable de cobre. En los otros tres puntos —Yuncos, Villaverde y Getafe, en donde se encontraban las recicladoras que trituraraban el material— los agentes arrestaron a doce personas, la mayoría, españolas—, e incautaron otras cien toneladas en el municipio getafense

La red organizada está compuesta por varios clanes familiares de gitanos rumanos, y entre los detenidos, hay varios menores. Suelen utilizarlos para robar, para que les den cobertura y para conducir los vehículos en los que huyen con el material troceado, sabedores de que, por su edad, la pena será mucho menor. Así lo explicó a ABC el coronel de la Comandancia de la Guardia Civil, Javier Rogero. Los arrestados tienen antecedentes por hechos similares y por delitos contra el patrimonio.

Estos sujetos tras la comisión de los robos que perpetraban por toda España, trasladaban el material sustraído, una vez eliminado el revestimiento plástico que los recubre y determina su origen, a distintos puntos de la región y de Toledo. Después, sus intermediarios, los introducían en el circuito legal, en donde vendían el material para su refundición.

Molinos eólicos y huertos Éste, precisó, que, en la actualidad, los ladrones están cambiando su «modus operandi», a raíz de la presión policial. Sus acciones causan, además de cuantiosos perjuicios económicos a las empresas afectadas, importantes riesgos para la ciudadanía, al afectar al tráfico ferroviario o las redes telefónicas de teleasistencia o de mujeres maltratadas entre otros, indicó. «Eligen los lugares más fáciles, y, ante las medidas de seguridad de las empresas, ahora sustraen el metal en las instalaciones de molinos eólicos y huertos solares.

El cable cortado permanece en El Gallinero el tiempo justo en ser pelado. Luego, lo ocultan en descampados hasta que lo envían a las chatarrerías. «Es un blanqueo en toda regla». Desde el inicio de la «Operación Chispa» se han incautado un total de 115 toneladas del preciado metal —cuyo kilo en el mercado ronda los 5 o 6 euros— y se ha detenido a 76 personas. La operación continúa abierta a la espera de localizar al resto de miembros de la red.